Capítulo 20. CAMPANAS DE B0DA (Parte III)

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*Theo*

No confía en mí y lo entiendo, sé que lo que voy a exigirle es un acto de fe. Demasiadas veces le fallé, puede que sea demasiado tarde para mí, por un momento flaqueo y siento pavor por haber sido un capullo integral tanto tiempo. El silencio entre nosotros me pica en la piel y decido lanzarme y coger el toro por los cuernos.

- ¿Y César? - le cuestiono fingiendo indiferencia con otra pregunta.

- Rompimos hace un año.- me mira estudiando mi reacción.

Me siento como un ciego que ha estado cuatro años repitiendo su crónica como un tonto hasta conseguir creerse sus verdades relativas. Tengo que poner el alma encima de la mesa y ser sincero con ella de una vez.

Cierro el espacio que existe entre nosotros hasta reducirlo a la mínima expresión. Debo derribar los muros que levanté y liberar un millón de sentimientos prisioneros por demasiado tiempo. La proximidad entre nuestros cuerpos hace que el campo gravitatorio entre nosotros se intensifique. Su espalda toca el tronco de un árbol impidiendo que retroceda y una de mis manos vuela a su cintura transmitiendo me un calor que quema mi piel, siento que en cualquier momento la combustión dará ignición al oxigeno que nos rodea.

La noto vibrante tensarse bajo mi tacto, los nervios empiezan a dominar la como un animal salvaje que intenta escapar de su captor.

Sé cómo reacciona a mí, se muere por que la bese, recorre cada centímetro de mi boca con su mirada felina, ávida de sensaciones, la escucho tragar duro tras humedecerse los labios, centro los ojos en sus pozos chocolate intenso, aumentando la pureza del cacao a medida que avanzo en mi caricia en su cintura.

En un movimiento más que atrevido poso la otra mano en su mejilla y con mi palma en un lateral de su mandíbula voy deslizándola lentamente delineando su perfil, hasta quedar fijada en su delicioso cuello y rotando mi pulgar justo por debajo de su oreja, la fina piel canela se le eriza, es un gesto intimo que la insta a que aparque el miedo a sentir y se relaje.

En decimas de segundo decido que la quiero besar, solo me importa eso y como un lobo hambriento me lanzo.¡ A la mierda! las explicaciones pueden esperar.

Me acerco más al suculento manjar, nuestras respiraciones ya son una y conecto nuestra piel húmeda y moldeable, voy perdiendo me en sus labios, notando crecer las llamas en su interior a fuego lento, acomodando me a la suave curvatura de su espalda, quiero besarla hasta desgastar sus labios, paladear su esencia. Beber me la, estoy sediento de ella, como si hubiera atravesado el puto desierto por años y por fin encontrado el manantial del que beber agua dulce que sabe a gloria. ¡Joder!

Antes de enzarzarme en una lucha que mi lengua está más que dispuesta a entablar, me obligo a separar me para aclarar le la situación, no quiero dejar la más confundida de lo que estaba antes.

- Este recibimiento me gusta más.- le confieso, dedicando le una sonrisa seductora, Estel se muere de vergüenza, intentando recuperar el aliento jadea levemente. Parece des0rientada y un p0c0 aturdida

- ¡Vaya libertades que te tomas!- me espeta refiriéndose a mi repentino y abrasador beso robado. No lo pude evitar la necesitaba demasiado, no me equivocaba en interpretar sus movimientos, me siguió el beso desesperadamente.

- Las que me dejan...- le contesto pretencioso y arrogante y me arrepiento al instante del comentario.- Aun que en este caso yo también lo estaba deseando.- me mira sin entender bien a donde quiero ir a parar.

¡Vamos Theo hecha toda carne a la parrilla! Me aliento.

- Estel he vuelto para quedarme, mi formación ya terminó y me incorporo de nuevo al complejo de Osadía, prestaré servicio en el puesto de mando.

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