Parte 16

24 1 0
                                    

—No voy a entrar —dijo Jay con aspereza—. Te veré la próxima semana.

—Claro. Gracias por traerme.

_______ no volvió la cabeza mientras subía al porche. Entró directamente por la puerta principal y tropezó con un cable, cayó de cabeza contra una silla y echó a perder una escena que estaban rodando.

—¡Genial! ¡Era la toma número dieciséis! —masculló, encolerizado, el ayudante de dirección, Gary Mays, mientras la estrella, Ranee Wayne y dos actores secundarios se lo quedaban mirando—. ¡Mujer torpe y estúpida!

_______ se incorporó con la ayuda de un cámara y se enderezó enseguida. Se acercó con paso enérgico al ayudante de dirección y lo traspasó con la mirada.

—¡Escúcheme bien, tirano imbécil e irascible! ¡Este es mi salón! Llevo días caminando con pies de plomo, tratando de no estorbar, y no es culpa mía que esta casa parezca un campo de minas con tanto cable. ¡No había ningún letrero que avisara que estaban rodando! Y hábleme con educación cuando se dirija a mí, ¿me ha entendido?

El ayudante de dirección profirió una exclamación y empezó a farfullar mientras los actores, el técnico de sonido, el cámara y los ayudantes reían de forma ruidosa. _______ oyó otra carcajada a su espalda, grave, lenta y apreciativa.

—Tiene temperamento, Gary —le dijo Jay al ayudante de dirección—. No conviene sacarla de sus casillas.

—Ya veo —Gary rio, pero sin humor—. Disculpe, señorita —murmuró a regañadientes; ella asintió con rigidez—. La próxima vez pondremos un cartel — añadió, y se dio la vuelta.

_______ miró a Jay con curiosidad, porque la sorprendía que hubiera entrado en la casa. No sabía que la había visto caer y que había entrado corriendo para cerciorarse de que no se había hecho daño. En aquellos momentos la estaba mirando con un extraño fulgor en sus ojos azules.

—¿Estás bien? —le preguntó Jay en voz baja, y se acercó para observarla. Ella asintió, sintiéndose halagada por su preocupación.

—Un poco desconcertada, nada más. Tropecé con la luz.

Jay también asintió. Pero la manera en que la miraba en aquellos momentos era diferente. Nueva. En absoluto familiar.

_______ se quedó pensando en aquella mirada toda la noche, sin llegar a entenderla.

Tippy Moore seguía furiosa y no era muy diplomática. A la mañana siguiente, estaba esperando a ___ antes de que encendieran los generadores.

—Dile a ese... a ese patético policía de pueblo que me pondré los zapatos que me dé la gana —masculló con mirada llameante. ___ abrió los ojos de par en par.

—¿Perdón?

—Por supuesto que sé andar con tacones —prosiguió Tippy, sin arredrarse—. Y le prohíbo que me dirija la palabra a partir de este momento, nunca más. Solo estaba siendo amable con él. ¡A saber por qué!

___ seguía demasiado sorprendida para contestar; la modelo estaba hecha una furia.

—¡Y no estaba tonteando con él! —continuó diciendo Tippy Moore—. Solo intentaba ser educada. Hizo que me sintiera como un caso de sarampión. ¡Pues no estoy interesada en ningún policía paleto, cuando puedo tener al hombre que se me antoje! ¡Díselo!

La reacción de la mujer a la actitud de Siva le resultaba curiosa, por decir algo.

—A Siva no le gustan las mujeres —dijo ___, tratando de suavizar el golpe. No podía explicarle la reacción de Siva, no le correspondía a ella hacerlo.

—Tú le gustas —fue la áspera réplica de Tippy, seguida de una mirada que decía claramente: «A saber por qué».

—Solo soy una ranchera —dijo ___ con suavidad—. No me pongo ropa bonita, ni coqueteo, ni lo amenazo de ninguna manera. Somos amigos.

La modelo seguía enojada.

—Apuesto a que de pequeña te malcriaron —masculló distraídamente—. Estaban pendientes de ti a todas horas y te daban todo lo que querías. La niña de papá — añadió con sarcasmo

_______ se puso tensa.

—En un rancho no se malcría a nadie, señorita Moore —replicó con frialdad—. No hay tiempo. Todo el mundo contribuye, o el negocio se va a la ruina.

—¿Por qué pasa Jay tanto tiempo aquí? —preguntó de improviso. _______ enarcó las cejas.

—Es el dueño de la mitad del rancho. Entre los dos lo dirigimos, y los únicos ingresos que entran son los de Jay... y lo que recibiremos por dejarlos rodar aquí la película.

—Entonces, es por eso... —murmuró Tippy despacio, y se sonrojó—. Pensaba que los Rangers de Texas ganaban mucho dinero. Son especiales.

—Más de lo que se imagina —le espetó ___, defendiendo a su marido— Pero no ganan sueldos de príncipe, y un rancho de ganado acarrea muchos gastos.

—¿Y por qué no vende su parte?

—Porque yo no puedo permitirme comprársela — respondió ___ con rotundidad—. Puede que esto no le parezca gran cosa, pero lleva en mi familia, y en la de Jay, más de un siglo. Ni él ni yo lo venderíamos a no ser que estuviéramos muriéndonos de hambre.

—No es más que un trozo de tierra con un poco de hierba encima.

____ entornó los ojos con frialdad.

—La familia es importante; la tradición, también. El deber, el honor, y la responsabilidad. El dinero, no —añadió con rotundidad, y con desprecio inconfundible en la voz, mientras miraba a la modelo de arriba abajo de forma ofensiva. Tippy levantó el mentón con altivez.

—¿Estás enamorada de Jay?

—Es mi socio —dijo ___ con aspereza.

—Me alegro. No te hagas ilusiones con Jay —añadió Tippy—. Tengo planes para él.

—¿Para qué? ¿Para que haga de criado suyo? —preguntó _______, demasiado enojada para escoger mejor las palabras—. ¿O solo colecciona a hombres y los valora por los regalos que le hacen? Supongo que una mujer como usted nunca podría conformarse con un solo hombre.

Tippy se quedó helada, y se puso en jarras.

—¡No sabes nada de mí!

—¡Ni usted de mí! —fue la respuesta—. No vuelva a darme avisos sobre Jay. Nos conocemos desde que yo llevaba zapatos de charol. No crea que lo arrancará de mi vida por una amistad de unas cuentas semanas, señorita Moore. Puede que lo distraigan una cara y una figura bonitas, pero no es tonto. Puede ver la fealdad que se esconde tras el resplandor.

Tippy se quedó sin aliento. Después, sonrió con frialdad.

—Si esto es un concurso, ya lo has perdido —le dijo con suavidad, pero lanzando fuego por sus ojos verdes—. Jay hará lo que yo quiera. Están apurados de dinero, ¿verdad? Entonces, ¿cómo ha podido comprarme esto?

La modelo levantó la mano y le enseñó un anillo de esmeralda que debía de costar cientos, si no miles, de dólares. ___ sintió náuseas. Jay no era dado a comprar regalos a las mujeres, salvo en Navidad, y siempre era algo útil, no frívolo. A ___ le había regalado una chaqueta de cuero el año anterior. Para comprar algo tan caro como aquel anillo debía de estar locamente enamorado.

____ no dijo nada más. Tenía el corazón hecho añicos. Bajó los ojos y se dio la vuelta; regresó a la casa con la espalda bien recta.

konedwB3


La historia de EL Y ELLA...~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora