Capitulo 1

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A veces cuando tomas lápiz y papel y decides escribir un relato no sabes como comenzar, tienes dudas para escoger las palabras adecuadas, en estos momentos ese es mi problema, no sé como comenzar a contar. De momento creo que tengo todo lo necesario, una buena taza de café, ropa cómoda, una larga noche por delante y lo más importante... la historia.

Yo siempre he sido una mujer de pocas palabras, no me gusta extenderme mucho al hablar y menos al escribir, es mejor buscar las palabras adecuadas para hacerlo y por supesto, hacerlo bien, con lógica y coherencia. Todo esto me lo enseñó mi trabajo.

Solo quiero contar el hecho más importante de mi vida, ¿fácil?, creanme que no lo es y más para alguien como yo. Creo que comenzaré presentándome. Me llamo Dulce María, generalmente me dicen solo Dulce o a veces cariñosamente Dul, tengo 29 años y vivo en la gran ciudad de Nueva York, rodeada de gente, altos edificios y el humo de los coches, la verdad que bastante extresante, pero que voy a hacer si así nací, me crié y probablemente moriré. Trabajo como abogada en uno de los bufetes más conocidos e importantes de mi ciudad, no es que me apacione trabajar y mucho menos levantarme temprano todos los días pero tengo que admitir que me gusta lo que hago, desde pequeña he luchado por todas aquellas cosas que me parecían injustas y casi siempre ganaba las batallas, quizás fue eso lo que me llevó a estudiar esta carrera y ahora estar donde estoy. Pero iré al grano, como dije antes no me gusta extenderme mucho...

Bueno, todo esto viene a que quiero contarles una historia, una historia de amor, ¿se lo imaginaban?, seguro que sí ya que trate de lo que trate una historia siempre está presente el bendito amor... pero bueno aún así continuaré.

Todo comenzó un 26 de diciembre de 2004, sí, un día después de la visita del conocido Papá Noel, Santa Claus o como lo quieran llamar, caminaba por las calles de Nueva York enfadada conmigo misma, acababa de perder un caso muy importante, la cosa se complicó y mi cliente tenía todas las de perder, yo aún así le prometí que saldría inmune pero fallé, no cumplí lo que dije y perdí. Me gusta cumplir lo que prometo y ser eficiente en mi trabajo, me enfadaba cada vez que me pasaba eso, lo que he vivido hasta ahora en mi carrera solo he perdido tres casos y probablemente ese fue el más que me afectó, estar días sin dormir analizándolo, dedicándole todo mi tiempo y encima perderlo... creanme que duele y enoja hasta tal punto de bajar tu moral e incluso perder la confianza en tí misma.

Iba por las calles caminando rápido, corriendo al cruzar y llevándome más de un grito de los conductores, pero yo seguía, quería llegar a casa lo más rápido posible, darme un baño relajante, ponerme el pijama y acostarme en el sofá viéndo una película y comiendo chocolate, el plan perfecto para un día tan horroso como el que había vivido.

Las calles adornadas con el motivo de la navidad, los niños estrenando sus juguetes en el parque y los Santas en cada esquina vestidos de rojo, con una barba falsa y una campana gritando un falso "jou jou" pidiendo dinero para los niños necesitados era lo más ridículo que veía en aquella época del año porque eso de niños necesitados no se lo creía nadie, ya que generalmente ese puesto se lo daban a borrachos o gente sin vida que se gastaban las pocas monedas que recaudaban en ir a tomarse una copa en el bar más cercano. No es que no me guste la navidad, de hecho me encanta pero odio a la gente que la utiliza para aprovecharse de las personas con espíritu navideño, que creen que por echar unas cuantas monedas en una taza de lata han hecho la buena obra del año... Todo aquello me agobiaba aún más y agrandaba mi mal humor, cada vez caminaba más rápido para llegar antes a mi destino, mi acogedora morada. También mi mal humor se debía a que no encontraba ningún taxi por la fecha en la que estábamos y el coche lo tenía en el taller. Parecía que el destino se puso de acuerdo para amargar mis navidades pero en aquellos momentos solo tenía en mente mi fantástico plan, ya mañana me animaría cuando fuera a visitar a mi hermana y mi sobrinita a casa de mis padres ya que se había organizado un almuerzo para celebrar la llegada de una tía lejana que venía por navidad, aunque con dos días de retraso, pero bueno... la intención es lo que cuenta, ¿no?.

Amor CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora