CAPÍTULO 16. Universo de facciones (Parte I)

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*Theo*

¡Dios! Mi cabeza explotará si no me dopo pronto. Abro los ojos para ubicarme y unas punzadas intensas se filtran por mis sienes. Los rayos solares que se cuelan por una ventana me dan directos en la cara e instintivamente cierro los ojos para protegerme de la luz. Despierto en un lugar desconocido para mí, intento orientar me, no tengo ni idea a quien pertenece la residencia en la que amanecí.

Estoy encajado en un pequeño sofá de dos plazas escasas. Retiro la pequeña estora de felpa suave con la que estoy cubierto y compruebo con alivio que aún llevo los pantalones puestos y bien sujetos a mi cinturón, un suspiro escapa de mi pecho, por lo menos me mantuve cabal dentro de mi pérdida de control, el resto de mi ropa no debe andar lejos.

¡Mierda! No debí beber tanto anoche, pero necesitaba eliminar de mi mente la imagen de Estel, esa que me miraba con el rostro de la traición dibujado de nuevo en su preciosa cara. El dolor creciente en mi pecho me aseguró que a los dos nos dolió a partes iguales mi acción desleal y cobarde de volver a dejarla por otra, cuando en realidad los dos deseamos intensamente sentirnos. Aún no comprendo de donde saqué las fuerzas para hacer lo, pero sigo pensando que no soy lo que se merece, no soy el príncipe que ella busca. No sabe qué siempre a las 12 h en punto de la noche, me convierto en una puta rana.

Rebusco entre los cojines y almohadones del sofá, pero no aparece mi camiseta. Decido investigar en la habitación de alado, una cama con las sabanas revueltas cubren a la que parece la propietaria de la alcoba y diviso la melena roja fuego de la juguetona Melisa o ¿Era Melany? ...

Me alucino con la visión, ¿Cuándo llegamos aquí? y para mi sorpresa hay otra melena roja en la parte inferior de la cama. ¡Noooo! ¡Nooooo! Y otra vez ¡No! Tengo que dejar de hacerme esto a mí mismo, no parece una práctica muy sana beber tanto.

Esto empieza a ser una mala costumbre, intento recordar lo que paso después de mi octava copa, pero todo son imágenes poco aclaradoras y fragmentos de conversaciones muy subidas de tono y... ¡oh! empiezo a recordar, ¿Dónde está el tarta Fresa y Max? Fueron ellos los que la liaron. Por primera vez, agradezco que mi sentido común reinara sobre el caos.

Hoy es mi elección de puesto de trabajo y no puedo llegar tarde. Cuatro me cortará en pedacitos si no me presento, después de haber conseguido ser el primero de mi promoción, no puedo quedarme sin elegir, resulta contradictorio. Ya me reprenderé mentalmente más tarde por mi mala decisión de dejarme arrastrar por las hormonas desbocadas de Mario.

De nuevo me encuentro buscando mi ropa por los rincones de una habitación desconocida mientras me muevo con sigilo para no despertar al personal. ¡Maldita sea! Maldigo a Mario por liarme siempre de mala manera, empiezo a cansarme de esta dinámica sin sentido. Lo que no entiendo es ¿dónde se ha metido?

Me dirijo al pequeño baño de la estancia para vestirme y salir pitando. Pero algo me impide abrir la puerta del todo, está medio bloqueada y empujo con fuerza para abrir la. Lo que me encuentro allí me sobrepasa, Mario está en el suelo del baño durmiendo desnudo sobre la esterilla de la ducha. ¡Joder! Y eso no es lo que más me llama la atención, su espalda lleva un gigantesco vendaje, retiro un lateral con cuidado y un tatuaje en tinta negra aparece, una especie de león amenazante rugiendo. ¡Madre mía! Me parto de la risa, cuando despierte y vea lo que lleva sobre los hombros va arder Troya.

Lo arrastro lo suficiente para que su cabeza llegue hasta la ducha y el agua lo despeje, el cabello mojado rubio se le oscurece en cuanto se humedece bajo el chorro de agua helada. Si no me lo llevo conmigo tampoco podrá elegir puesto de trabajo y no me lo perdonará nunca.

- ¡Fiera! Despierta ya.- me burlo de él.

- ¡Hostia! Está congelada. - Se queja comenzando a dar la bienvenida a la consciencia. Parpadea varias veces y esos iris de un azul imposible se muestran intentando enfocarme.

Sé ValienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora