27. Hija de Picasso

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— Es miércoles y Kasy no se ha vengado — dijo Connor y con los chicos asentimos.

— Quiere que pienses que la has vencido para luego cuando estés distraída atacarte. Esta claro.

— Estrategia vieja — dije con aburrimiento.

— La más vieja — estuvo de acuerdo Daxon. — Bueno, ¿Qué se podía esperar de ese cerebro de lechuga? — reímos.

— ¡Quiero que se vengue de una vez! ¡Necesito hacer una broma pronto! — gritó en susurros Kendall.

— Yo igual, no soporto tanta tranquilidad...

— Tendríamos que planificar una broma esta noche, digo, para tener todo listo para cuando ella se vengue — opinó Ashton.

— Tienes razón — le dije. — Esta noche, después de cenar, en la sala de juegos — ellos asintieron y deshicimos la ronda que habíamos hecho.

Sacamos los skate de los casilleros ya que las clases habían acabado. Nos estábamos por ir cuando un grito nos detuvo:

— ¡Ey! — saludó Gus llegando hasta donde estábamos. — Al fin los encuentro.

— Hola — dijimos sonriendo.

— Vaya, no es un mito que hablan a la vez — dijo riendo.

— No — Kendall rió también.

— Bueno, chicos unisono — bromeó — he venido a invitarlos a mi siguiente fiesta, es éste sábado en mi casa, ¿Cuento con ustedes?

— Claro, ahí estaremos — sonreí feliz.

— Genial — sacó unas pulseras de sus bolsillos y me las dio. — Con esas podrán subir al segundo piso, es como una entrada VIP, sólo unos pocos la tienen así que sientance especiales — se rió.

— Cool — dije. — Pero nos diste nueve y somos cinco.

— Lo sé, esas son para sus amigos; Jace, los hermanitos Feller y Xavier...

— ¿Y Travis? — pregunté confundida. — ¿Me puedes dar una para él?

— Oh, claro — me dio otra. — No lo tomé en cuenta porque él jamás va a mis fiestas...

— Sí, me lo dijo. Aún que a la última fue — le informé y él pareció sorprendido.

— ¿De verdad?

— Claro, sólo estuvo un rato, pero fue... Y a esta estoy segura que irá también.

— Pues, genial. Los espero a los diez entonces — me miró. — Y díle a tu hermanito que también es recibido.

Me reí y él se fue.

Con mis hermanos nos miramos y sonreímos.

— ¡Fiesta!



(***)




Dejé los tarros de pintura en el piso y toqué el timbre de la casa de Travis.

Así es, he dicho que toqué timbre y no que golpeé la puerta como una idiota con deficiencia mental.

— ¿Qué haces otra vez aquí? — preguntó Rohn en cuanto me vio. — ¿Qué no tienes casa?

Estúpido.

— ¿Qué no tienes un trabajo? — él sonrió.

— ¿Qué haces aquí?

— ¿Ésta Trav?

— ¿Por qué respondes a mis preguntas con otras preguntas?

— ¿Por qué preguntas sobre las preguntas que preguntas y que yo respondo con respuestas en forma de pregunta? — él me miró confundido.

Somos 7 rubiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora