Capítulo 1: Un Final Para Empezar

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Abrazaba fuerte a Gerard, Mikey sostenía su mano y nadie paraba de llorar, era increíble cómo hace un año estábamos en el hospital tratando de salvarlo y llegó otro mal a quitárnoslo.

Fue repentino, el señor Way había muerto de un paro cardiaco y nadie terminaba de tragárselo, Gee hacía todo su esfuerzo por no gritar y salir corriendo, o por golpear su cabeza contra el objeto más cercano, se le notaba desesperado, su pierna temblaba y se encontraba aferrado a mí, acariciaba lentamente su cabello sintiendo yo, de igual manera, sentía un dolor en el pecho.

Mikey tenía la mirada caida, miraba su puño el cual se encontraba apretado, de vez en cuando maldecía y se lamentaba entre dientes, su novio permanecía serio, sólo estaba ahí apoyando y de cierta forma por compromiso, yo por mi parte trataba de no establecer mucho contacto visual con él.

-Frankie, este es el momento en el que despierto ¿verdad? -preguntó mi pelinegro con su inocente voz quebrada.
-Lo siento... -fue lo único que alcancé a decirle.
-Yo también lo siento... cuando era pequeño un niño tonto le dijo a Gerard que Gerard no tenía sentimientos, pero Gerard si los tiene, porque siento el dolor...
-Gee.
-Y siento amor por ti Frankie, pero hoy me siento triste por papá...

Lo abracé aún más fuerte de lo que ya lo hacía, Gerard corría con la suerte de tener un novio debilucho pues así la fuerza que puse en el abrazo no lo alcanzó a lastimar. Al mismo tiempo trataba de convencerlo de que todo estaría bien, era obvio que a mí también me entristecía en exceso la pérdida de mi suegro, ya que, a pesar del estereotipo de "odio a mis suegros", siempre fueron buenas personas conmigo, pero si había algo que me destrozaba era ver a mi novio llorar, ese hombre que tanto amo, así que tan pronto terminó el funeral lo llevé a cenar para tratar de animarlo, quiero decir ¿A quién no le gusta la comida?

Sentía que se iba a quedar seco de tanto llorar, pero el seguía llorando, no lo podía contener. Lo primero que hice fue comprarle un litro de alguna bebida hidratante en el primer mini súper que se nos cruzó, definitivamente no quería un Gerard deshidratado. Luego de eso lo llevé por un café, sabía que eso lo animaría, por favor ¡Es Gerard!

Lo dejé sentado en una banca de la plaza, le pedí que cerrara los ojos y hablara un rato con Jason en lo que volvía, vi que un poco de tristeza desaparecía de sus ojos mientras hablaba con su amigo, sólo yo lo conocía tan bien como para saberlo. A parte como ya he mencionado, y no es por presumir, pero desde que Gee me conoció y logró establecer un vínculo amoroso conmigo, se sabe y se dice que es más expresivo, es decir que ha mejorado respecto a su enfermedad.

Al cabo de 15 minutos regresé con un café preparado exactamente como a él le gusta, traté de poner mi mejor sonrisa para ver si podía contagiarlo, de verdad detesto verlo triste.

-Ya puedes abrir los ojos Gee -le dije después de regalarle un beso.

Él rió al ver lo que sostenía entre mis dedos y aceptó el café más contento, ese es el Gee que me gusta, por supuesto yo también había comprado algo para mí. Tomé mi café y mi brownie y nos permitimos el darnos un rato un poco más agradable los dos. A pesar de los hechos, quise distraerlo a toda costa.

Era tarde y nos vimos obligados a regresar, pero sabía que a Gerard le haría mal ir a su casa y sentir la ausencia de su padre inundar el ambiente, así que lo invité a pasar la noche en la mía.

Desgraciadamente no pensé en su madre al tomar mi decisión, así que le pedí a Mikey que él y Pete acompañaran a la señora Way y le avisara que Gerard pasaría conmigo la noche para distraerlo de la atmósfera fúnebre que rondaba por la familia. Al final pareció no haber problema, lo cual resultó perfecto.

Me alegré intensamente de haber pedido descafeinados ambos cafés porque Gerard me ha confesado temerle a la obscuridad y bueno, yo iba a ser el encargado por excelencia para hacer que no pase miedo en la oscura noche, sin mencionar que yo tampoco soy inmune a la cafeína. Aparte sé que ambos queríamos dormir y la dicha cosa no iba a ayudar para nada.

Envolví delicadamente su torso con mis brazos y le susurré al oído un buenas noches junto con un beso, unos cuantos minutos fueron suficientes para caer en una especie de coma profundo.

Me despertó un cuerpo a lado mío tratando de cambiar de posición, a los pocos segundos me cayó el veinte sobre de quién se trataba.

-Buenos días -dije entre sueños.
-Perdón ¿te desperté? -preguntó él con su tono monótono de hace meses.
-Algo así, pero no importa -le sonreí -¿Quieres desayunar? Tengo huevos con salchicha.
-Sí.
-Toma -dije bajándome el bóxer con el que dormí.
-¡No seas cochino! -gritó riendo.

Estaba prácticamente desnudo, y sin querer mi broma se transformó en algo más serio, Gerard tomó mi pene y sin pensarlo dos veces lo metió en su boca, se estaba riendo un poco pero sus intenciones estaban definidas, hacía movimientos lentos mientras jugaba con su lengua; supongo que eso me gano por bromista y calentón... lo cual no está nada mal. Sacó mi pene de su boca y empezó a masturbarlo hasta que finalmente me corrí.

-Ya Frank, gracias por la salchicha, estuvo deliciosa -volvió a reir -¿Ahora puedes darme comida de verdad? Leche de vaca en vez de leche de enano por ejemplo.
-Sabes que te gusta -reí con él.
-Sí amor, pero no me alimenta.

Después de eso le serví la poca fruta que existía en mi casa mientras yo asaltaba las galletas. Al terminar de desayunar tomé su mano y lo besé, lentamente introducí mi lengua en su boca...

-Hey, mi uva.
-Ahora es mía -dije conteniendo la risa.
-Eres un idiota.
-Pero soy tu idiota.

Un par de juegos y caricias después lo llevé a su casa, no sin antes darle un fuerte abrazo y pedirle que sea fuerte.

La Cortina II: Miedo A La ObscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora