Davy Back Fight (2)

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No solo la tripulación de Luffy no daba crédito a la escena. Los hombres de Foxy estaban atónitos. No creían que su capitán hubiese llegado a tales extremos por ganar un juego.

El cuerpo de Robin yacía en los brazos de Zoro. La expresión del espadachín era una mezcla de ira e impotencia. La mujer de la que estaba enamorado había caído ante sus ojos sin que él hubiese podido hacer nada.

El capitán Foxy también estaba asustado ante lo que acababa de hacer. ¿De verdad era un monstruo? Él había decidido llevarse a la arqueóloga por su fuerza y su misteriosa belleza. ¿Por qué había llegado a tal extremo por conseguirla? El arrepentimiento era insoportable. Y lo fue aún más al ver las caras de la banda de Sombrero de Paja.

-Se acabaron los juegos... -musitó. -Llevad a la chica a mi camarote.

Dos de sus subordinados se dispusieron a llevar a Robin en brazos, pero Zoro no la soltaba y la estrechaba contra su pecho teniendo cuidado de no hacerle más daño del que ya le habían hecho.

-Es mía. -dijo. - Y no permitiré que nadie más la toque. Porque sólo debe ser mía. Y yo mismo la recuperaré. No hemos acabado los dos juegos.

Dicho esto la llevó al Merry. Nadie se atrevió a decirle que ya no era su compañera y no podía hacer eso. De camino a su habitación, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. Hacía tiempo que no se desmoronaba así, desde lo de Kuina... No estaba dispuesto a que le arrebataran a la mujer que amaba, tal como ocurrió con su mejor amiga de la infancia. Ellas eran las dos mujeres que más le habían importado en su vida y si no pudo proteger a Kuina, lo haría sin duda con Robin.

Tumbó a la morena en su propia cama y le besó la mano. Se limpió la cara y salió a reclamar lo que era suyo. Debía parecer el hombre frío y duro que había sido siempre.

-Chopper, está en mi cama. Cuídala por mí. Os prometo que la recuperaré. -señaló a Foxy. - Yo seré tu contrincante. ¿A qué jugamos?

Su dura mirada impactó a Foxy. No podía hablar sin que sus labios temblasen.

-Pri... primero te pediré lo que quiero. Tu... tu espa... espada. S-sí, la del mango blanco.

¿La espada de Kuina? Estaba loco si creía que se la iba a dar.

-¿Pero aquí no se apostaban personas? -rugió el espadachín.

-S-sí, señor espadachín. Pe-pero he decidido cambiar un poquito las normas. Pensaba llevarte... llevarle a usted... pero quiero que la muchacha sea... sólo mía. Por eso pido... su espada. A cambio le juro que ya no habrá más trampas.

La ira del espadachín sobrepasaba los límites. ¿Cómo se atrevía a pensar en que podía poseerla? Y encima le pedía la apreciada katana de Kuina. Iba a matarlo sin piedad.

-Acepta pronto o retiraré la oferta y me llevaré a Nico Robin.- advirtió Foxy.

«No perderé. ¿Cómo me he atrevido a dudar un segundo? Sé que no perderé la katana porque no me puede vencer. Sé que conseguiré a Robin. Ella volverá al Merry, sin darse cuenta de lo hermosa que es y de lo que me hace sentir. Pero al menos tendré el privilegio de mirarla. Aunque no sienta lo mismo por mí, yo soy el único que tiene el derecho de salvarla. Porque la quiero. Pensé que nunca apostaría algo tan importante para mí pero es mi única manera. Lo haré. Espérame, Robin.»

-Sí. - fue lo único que dijo el espadachín. Ese remolino de pensamientos lo había dejado aturdido. Sacó sus tres katanas, dispuesto a pelear. -¿Qué hay que hacer?

Portier explicó las normas. En un claro del bosque, Foxy y Zoro tendrían que conseguir la cinta que el otro llevaba rodeándole el cuerpo, usando cada uno el arma que más gustase.

Los contrincantes se situaron uno enfrente del otro y comenzó el juego.

«Acabaré contigo en el mismo tiempo que tu la venciste. Dame treinta segundos.»

Foxy comenzó a lanzar rayos violeta a su alrededos... sin embargo ninguno alcanzó al espadachín, que los esquivaba sin inmutarse. Con los ojos cerrados y en mitad del claro, Zoro imaginaba los próximos movimientos de su rival.

Pasados diez segundos y sin haber hecho Zoro ningún movimiento ni haber sido alcanzado por los rayos ralentizadores, su adversario comenzaba a mostrarse más inseguro. Cuando iba a cambiar de táctica, el peliverde abrió los ojos. Su mirada era penetrante y terrorífica.

Foxy comenzó a dar pasos hacia atrás realmente asustado. Y de pronto sucedió.

Con un rápido movimiento, el espadachín tomó a su rival por el cuello de la camisa y lo elevó en el aire.

-Quedan 16 segundos para cumplir mi venganza. Creo que aún no te he oído decir algo. - dijo Zoro a escasos centímetros de su cara.

-Pe-perdóname... no creía que iba a resultar todo así... ¡pero no me mates por favor! ¡Lo siento! - gimió el capitán desesperado.

-Zoro... ¡suéltalo! ¡Tú no eres así! -gritó Luffy desde el público. -Robin está bien, ha despertado y quiere verte. ¡Gana el juego como tú sabes para que ella esté orgullosa de ti!

Esas palabras hicieron que algo cambiase en el interior del espadachín. Quizás porque se lo había pedido su capitán, o porque Robin no aprobaría su manera de resolver las cosas, o porque estaba bien, o porque quería verle... o quizás todo junto. Su expresión cambió y señaló con la katana de Kuina el pecho de Foxy y con un rápido movimiento lo rozó cortando la cinta que llevaba anudada alrededor. Foxy comenzó a llorar de alivio. Habían pasado los 30 segundos.

Luffy y sus compañeros corrieron a abrazarlo pero él se escapó. Sólo quería estar en un sitio en ese momento.

Cuando Robin despertó, sonrió al ver que no había sido un sueño. Él verdaderamente la había llevado a su propia cama. Chopper corrió a avisar a sus compañeros de que la arqueóloga había abierto los ojos y ella aprovechó para esconderse entre las sábanas de Zoro. Por fin estaba en la cama en la que le gustaría haber dormido desde que conoció al espadachín. No podía creer que la hubiese tratado con tanta dulzura después de haber sido tan rudo y arisco con ella. Pero todo volvería a la normalidad... De pronto oyó unos pasos que se acercaban y fingió seguir dormida.

-Sé que estás despierta. Háblame por favor. -la voz de Zoro temblaba y Robin, al abrir sus ojos azules, comprobó que realmente estaba llorando. Cuando sus miradas se cruzaron, él se giró y ella sintió la necesidad de abrazarlo pero no podía levantarse.

-Ven aquí. -musitó la mujer. Abrió los brazos y esbozó la sonrisa más encantadora que tenía. Al espadachín le dio un vuelco el corazón y escondió la cara en el pecho de ella. No podía dejar de llorar. Robin sonrió. «Es muy pequeño aún. -pensó riendo. - Aún así no puedo dejar de pensar en él.» -¿Por qué has hecho todo eso?

Zoro la miró y frunció el ceño.

-Gané por ti, estúpida mujer. Sé que ya lo sabes, pero desde que te convertiste en mi compañera estoy enamorado de ti. Ya sé que te vas a reír de mí porque soy un crío a tus ojos, pero no me importa. Estoy contento de haberte traído de vuelta y por favor olvida lo que te acabo de decir porque ha sido estúpido.

-Lo estúpido es que yo también sienta lo mismo por cierto muchacho que no ha hecho más que despreciarme desde que me convertí en su compañera. O eso creía. - rió Robin.

Para sorpresa de la arqueóloga, el espadachín la besó.

Aquí termina la primera historia y espero que os haya gustado. Si es así votad y comentad!
¡Hasta pronto!

Kenshi-san [Zorobin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora