Capitulo 20

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El bombeo del pecho ya no era constante ni acelerante, el cosquilleo de todo el cuerpo ya no existía, las mariposas revoloteantes del estómago se habían esfumado. Ahora simplemente no había nada. Nada. Vacío.

Ya no sonreía, ahora era el dolor convertido en lágrimas el que inundaba el rostro. La mente ya no pensaba ni procesaba tanto impotéticas respuestas a algo, ahora inexistente, ya todo estaba claro.

Yo, estaba dentro de una bola de cristal cerrada herméticamente donde solo abundaba lo que yo quería creer, pura fantasía. Una bola de cristal que de un momento a otro estalló, se rompió en mil pedazos lanzando los pequeños restos de cristalitos por todos lados sin importar su destino. Dejando que la realidad chocara contra mi de lleno, sin esperarlo y rompiendo absolutamente todo, como si de un huracán se tratase arrasando con todo tipo de pensamientos, destrozando cada sentimiento y dejándome a mi ahí, sola, con frío y tan solo arropada de un inmenso vacío, un gran vacío y un dolor que es imposible de describir, un dolor que realmente se siente muy dentro del pecho y que es imposible de evitar.

El amor duele... pero un engaño de esa persona... mata.

Con el alma vacía al entender todo. Yo... no era nada. Ahora los cristalitos de mi fantasía se clavaban en mi al ser devueltos por la realidad, yo tan sólo fui un juego, algo pasajero mientras él la esperaba a ella. Cada mentira tan convincente, cada palabra alagadora y tierna y cada beso, me los creí, me creí absolutamente todo.

¡Estúpida, estúpida y estúpida! Yo... que siempre juré que no iba a ser una más de esos hombres que tienen una aquí y dos allí. De esos que te dicen tantan veces que te quieren y luego... No, él nunca me dijo que me quería. Eso dolía más. Jamás llegué a ser algo para él, jamás he sido algo para alguien.

¿Cómo no podía existir ninguna prueba? Una foto, alguna prenda, ¡un maldito cepillo de dientes! Tanto tiempo que pasé en esa casa y nunca me fijé en eso, tal vez por sólo centrarme en él o quizás, tenía todo bien preparado y escondido. Había ocultado toda la verdad de su pareja, incluso hasta a lo mejor se inventó una vida a parte para que yo de beep me la creyera, ¿qué era entonces esconder algunas pertenencias? Nada, un juego de niños.

Cuantas veces lo repetí en mi adolescencia y cuantas más lo recordé a lo largo de mi vida... no existe el hombre perfecto, no existe la perfección, nadie lo es pero incluso esa palabra que no debería de existir, esa palabra fantasía, esa "perfección" que no significa nada duele demasiado cuando te la crees, cuando crees que una persona la posee y luego simplemente ves que jamás lo fue, que con ella te engaño, se rió de ti...

Se rió de mi, jugó conmigo y yo me había enamorado...

Yo le quería, yo todavía le quería, yo le quiero. Y lo peor es que por ese querer el vacío se hace más profundo y por ese vacío se quiere más, se descubre, salen a la luz muchos sentimientos, mucho más fuertes de los que ya sentía, más de los que creía y te das cuenta de que con el dolor ese amor crece y por mucho que luches para ir matándolo es imposible. Crece y duele más.

Como había pasado todo en un instante, como todo se rompió, asi de rápido pasaba el tiempo cuando miraba hacia atrás. Algo irónico porque mientras vivía ese tiempo creía que los minutos no pasaban que los segundos eran eternos para complicar aún más la existencia y hacerme convivir más con esa incomodidad en el pecho, con ese cansancio en el cuerpo y con esa moral destruída, ahora ya nada tenía un sentido, ahora sólo quería dormir para no sentir ese agujero que estaba ahí siempre. No era el engaño en sí, no era tanto el amor, era que me lo había creído todo.

Entre sollozo y pensamiento llegué a creer que todo tenía una explicación pero de nuevo esos cristalitos me clavaban realidad y mi mente me recordaba que era su casa, su novio, su explicación.

Y lo peor era recordar las palabras de él, como me hacía sentir, como me tocaba cuando me entregaba a él. Lo peor era saber lo estúpida que era al creer que el sentía lo mismo, al creer que podía existir un futuro. Ahora lo menos que importaba era que fuera ciego, quizás creyó que con eso me podía camelar más o hasta a lo mejor ni lo era. Depues de tantas noches pensando, durmiendo tan sólo unas horas al ser despertada por mis ojos al de nuevo humedecerse, despues de tantos días y después de tanta realidad que había matado la fantasía podía creer absolutamente todo.

El teléfono sonaba una y otra vez, el contestador no permitía más mensajes y yo... yo ya no estaba. El chocolate ya no hacía efecto, el emborracharse tampoco y el concepto de mantener lo personal y lo profesional alejado no funcionaba en mi, al menos no con aquel dolor tan insoportable que me recordaba una y otra vez por qué se manifestaba. Ahora solo pensaba en mi, en mantenerme alejada y olvidarme de todo, realmente nada me importaba, volvía a un estado anterior a un estado de esos de "ya lo he vivido".

Ya había sido bastante engañada, ahora yo no quería engañarme a mi misma. ¿La nueva Dulce? Se la había quedado él, se había fugado a algún lado. Ahora era la de siempre o bueno... la verdad que no podía ser nueva, lo único nuevo era aquello del pecho, aquel amor que dicen que es bonito sentir, que no hay mejor sensación que la de estar enamorado, sí, puede ser... pero no hay mayor dolor que eso, el amor duele más. Puede ser el sentimiento más gratificante pero el más destructor de todos.

Ha pasado mucho tiempo de eso, esta historia que comencé a narrar porque que a veces el tener las cosas tan guardadas parece que se van a desbordar. El dolor siempre cesa, tarde o temprano lo termina haciendo o al menos un poco. Cesa una parte pero otra siempre se mantiene guardada y ahora, cuando los recuerdos arremeten contra mí ese vacío parece que vuelve a inundar el pecho lentamente pero lo que es el dolor grande cesa, si no fuera así no podía transmitir al menos una pequeña parte de lo que llegué a sentir, una pequeña parte porque hay sentimientos mucho más grandes e indescriptibles, como el amor ¿no? El dolor que provoca es igual, no se puede ni tan siquiera explicar, solo hacer una idea si se quiere hacer con palabras como es este el caso.

Una caída duele, un dolor molesta, la vida en general duele, amar no es para nada la excepción pero... como todo termina sanando, igual que sana la herida de una caída y como el dolor físico se calma con remedios, ese dolor también termina sanando cuando pasa el tiempo, termina sanando del todo o al menos, el consuelo es que se termina acostumbrando a convivir con él. Para mi cesó el dolor punzante pero no la presencia de este ni mucho menos su recuerdo.

Amor CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora