Mentira

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Capitulo 7.

—Oh... Yo... Lindsay... Bu-Bueno... Y-yo... —simplemente no podía modular palabra. No sabía qué explicación ofrecerle. Es que era su padre y yo su mejor amiga, obviamente no lo veía con buenos ojos. —Hmmm, Lindsay, no sé qué decirte. —dije finalmente.

—Me alegra que no hayas mentido. Estaba esperando a que lo negaras. —se reacomodó en su silla. —Ayer fingí estar dormida así que mi padre me llevó a mi habitación, cuando bajó para llevarte hacia la habitación de huéspedes, me quedé un rato dando vueltas en mi cama hasta que decidí bajar para ver por qué se estaba demorando tanto y ahí fue que escuché ciertos ruidos provenir de la habitación en la que estabas, así que me acerqué y escuché perfectamente todo lo que pasó.

Me quedé mirándole pasmada, no sabía que decir. Sencillamente quería que la tierra me tragase y no volver jamás por esa casa, ni siquiera quería volver a mirar a Lindsay a los ojos.

Entonces se inclinó hacia mí, observándome con sus pequeños ojos, atemorizándome de una manera imposible de describir.

—A mi padre le hace falta sexo. —susurró Lindsay con una sonrisa burlona en sus labios.

Fruncí el ceño.

—Oh, vamos, (Tn)... Mi padre lleva mucho tiempo sin saber lo que es tocar a una mujer o besarle. Se ha encerrado en su trabajo, sale de su oficina directo para la casa y a las juntas que asiste solo se queda lo necesario, no le da ninguna importancia a las mujeres que se le insinúan porque piensa que está haciendo algo malo, que de una u otra manera engaña a mamá. Eres la única que ha logrado que mi padre salga de su caparazón.

—Lo siento, Lindsay... ayer no era consciente de lo que hacía. —dije, jugado con los dedos de mis manos, queriendo marcharme en ese mismo instante.

—No lo sientas, Ya lo hiciste. —declaró en voz baja. —Lo que si me preocupa es que mi padre gusta de ti, no sé desde cuándo pero lo hace y no... no quiero tenerte como madrastra, sería extraño.

La miré con los ojos aún más abiertos. No sabía que era más extraño, si las cosas que ella me decía o si la manera tan calmada en la que había reaccionado ante los acontecimientos de la noche pasada.

—No, no me tendrás como madrastra —comencé a decir. —Tú padre no gusta de mí y yo tampoco de él... Oh, Lindsay hace tiempo que nos conocemos, sería extraño que el Sr. Rojas y yo... — negué con la cabeza, un poco atormentada pero a la vez curiosa. —Lo que pasó se debe a la confusión de la noche anterior. El Sr. Rojas está confundido, pero mira, incluso paró el beso y evitó que un desastre pasara.

—Sí, pero te besó y eso ha sido algo que me tiene pasmada. —comió un poco de fruta. — ¿No vas a comer? —me miró.

Reaccioné y asentí.

Volví mi mano al tenedor y atrapé un trozo de manzana.

Me sentía tan avergonzada, pero sobretodo confundida, tal vez era la actitud de Lindsay. Esperaba algo como "Vete de mi casa y no vuelvas nunca, perra asquerosa, traicionera. Eres una puta zorra, te mandaré a unos amigos para que te den tu merecido" Sí, había sido un poco extraño que lo hubiera tomado con serenidad. Yo estaba muriéndome de la vergüenza e incertidumbre y sabía que el Sr. Rojas estaba en mi misma situación.

—Aún así, (Tn), no quiero que vuelvas a besarte con mi padre o mucho menos coquetear con él. —entonces dijo, sacándome de mis pensamientos.

La miré.

—Sé que mi padre es un hombre atractivo, pero no quiero que se tome a la ligera todo esto. Me parece que debe darse un tiempo más y conocer a una mujer que pueda darle una estabilidad. Me refiero a que sea una mujer que esté preparada, que sepa lo que quiere, trabajadora y buena persona. Así como por la edad de él, lo menos que quiero es que quede como un pedófilo ante las personas.

-Lindsay ya te dije que...

-Se que lo que me dijiste. –me interrumpió. –Pero también he visto lo nerviosa que te has puesto cuanto te he hablado de él. No me creas idiota. ¿Piensas que no escuche cuando le confesaste que te gusta?

Me extraño oírla decir esas palabras mientras estaba en un estado de sinceridad impecable.

-No lo decía en serio, además en este momento me gusta otro chico. –declare, removiéndome en mi asiento con incomodidad.

-¿Qué chico?

Oh, no.

-Humm ,Alexander Ramírez,. –Conteste.

-¿Alex? –pregunto sorprendida, hasta en su tono de voz pude notar la sorpresa que le dio mi respuesta. –Me estas jodiendo.

Me metí rápido un pedazo de mandarina a la boca, esperando que me ayudara a pensar en algo.

Alex era un chico que jugaba futbol en la escuela. Jamás había tenido una charla formal con él. Simplemente lo veía cuando iba a algún juego de la escuela y bueno... lo tenía agregado en Facebook.

Fue el primero que se me vino a la mente.

-No... es que –dude un poco. –Me parece muy sexy. –conteste, frunciendo un poco el ceño.

-Ajaaa –comenzó a reírse. –Oh, vamos, ¿es broma?

-No, no es broma, ¿Qué te hace pensar eso?

-Bueno... es que nunca dijiste nada de él.

-Me lo había tenido muy guardado, no quería que comenzaran a avergonzarme delante de él. Quería esperar un tiempo para ver si algún día llegaba a hablarme o algo así. –tome un sorbo de jugo de naranja, intentando parecer sincera y segura.

-Oh, carajo. –se llevo una mano a la cabeza. –No me hago la idea de ustedes dos. Mi mente no los combina, siquiera.

-Bueno ya. –espete un poco incomoda ante la situación.

Alex no me gustaba. Si era atractivo pero no era mi tipo. Ahora tendría que aguantar a Lindsay molestándome a cada segundo, sin contar que cuando pasara cerca de nosotros iba a comenzar con pequeñas estupideces.

-Vamos –una voz varonil hizo presencia. –Las llevare a la escuela. –Vi al Sr. Rojas parado en el marco de la puerta, con las llaves de su coche en la mano. Parecía apurado.

-No he terminado. –expreso Lindsay.

Yo me levante de la silla y camine hacia el fregadero para acomodar la loza sucia.

-Te he dado suficiente tiempo –comenzó a decir el Sr. Rojas. –Que no hayas terminado tu desayuno por andar platicando estupideces no es mi culpa. Así que vamos.

Parecía malgeniado hoy.

-Que pesado eres papá. –Lindsay negó con los ojos entrecerrados y se levanto de la silla. Salió inmediatamente de la cocina, no sin antes coger su abrigo.

Mire al Sr. Rojas con nerviosismo, mientras caminaba hacia la salida. Tendría que pasar por su lado y era algo que me ponía estúpidamente nerviosa. Ni siquiera sabía que expresión poner.

Oh, qué desastre.

Pase por su lado con el corazón latiendo a mil. No comprendía porque me ponía tan nerviosa, sentía que iba a morir en cualquier momento.

-(Tn) –hablo él, antes de que pudiese salir de la cocina.

Me volví hacia él.

-Dígame Sr. Rojas. –conteste.

-Necesito hablar con usted.

-Aviso. -¿Tiene tiempo disponible para esta tarde?

-Si Sr. Rojas. –asentí.

-Bien... -dudo por un momento, llevándose la mano a la cabeza y pasándola por su cabello. –Le llamare en cuanto salga de la escuela para avisarle en donde estoy situado.

Asentí.

Salimos de la casa y nos digerimos al coche, en donde Lindsay esperaba.



El padre de mi mejor amiga(Prince Royce & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora