Parte 32

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El placer lo tenía subyugado, y estaba buscando la satisfacción con total desconsideración por la virginidad de _______. Pero a ella no parecía importarle. Estaba emitiendo pequeños gemidos rítmicos que coincidían con sus profundas embestidas, y lo buscaba en cada descenso de Jay. Le susurraba al oído palabras excitantes que, después, a la luz del día, la avergonzarían. Lo seguía hasta el final, moviéndose, elevándose, mientras el placer crecía en oleadas de urgencia que buscaban una meta distante y difusa que no podía... alcanzar...

De pronto, cuando estaba frenética y delirante, se vio allí, atrapada en una locura que arrancó un pequeño grito de su garganta. Deseaba poder ver a Jay. Deseaba que él pudiera verla. Oyó cómo los muelles se movían como pistones mientras él la penetraba con toda su fuerza en busca de la satisfacción. Oyó los jadeos ásperos y desesperados de Jay justo antes de que unas luces cegadoras estallaran tras sus párpados cerrados y se arqueara de forma convulsiva. Sollozó durante aquel éxtasis de completa satisfacción al oído de Jay.

_______ no podía parar. No podía dejar de moverse debajo de Jay, ni siquiera cuando él se quedó rígido y se estremeció sobre ella. Jay tenía la piel empapada en sudor. Respiraba con aspereza, gimiendo. A ____ le temblaba todo el cuerpo, con total gozo físico. Era parte de Jay. Lo notó henchirse y estallar dentro de ella. Lo abrazó, sintiendo su peso, mientras se estremecía en el eco del placer más explosivo que había experimentado en su corta vida.

____ deslizó las piernas en torno a las de él, y cerró los brazos alrededor de su espalda. Lo besó en el pecho, en la garganta, en la barbilla, con labios suaves y aturdidos por el deleite, por el amor.

Jay exhaló un suspiro trémulo y ____ notó aún más el peso de su cuerpo, pero solo durante unos segundos, porque él se apartó con una áspera inhalación y se tumbó sobre el colchón.

Jay sentía el cuerpo de goma, y era repentinamente consciente de lo que acababa de hacer. No lo consolaba estar saciado hasta la médula, ni saber que ____ había experimentado tanta satisfacción como él. Tampoco que ella hubiera sido virgen, y que la hubiera hecho alcanzar el clímax la primera vez. Se había aprovechado de ella, y no tenía derecho, aunque estuvieran casados.

—¡Maldita sea!—masculló.

—Y ahora querrás flagelarte —dijo _______ con un sonoro suspiro—. Vas a quedarte ahí tumbado, sintiéndote culpable, después de haberme dado un orgasmo la primera vez.

Jay parpadeó. No podía haber oído bien.

—¿Cómo sabes lo que es un orgasmo?

—¿Cómo no voy a saberlo, si hablan de eso en todos los programas de la tele y en todas las revistas de los quioscos? —se dio la vuelta y apoyó la cabeza en el hombro húmedo de Jay, para acurrucarse contra él con la misma naturalidad que si llevara haciéndolo toda la vida—. Se supone que las vírgenes debemos pasarlo muy mal y sangrar mucho, y llorar después. Lo sé porque dos chicas de mi clase de informática viven con hombres y me lo han contado. Pensaban que estaba loca porque a mi edad todavía no me había acostado con nadie.

Jay le acarició el pelo distraídamente, intentando no sentirse orgulloso de sí mismo.

—No leo las revistas.

_______ enredó los dedos en el denso vello que cubría los poderosos músculos de su pecho. Jay arqueó la espalda involuntariamente por el placer de la caricia.

—Te sientes culpable, ¿verdad? —insistió. Él suspiró.

—Sí, me siento culpable. He bebido demasiado y mis defensas se derrumbaron.

La historia de EL Y ELLA...~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora