CAPITULO 13. Estrella fugaz

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*Estel*

Estaba más que arrepentida de lo que había ocurrido en la cafetería. Theo no se daba cuenta pero volvía a jugar con los sentimientos de las personas, sin importar a quién se llevara por delante. A sus 16 años era imposible que su plena madurez y sentido común se hubiera materializado por arte de magia ¡Qué ilusa puedo llegar a ser a veces!

Sí, progresaba pero no era suficiente para mí. Sigue siendo un crío vacilón y juguetón con el cuerpo de un hombre, no cavía duda. La atracción que siento por él es palpable, sobre todo después de su iniciación, cada uno de sus músculos a aumentado y acentuado su existencia para garantizar su supervivencia, su rostro se ha curtido y endurecido a base de golpes, es una persona más adulta y madura. Pero sigue siendo Theo, mi Theo de siempre, ese con el que no puedes tomarte nada en serio, te partes de risa con sus comentarios y chistes tontos. Con el que me encanta bailar y tontear, con él todo te resulta excitante y divertido, un auténtico payaso de lo más atrayente.

¿De verdad quiero pasar a ser una más en su lista? Él no está dispuesto a dar su brazo a torcer.

Entiendo ahora más que nunca sus motivos cuando me rechazó hace un año, no quería perder nuestra amistad, ir más allá significaba que si lo nuestro no funcionaba seguramente no volveríamos a tener una relación de amistad tan intensa. Él es indomable, no admitiría nunca vivir en mi jaula. Es un espíritu libre que necesita libertad, al que no se le pueden cortar las alas, hasta que él no decida tomar tierra y asentarse en esa roca, es misión imposible.

Tomas de Theo no más que lo que él quiera darte. Me gravo a fuego tal afirmación.

Me duele en el alma reconocer que no hay más posibilidad que el descarte, me ha demostrado que no está preparado para una relación. Solo tengo 17 años, ya sé que en osadía la edad no es lo que importa, pero la vida da muchas vueltas, el destino nos dirá al final que tiene preparado para cada uno de nosotros. Cada vez lo veo más claro.

Sin darme cuenta llega otro nombre propio a mi mente, César me ha demostrado una y otra vez que me quiere en su vida. Y es todo mío en cuerpo y alma. Es mi presente y si lo permito puede ganarse su futuro. Llegó a mi por casualidad y me ha ganado poquito a poco, estoy convencida que merecemos una oportunidad.

Sonrío a Theo de nuevo que me examina con curiosidad sacándome de mis cavilaciones, mientras me arrastra por el medio de la pista de baile entre la multitud.

Será el un cabrón divertido pero ...¡¡Qué guapo es el tío!!

Mi subconsciente vuelve a traicionar me. Sacudo mi cabeza para mantener la despejada, de la continua embriaguez que me provoca este chico, nunca conseguiré ser inmune a este hombre, pero reconozco que no es nuestro momento, el tiempo lo dirá. Me sonrojo mientras lo observo perdida en mis maquinaciones.

- ¿Por qué llevas tatuada la bandera de la ciudad en el brazo?- me cuestiona Theo con curiosidad. Sé que es un símbolo de divergencia, las cinco estrellas negras así lo indican, representan a cada una de las facciones de la ciudad.

- Es una larga historia.- No quiero que sepa que César me retó en el juego de atrevimiento a tatuármela, marcando me él mismo desde mi propia iniciación.

- ¿No serás divergente de máximo nivel?- Creo que se está cachondeando de mí.

- Todo es posible.- Fanfarroneo a sabiendas de que es un milagro que esté en Osadía, siendo simplemente apta para Cordialidad y Veracidad.

Estoy segura de que Theo es Divergente de máximo nivel como Nat, sus habilidades e inteligencia así lo demuestran y sé que llegará lejos haciendo grandes cosas por nuestra ciudad. Lo cortés no quita lo valiente. Su destino está sellado con la historia de esta ciudad, su gran apellido pesa demasiado bajo sus hombros y tendrá la obligación de hacer lo brillar como se merece.

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