Parte 10

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Jay apuró el café y la miró con enojo.

—No me importa que salgas con Grier, siempre que seas discreta —dijo, detestando las palabras al tiempo que las pronunciaba con indiferencia deliberada. La inmovilizó con sus ojos azules—. Pero no te pases de la raya con él.

_______ sabía a lo que se refería y se sintió ofendida.

—¡Como si fuera a hacerlo, Jay!

—Hasta que se anule, sigue siendo un matrimonio —continuó—. Y varias personas de la ciudad lo saben.

—Entiendo por qué te preocupan tanto los chismes... —empezó a decir, y se mordió la lengua, porque era un tema que él detestaba. Él elevó la barbilla y entornó los ojos de forma peligrosa.

—Mi padre era sacerdote —dijo con aspereza—. ¿Te imaginas lo que supuso para él, y para mí, que todo Jacobsville hablara de mi madre y de su patente amorío con el vicepresidente de la fábrica? Ni siquiera intentaron ocultarlo. Se fue a vivir con él cuando todavía seguía casada con mi padre. Todo el mundo lo sabía. Todos sus parroquianos, y tenía que dar sermones todo los domingos. Cuando su amante la dejó por otra más joven, ella le suplicó que la dejara volver a casa e hizo como si nada hubiera pasado. Mi padre intentó aceptarla de nuevo.

Bajó la mirada a la mesa, frío por el recuerdo de aquellos días. Pero su padre, a pesar de su fe, había sido incapaz de olvidar lo que su esposa había hecho. En su mundo, como en el de Jay, los votos eran sagrados.

—Al final, fueron los chismes los que le impidieron olvidar. No cesaron, ni siquiera después de que mi madre dejara a su amante. Algunos de los feligreses se negaron a hablar con ella. A mi padre lo afectó, aunque intentaba combatir la reacción. Al final, le pidió que se marchara, y ella se fue, sin replicar.

—Sólo tenías doce años cuando ocurrió, ¿no? —preguntó ___ con suavidad, tratando de sonsacarle información. Nunca hablaba de sus padres.

Jay asintió.

—La quería. Y mi padre también, pero no pudo superar la traición. Era demasiado pública para que cualquiera de los dos la superara, incluso en una pequeña ciudad.

_______ quería alargar la mano sobre la mesa para cubrir la de él, pero sabía que Jay se la apartaría. Era inaccesible cuando hablaba del pasado.

—¿Te escribió?

—Mi padre le dijo que podía hacerlo, pero se fue a Kansas, a casa de una prima y, al parecer, nunca volvió a mirar atrás —jugó con el asa de su taza de café—. Nos enteramos de que volvió a casarse y de que tuvo un bebé varios años antes de morir. Lo único que recibimos fue el recordatorio de su funeral y una foto arrugada de papá y de mí que ella llevaba en la cartera —tenía la voz tensa, y se enderezó en la silla.

—¿Tuvo un niño o una niña? —preguntó ___.

—Una niña —Jay tenía la mirada perdida—. Murió de meningitis a los seis años, y mi madre falleció en un accidente de coche varios meses después —apretó los dientes—. Era una buena madre —añadió en tono distraído—, aunque fuera una pésima esposa.

_______ habló en voz baja.

—A veces, las personas se enamoran de quien no deben —empezó a decir—. Creo que no pueden evitarlo.

Él la taladró con los ojos.

—En mi libro, si haces una promesa, la cumples. Punto.

_______ suspiró, pensando que era muy poco probable que Jay hubiera mantenido la promesa que le había hecho al casarse con ella, pero no lo dijo.

La historia de EL Y ELLA...~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora