CAPITULO 7. AL BORDE DEL ABISMO

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*Estel*

César se ha pasado esta vez. Theo pasará todo el día en enfermería hasta que se recupere de su herida en la pierna, ocurrió durante las maniobras de anoche. Su instructor lo dejo una hora bajo el gélido lodo y casi se ahoga cuando la corriente de fango lo atrapó bajo el muelle durante la tormenta.

¡Si llega a pasar le algo grave!

Me da vueltas la cabeza solo de pensar lo. Afortunadamente no tiene nada irreversible, quiero gritar y golpear a César como a un saco de entrenamiento, para que entienda que si le causa daño a él, también me causa dolor a mí.

Miro a Theo, está recostado sobre una de las camas médicas de la zona de enfermería. La medicación lo tiene sedado y la manta térmica hizo su trabajo, la lividez de su piel retrocedió. Pero no ayudan los moretones que todavía conserva en su rostro y las bolsas oscuras que se integraron bajo sus ojos. Sostengo su gran mano que asoma fuera de la manta para taparse la, está fría y la mantengo apretada acariciando con las yemas de mis dedos el dorso de su mano, porta en su dedo pulgar un anillo acerado y ancho con gravados osados, le hace parecer sexy y atrevido, me agrada el accesorio.

Repaso sus largos dedos, finos y elegantes, para nada diseñados con el fin de aplastar o golpear, sino más bien para desempeñar tareas habilidosas y exactas, podría ser un excelente pianista o un exitoso cirujano. Sin embargo sus nudillos tienen costras de los combates de iniciación, están inflamados de los golpes propinados a sus oponentes y del entrenamiento osado. Sé bien como la iniciación Osada te modela y moldea de tal manera que encajes en el molde que se supone te conforma como un buen Osado, tanto a nivel físico, como mental. Es duro, algunos no lo superan, pero César parece estar forzando la maquinaria al máximo.

Noto presión en mi mano y veo como la mano de Theo envuelve la mía de forma delicada y deliberada, no me suelta y tampoco deseo que me suelte, miro esa unión embobada sin creer todavía su acción inconsciente. Tras la primera impresión me dirijo a su rostro y los azules y profundos iris de Theo se me abren para que pueda navegar en ellos y surcar los dejándome llevar por sus corrientes oscuras. Intenta esbozar una pequeña sonrisa para tranquilizar me, supongo que no le gusta mostrarse débil ante nadie y menos ante mí. Percibo como quiere enfocarme para conseguir imágenes nítidas, parpadeando varias veces.

- ¿Se abrieron las puertas del cielo?- Todavía tiene fuerzas para bromear, lo que arranca una sonrisa a mi cara de preocupación- Vino un ángel a visitarme.- afirma ni corto ni perezoso, me sonrojo sin poder evitarlo.

- ¿Tan mal estoy?- pregunta al ver que no consigue arrancarme ni una palabra.

- Theo todo está bien. Estabas sedado y pasaras las próximas horas aquí, hasta que te den el alta. Tu pierna no está tan mal como a priori parecía. Sobrevivirás.- le aseguro.

- Vale. Gracias por tu parte médico, me tranquiliza saber que no perderé una de mis piernas.- me sonríe encantado de recibir la información de mis labios y yo me derrito como helado de vainilla ante este hecho.

Visualizo sus carnosos labios que se humedece pasando se la punta de la lengua, es como verlo a cámara lenta, el tiempo se detiene entre los dos, mientras él repasa mis labios con su mirada centrada en ellos.¡¡Uff!! Creo que la temperatura de la estancia subió 300 grados de golpe en pocos segundos.

La hipotermia paso a la historia, porque el calor que de pronto nos arrasa es impresionante, intenta retirar la manta térmica que lo cubre concienzudamente sobre su alargado cuerpo. Con su mano libre se apoya en en la cama porque se quiere incorporar, pero sin mucho éxito logra moverse, aún está aturdido por la medicación. Este movimiento me permite vislumbrar sus anchos hombros desnudos, por lo que deduzco que su indumentaria es escasa, dejándome perdida en mis ensoñaciones particulares mientras repaso las curvaturas de sus hombros y brazos bien cincelados.

Sé ValienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora