*Theo*
Todavía estamos en la primera fase de la iniciación Osada, estoy estirado en la lona del centro del ring, en la sala de entrenamiento Osado. Por tercera vez consecutiva estoy siendo machacado por otra mole de puro músculo. Las extremidades me arden al frenar los ataques de mi oponente pero finalmente me da caza alcanzándome con un directo. El costado me acuchilla sin piedad limitando el aire que entra en mis pulmones, el dolor se expande en rayos eléctricos hacia el pecho. Beso la lona otra vez y sé que si no me levanto estoy perdido.
Mi primera pelea fue de exhibición contra nuestro instructor, Cesar con gran maestría practicó todas las técnicas de lucha que se le antojaron conmigo, cuando acabó mi cara era un mapa y mi cuerpo un amasijo de músculo y hueso dolorido. Fui el último en acabar la caminata que nos tenía preparada de 3 horas corriendo por el sector Osado.
Sin darme tregua al día siguiente me emparejo con el iniciado más grandullón del grupo para mi primer combate de iniciación. Cedric se ensañó con mi cuerpo, especialmente mi cara. Se empeñó en hacerme una nueva, aunque no salí victorioso me encargué de que se llevara unos cuantos recuerdos míos, para la próxima vez que me enfrentará a él, recordara que no soy nada dócil.
Estoy frente a Dunkan un trasladado de Verdad, el hijo de perra es más grande que un día sin pan, y tiene una mala hostia impresionante, pero yo tampoco soy una perita en dulce, le costará sudor y sangre si quiere conseguir una victoria. Somos de igual estatura, pero soy más ágil y veloz que él, no debo dejar que me atrape, golpear y moverme hasta cansar lo, es mi estrategia. Así llevamos nuestros buenos 20 minutos, finalmente lo barro con mi pierna y golpeo cuando descubro el punto débil de su defensa la cual a descuidado. Es mi oportunidad de acabar con él, así que remato lanzando le un rodillazo letal en la cara que lo deja KO. No se mueve, tras la cuenta regresiva de 10. Me agacho para tomar aire y relajar mis músculos observando el cuerpo inmóvil de Dunkan, mientras César me proclama vencedor de este combate. Alzo la vista y la fijo a mi instructor, una perversa sonrisa se dibuja en sus labios alzando las comisuras, mientras que sus ojos oscuros como pozas profundas contrariamente me devuelven un gélido recordatorio: "No soy bienvenido a sus clases".
César nunca fue simpático hacia mi persona, debo decir que más bien siempre me guardó las distancias en los eventos en los que coincidimos, ya que es el novio de mi amiga Estel lo tolero, pero me desquicia como la controla cada vez que me acerco a ella, como una halcón vigilando su presa, atento a los movimientos de ella. Puedo entender su desagrado hacia mí, Estel y yo siempre tuvimos algo más que química entre nosotros y a pesar de nuestra amistad se palpa en el ambiente la conexión que existe de una manera sólida. Los celos que le provoca esa situación, creo que son la razón de esta despiadada iniciación a la que me está sometiendo.
- Hemos terminado por hoy. Buen trabajo Eaton.- me dice dirigiéndose a mí y voltea hacia la salida.
- Gracias.- Asiento con la cabeza y me incorporo cogiendo aire. La primera frase positiva que dirige a mí personalmente. ¡Increíble!
- Vamos Theo que te hecho un cable.- Se acerca a mi costado herido mi colega Mario y me pasa el brazo por su hombro ayudándome a caminar hacia las duchas.
Observo a dos compañeros que se llevan a Dunkan a la enfermería a que le suturen una brecha que lleva en la cara por mi rodillazo final. Parece que ya está más espabilado, aun que un poco desorientado.
Después de una revitalizante ducha de agua caliente, que relaje los músculos endurecidos por el esfuerzo y cansancio, casi me quedo dormido estirado en mi cama superior, ya que la litera la comparto con Mario que dispone de la cama inferior.
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Sé Valiente
RomanceAviso: Spin- Off de "Nat la perfección Divergente" Estel luchó con garras y dientes para conseguir su objetivo, convertirse en miembro de pleno derecho de su facción elegida: Osadía. En ella encontró la amistad y el amor, pero tras un año de adapta...