23. El lado oscuro

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Me acerqué hasta mi padre sonriendo. Él me observó confundido y frunció el ceño. Sin dejar de sonreír me acerqué aún más a él hasta que lo tuve bien cerca.

— ¡AHHH! — le grité en la cara de la nada.

— ¡AHH! — pegó un respingo asustado y la tostada que tenía en la mano salió volando.

Comencé a reír y él me miró molesto.

— ¿Por qué cojones hiciste eso?

Me encogí de hombros: — Estaba aburrida.

— ¿Y no tenías a nadie más a quién molestar?

— Los chicos se están vistiendo y no quería interrumpir. Ya sabes lo respetuosa que soy — tomé un tazón y una cuchara.

— ¿Respetuosa? ¿Tú? — papá soltó una carcajada.

— No sé. Después de todo, tú me educaste — él capto la indirecta y me miró mal.

— Cierra la boca — siseo y reí.

Saqué la leche y los cereales, me serví mi desayuno y comencé a comer como si no existiese un mañana.

— Me dijeron los chicos que hoy tendrán gimnasia — asentí feliz.

— Era hora — hablé con la boca llena y mi padre hizo una mueca de asco.

Desde que llegamos al instituto no habíamos tenido gimnasia ya que la profesora y el profesor, habían tenido problemas personales. Según me dijo Nina, la profesora era una bruja y estaba en pareja con el profesor de los chicos, a él cual Nina catalogó como "Dios griego". Según entendí el problema llegó cuando el profesor terminó con la relación y la profesora se volvió loca... Por así decirlo. La cuestión es que la profesora renunció y no encontraban suplentes, así que "el dios griego" ahora será profesor de las chicas y un nuevo profesor será él de los chicos. Sinceramente no sé porque tanto revuelo, pero... estoy feliz.

— Sí... También me dijeron que te dieron uniforme de chico — asentí. — ¿Quieres que hable con la directora para que te den uno de chica?

— ¡No! — grité. — Me gusta más el uniforme de los chicos, es más holgado y cómodo.

— Pero deberías...

— Nada. Soy yo la que lo usará, no tú — él rodó los ojos.

— Haz como quieras — suspiro.

Los mellizos y Kendall entraron a la cocina pechándose entre ellos. Más atrás venían Connor, Ryan y Kyle, sólo que ellos caminaban sin hacer estupideces.

— Buenos días — dijeron al unisono.

Yo no les conteste porque me estaba muriendo ahogada con mi desayuno.

— Hola chicos — los saludó papá mientras me golpeaba la espalda para ayudarme.

— Gracias — dije una vez que sentí que todo había pasado.

¡Yisus! Eso estuvo cerca.

— De nada. Pero trata de comer con más cuidado ¿Si? — asentí.

Las seis bestias se sentaron junto a nosotros y comenzaron a desayunar.

Cuando terminamos, tomamos nuestras cosas y salimos en skate para el instituto.

— Dios, no quiero tener gimnasia hoy — se quejó Ashton mientras íbamos en camino.

— Eres un holgazán — le dijo Kendall. — Yo estoy ansioso por empezar.

— Estoy con Kendall — lo apoye. — Además será divertido.

Somos 7 rubiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora