30. Fugitivos

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Durante todo el camino a la casa de Nina no pare de reír y Daxon sólo me insultaba.

Nos bajamos los cuatro del coche y nos juntamos con el resto.

— ¡Ni se te ocurra! — me advirtió pero lo ignoré y le mostré la foto a los chicos.

Todos comenzaron a burlarse y a reírse de Daxon.

— Que buenas nalgas, Dax — bromeó Kendall y Daxon lo fulminó con la mirada.

— ¿Envidia?

— No, las mías están más firmes — aseguró Kendall y rodé los ojos.

Caminamos hasta la puerta de la casa de los chicos y Ryan tocó timbre.

Después de unos minutos una Nina en pijama y totalmente despeinada apareció frente a nosotros.

Al vernos a todos abrió sus ojos como platos y nos cerró la puerta en la cara.

— ¿Qué pedo con esta? — pregunté confundida.

— Seguramente no quiere que la vean así — opinó Ryan y lo observé.

¿Por qué era más listo que nosotros?

— Pues creo que es tarde... Parecía un ogro — dijo Kendall.

— No estaba tan mal. Hay otras que parecen cualquier cosa y no precisamente porque recién se levantan... — Daxon me miró de reojo y estiré la trompa.

Esa era una indirecta para mi.

La dejé pasar sólo porque es verdad.

— Me estoy haciendo pis — se quejó Ryan después de un rato.

— Aguántate hasta que nos habrá — le dijo Kyle.

— Sabes que no puede. Tiene la vejiga del tamaño de un maní. Ve a unos arbustos, ellos creerán que fue un perro — Ryan me miró mal.

— ¡No voy a orinar entre las plantas! — me dijo.

— ¿Por qué no? Sólo tienes que p...

— ¡Cállate! — me interrumpió. — Dije que no.

— Pero te harás encima.

— Puedo resistir un ratito más.

La puerta se volvió a abrir y en ella apareció Nina. La Nina arreglada y bien vestida que vemos siempre.

— ¡Ey, pasen! — dijo como si no nos hubiese cerrado la puerta en la cara minutos antes.

Ryan le agarró las manos: — Tiene que decirme donde esta tu baño — rogó y reí.

— Por allá, es la única puerta que hay — Ryan asintió y salió corriendo en la dirección que le indicó Nina.

— ¡Gracias! — le gritó en el camino.

Nos miró.

— ¿Te preguntarás que hacemos aquí? — dije y ella asintió. — Vinimos a visitarlos...

— Ajá. Y ¿Por qué?

— No hacemos todo por conveniencia, Nina.

— Charly te creería si hubiesen venido; tu, Kendall, Connor y los mellizos. Pero trajiste a casi toda tu familia... Sólo faltó tu padre y el perro.

— Ahora todos son listos ¿no? — resoplé. — Pues sí, vinimos porque necesitábamos una... guarida.

— ¿Qué?

— Verás... Le hicimos una broma a papá y nos iba a matar si nos quedábamos. Entonces pensamos en tu casa... Y en ti, claro.

— No preguntaré más — nos hizo señas para que nos sentáramos. —, algo me dice que con ustedes es mejor vivir en la ignorancia.

Somos 7 rubiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora