Parte 33

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Jay se relajó. ____ se lo estaba tomando mejor de lo que había esperado. Todavía no estaba seguro de lo que sentía, pero debía hacer algo.

—Lo pediré lo antes posible. Ahora mismo, hay demasiado jaleo. Están atrasados con otras investigaciones, así que la mía tendrá que esperar hasta después de Año Nuevo. Todavía tengo que responder preguntas y ver a un psicólogo. Habrá que emitir informes, declaraciones, y llevar a cabo todos los trámites oficiales posteriores al tiroteo.

_______ observó sus labios firmes con creciente intranquilidad.

—Lamentas lo que hicimos, ¿verdad, Jay?

No contestó de inmediato.

—Sí —masculló por fin—. Había bebido mucho y tú estabas a mano —dijo con rotundidad—. No tenía derecho a usarte para olvidarme de mis problemas.

A ____ se le cayó el alma a los pies. ¡Vaya franqueza!

—Estamos casados... —empezó a decir.

—¡Eso no es una excusa! _______, nunca quise que hubiera intimidad entre nosotros. Insistí en ello, y lo sabes. ¡Sabes por qué!

Parecía muy incómodo, y todas las esperanzas de ____ se evaporaron ante la certeza de lo que estaba oyendo. No se le había ocurrido pensar que dos personas que habían estado tan unidas físicamente podían convertirse en desconocidos de la noche a la mañana. Pero Jay se mostraba distante, se sentía acorralado. La libertad era una religión sagrada para él. No quería estar con _______.

—No quieres seguir casado conmigo —dijo con un suspiro suave—. Lo sé.

Jay no sabía lo que quería. Estaba inquieto, confuso. Después del tiroteo, había buscado consuelo, había necesitado a una mujer. Había empleado el alcohol como una excusa para poseer a _______, por la que había estado agonizando lentamente. Pero se sentía culpable de haberla forzado a una relación para la que no estaba preparada. Nunca había salido con ningún chico. Él le había arrebatado su derecho a escoger. El amor idílico que sentía por él había llegado a su desenlace inevitable, y él estaba preocupado por la pérdida de la libertad y por su incomodidad con la vida de familia y las raíces. Se sentía asfixiado. Necesitaba espacio aunque, al mismo tiempo, no podía olvidar la experiencia vivida en aquel dormitorio a oscuras. Nunca había creído capaz a _______ de sentir una pasión tan desinhibida. De hecho, era la primera vez que él la sentía.

—No, no quiero seguir casado —dijo con obstinación, más para sí que para ella.

—Entiendo —asintió ____.

—No lo entiendes —replicó Jay—. Pero cuando te des tiempo para pensarlo, comprenderás que tengo razón —añadió con frialdad—. Fue una noche aislada en el tiempo, _______. Yo me pasé de la raya y tú me dejaste. Ahora, tendremos que vivir con eso a nuestras espaldas —se inclinó hacia delante con los brazos cruzados sobre las piernas—. Al menos, no habrá ninguna consecuencia.

Se refería a la supuesta píldora que ____ estaba tomando. Ella no se atrevía a contarle la verdad. Se quedó mirando el suelo.

—Y, cómo no, también está Tippy Moore —apuntó ____ con suavidad. Él frunció el ceño—. Tu prometida —le recordó, y forzó una sonrisa.

_______ se lo había mencionado en una ocasión y él no la había contradicho. Empezó a negarlo, pero se contuvo. Si ____ creía que deseaba a Tippy, le costaría menos olvidarse de él. También le haría la vida más sencilla a Tippy quien, aunque ____ no lo supiera, estaba pasándolo mal manteniendo a raya a Gary Mays, el ayudante de dirección. Al menos, su relación con Jay había servido para eso.

____ reparó en su repentino silencio e inspiró hondo.

—Entonces, era un anillo de compromiso, ¿no?

Jay asintió, afirmando la mentira con una inclinación de cabeza que parecía una traición. ____ estaba destrozada. No quería hacerla sufrir, pero su trabajo era su vida. No quería formar una familia, le parecía una trampa mortal. ¡Menos mal que ____ estaba tomando la píldora, o podría haber quedado atrapado para siempre!

____ intentaba asimilar aquella complicación pero fracasaba miserablemente. Le costaba trabajo no ceder al llanto cuando tenía la garganta como si se hubiera tragado un balón. Parpadeó deprisa para reprimir las lágrimas.

—Está bien —dijo con voz ronca—. No te causaré problemas, Jay. Espero que seas feliz con Tippy — entrelazó las manos con fuerza en el regazo y forzó una sonrisa—. Sabía que tenías que ir en serio con ella para comprarle un anillo como ese, cuando nos cuesta pagar las facturas del rancho. No tienes que preocuparte por eso —añadió deprisa, levantando una mano—. Tenías razón sobre la escuela. Solo me falta un semestre, y dos asignaturas, para que me den el diploma. Mientras tanto, puedo trabajar entre clases, en un supermercado o algo así —dijo rápidamente, haciendo planes—. Después, cuando me diplome, buscaré un trabajo en una empresa. Con el dinero extra, podremos contratar a otra persona a jornada completa, como teníamos planeado.

Jay hizo una mueca.

—_______... —empezó a decir, detestando el dolor que oía en su suave voz de mujer. Ella tragó saliva.

—Puedes ir tú solo a Japón. Tratas con extranjeros todos los días.

—Tú eres copropietaria del rancho —la interrumpió.

—De momento —dijo, sin mirarlo—. Cuando consolidemos el trato con los japoneses, tomaremos decisiones. No quiero seguir viviendo aquí y ser una tercera parte incómoda cuando te cases.

—¡Por Dios! —estalló, horrorizado por lo que oía. No se había dado cuenta del cambio drástico que podía provocar la mentira. Ella se puso en pie.

—No pasa nada —dijo—. De verdad —forzó otra sonrisa—. Puede que yo también tenga perspectivas de casarme —añadió, pensando en Siva.

Jay también pensó en él. Estaba noqueado. Sus confusos razonamientos los habían lanzado a aquella maraña de futuros impensables. Se puso en pie.

—¡No hay por qué decidir nada hoy! —exclamó.

—Es lo mejor —_______ avanzó hacia el umbral—. Deseo que todo te vaya bien en Victoria —añadió, y volvió la cabeza sin llegar a mirarlo a los ojos. Seguía sonriendo. Se le iba a quedar la cara helada en esa posición—. Feliz Año Nuevo, Jay. Espero que el próximo sea más feliz... para los dos.

Salió del salón. Jay se quedó mirando cómo se alejaba con el corazón abatido, sintiéndose como si acabara de caer en un pozo del que no podía salir. Había visto tanto dolor en aquellos ojos azules, tanto tormento...


La historia de EL Y ELLA...~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora