11. Viedo chat

63.3K 3.5K 608
                                    

— Kyle necesitó tu ayuda.

— ¡Ay no! — exclamó preocupado. — ¿Qué hiciste ahora?

— ¿Ah?... No hice nada, sólo necesito ayuda para entrar a mi habitación.

Como ya saben, hace un rato salí por la ventana en busca de alimento, pero como la idiota que soy, deje la puerta cerrada con llave desde adentro... Entonces ahora no puedo entrar.

Sí, lo sé, muy inteligente.

— ¿No puedes entrar sola? — preguntó confundido, rodé los ojos.

— ¿Me ayudarás o no? Tengo prisa para contestar tus preguntas estúpidas...

— Esta bien, gruñona — se levantó del sillón. — ¿Para que soy bueno?

— Para nada... Pero de todas formas sigueme — él me golpeo en el brazo.

Subimos las escaleras y nos detuvimos frente a la puerta de mi habitación.

— Quiero que me ayudes a abrir la puerta, ya intente dándole patadas, empujones, trompadas y no funciono — expliqué y él me miró confundido.

— ¿Esta cerrada?

¿Enserio?¿Enserio?

— Oh, no, sólo se me antojo golpearla... Ya sabes, por diversión.

El arrugo la nariz y me miró mal.

— No precisabas usar tanto sarcasmo — hizo una pausa. — ¿Esta cerrada desde adentro?

Asentí:— Sí.

— Osea que saliste por la ventana ¿no? — volví a asentir.— Entonces sólo tienes que entrar a la habitación de los gemelos que es la más cercana a la tuya, salir al tejado y entrar por tu ventana a tu habitación.

¡Oh. Tiene cerebro!

— Eres un genio — chillé y él sonrió egocéntrico.

Chasqueo su lengua: — Lo sé.

Sin decir más nada caminé hasta la habitación de los monstruos y entré.

Ninguno de los idiotas estaba dentro, seguramente están haciendo alguna estupidez por ahí.

Observé un poco para mis alrededores; la habitación estaba hecha un chiquero.

Ropa y basura tirada por doquier, camas desordenadas, escritorios llenos de comida chatarra.

Típico de ellos.

Me sorprendió no ver alguna rata o anaconda por el lugar... Como en nuestra antigua habitación. En ella vivía una ratita, ratota más bien, no sabíamos de donde había salido pero decidimos adoptarla... La llamamos Stevee. Era una buena chica, pero se comía mis calcetines. Murió por un experimento que hicimos con Dax y Ash. Queríamos saber si una rata podía volar, así que la atamos a un globo inflado con helio y la lanzamos por la ventana... Resultó que un solo globo no bastaba para aguantar el peso de la goda Stevee... Y la gravedad de la tierra hizo lo suyo.

Ni siquiera le dimos un buen entierro digno de una rata, porque Fabio, el gato de la vieja Greta, se la comió en su propio funeral... No pudimos hacer nada para detenerlo.

Fue una experiencia traumática... Y triste. Le habíamos tomado cariño.

En fin...

Abrí la ventana de la habitación y salí por ella, caminé por el tejado hasta llegar a la ventana de mi habitación.

Entré sin problemas, ya que la había dejado abierta, caminé hasta la puerta y le saqué el seguro.

Salí y todavía se encontraba Kyle ahí.

Somos 7 rubiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora