Parte 47

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Era cierto, y dolía. Había cometido muchos errores estúpidos. Era increíble que un hombre de su experiencia no pudiera resolver lo que sentía por una chiquilla a la que había conocido casi toda la vida.

—Nos estamos apartando del tema —dijo Jay, para evadirse—. ¿Por qué quiere irse?

—No lo adivinas, claro —suspiró Siva.

—No puede ser por ti —dijo en tono de burla—, o estaría luchando por conservar su mitad del rancho.

—No —corroboró Siva en voz baja—. Es una joven maravillosa. Daría mucho por ser el hombre de su vida, pero no ha podido ser. Ni siquiera estaba en la parrilla de salida.

Durante un largo momento de horror, Jay se preguntó si habría otro hombre. No, no era posible. Pero, si no era Grier, y ____ estaba huyendo...

—No sabes contar, ¿verdad? —dijo Siva en tono irónico—. Hace dos meses que han vuelto de Japón. Llegó a casa esperanzada y soñadora y, después, cayó en una depresión de la que todavía no ha salido porque tú la rehuías como si fuera la peste. Ahora, de pronto, ella te rehúye a ti.

—Ya me he dado cuenta —dijo Jay—. ¡No me estás contando nada que no sepa!

—Sí, si me escuchas. Piensa. ¿Por qué quiere irse? ¿Por qué es tan importante mudarse a algún lugar en que no puedas verla?

Debería haberse dado cuenta mucho antes. Fue como recibir el impacto de un bate de béisbol entre los ojos. ____ intentaba esconderse porque su cuerpo estaba cambiando, porque estaba...

—¿Está embarazada? —la pregunta lo asfixiaba.

Grier se limitó a asentir.

—Eso es lo que dice Maude. Tiene náuseas matutinas desde hace quince días y ya no le cabe la ropa.

Jay palideció. _______ no había estado tomando la píldora y se sentía culpable. Lo había visto con Tippy en el granero y, como no sabía que había sido un beso fingido, estaba decidida a no interponerse en su felicidad, a no echar a perder sus posibilidades con un bebé del que él no tenía noticia. Quizá pensara que tampoco querría responsabilizarse del niño.

Se dejó caer en el sofá y se quedó sentado, atónito, taciturno.

—Me gustan los bebés —dijo Siva—. Estoy en esa edad en la que pienso mucho en ellos. Puedo vivir en cualquier parte. Si quieres que ____ se vaya, la seguiré. Puede que ceda algún día y se case conmigo. Adoptaré al niño y lo querré como si fuera mío.

Las puertas se estaban cerrando. En algún momento, Jay había perdido a ____ y al bebé, y ante él se abría un futuro lúgubre.

Miró a Siva con pesadillas en los ojos. Había adorado la libertad. La idea de pasar su vida con una mujer, de tener una familia, lo había aterrado. Había vivido, trabajado, solo casi toda su vida. No había querido ataduras ni responsabilidades. Pero cuando ____ aceptó una bala que había estado dirigida a él, su actitud cambió por completo. Había hecho todo lo que estaba en su mano para demostrarle que la quería, pero ella se había distanciado de él y había empezado a aferrarse a Grier. Dolía. ¿Cómo podía creer que prefería a Tippy?

¿Qué clase de vida tendría si dejaba que _______ se marchara de la ciudad, y Grier se iba con ella?

—Yo que tú, y menos mal que no lo soy, me iría a casa y pensaría detenidamente en lo que te he dicho — le dijo Siva con leve regocijo—. No dispones de mucho tiempo.

Jay no replicó. Miró a Siva como si no lo viera. Se puso en pie, vagamente consciente de las magulladuras y de los cortes sangrantes de la cara.

—Tampoco estaría mal que te pusieras algunas tiritas —dijo Siva.

La historia de EL Y ELLA...~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora