-Dulce... -me llamó de nuevo algo desesperado – por favor, reacciona, dime algo, dime si me vas a dejar hablar contigo o... -calló para de nuevo suspirar pacientemente.
Yo no había reaccionado, mi vista se perdió en algun punto de las baldosas de la acera. Tenía esa sensación de "ya lo he vivido" y no precisamente por la situación si no más bien por lo que sentía.
-Pero es que igual... -volví a fijar mi vista sobre él- No entiendo exactamente el por qué de todo esto -insistí- Tu no eres precisamente el que debe responder ni dar ningun tipo de explicación -continué yo antes de que él hablara.
Axel respiró ondo por la nariz y se masajeó el cuello como destensándoselo. Yo lo miré con prudencia.
-Está bien... quizás si venga en plan de celestino pero no como tu piensas. No vengo a defender ni justificar a nadie. Si estoy aquí es porque así lo creo, otra cosa es que a lo mejor me arrepienta de haberlo hecho mañana pero a veces no viene mal la intervención de terceras personas. Muchas parejas lo hacen, van a un psicólogo por ejemplo, yo aún no tengo el título pero...
Axel había recurrido a su peculiar humor que vagamente recordaba. En otra circunstancia quizás me hubiera reído pero lo observé atentamente meditando sus palabras.
-Ya... -pronuncié al fin- Pero la diferencia es que nosotros no somos pareja ni siquiera cuando estube con él lo éramos. Él, por el contrario, si que tenía una.
Quice caminar pero él me frenó en cuanto pudo.
-Te entiendo, por supuesto que lo hago e incluso comparto tu enfado, rencor y todo lo que sientas pero... -suspiró- A lo mejor él ya no te importe o incluso no sé... lo hayas olvidado ya -yo me reí sarcásticamente hacia mi fuero interno- pero creo sinceramente que las cosas no deberían de quedar así.
Lo miré con el ceño fruncido, hice lo mismo con los labios y apreté los puños.
-Si pero es que tu... ¡tu eres su hermano! No él, Chris es el que debería estar dando la cara aquí si tiene lo que hay que tener -pronunciar su nombre hizo arder mis labios- y si supuestamente está tan mal como tu dices... se molestaría un poco más -bufé finalmente, aliviando un poco más lo atravesado en mi garganta.
-Él cree que tu no quieres verlo más -repondió sin más.
-¡Vaya! Que razonable... -musité furiosa- ¿Qué pretendía que volviera al día siguiente como si nada? -gruñí esta vez desesperada.
-Creía que lo harías en busca de una explicación.
-Sí y de paso también llevaría unos pastelitos y conversábamos todo con su novia, ¿no? -reí con gran sarcasmo y Axel sonrió negando con la cabeza para luego mirarme de nuevo.
-Tú lo quieres... -respondió pausadamente.
Yo sentí la sangre correr más rápido de lo normal por esa afirmación de su parte.
-¡Maldita sea Axel! No estamos hablando de eso... -me quejé yo realmente enfadada.
Él sonrió.
-De hecho hasta lo amas.
-¡Oh por dios! ¿Buscas el título de psicología o vidente? -elevé de más la voz sintiéndome realmente alborotada.
-Más de lo que tu piensas...
-¡Sí!, Sí ¿de acuerdo? Muchísimo, más de lo que pienso, sí, pero eso no sirve de nada... absolutamente de nada. Él me tomó como un juego, algo pasajero con lo que pasar el tiempo mientras esperaba a su novia. Eso... eso nunca podré perdonarlo, no soy ningun juguete de usar y tirar -no me había dado cuenta que en medio de mi desahogo mis ojos habían comenzado a humedecerse de nuevo.
-No podrías perdonar que él hubiera jugado contigo pero... ¿y si no fuera así? ¿Si nunca hubieras sido un juego, Dulce? -concluyó Axel continuando la conversación como si nada- Eso es algo que nunca sabrás si te niegas a hablar con él.
-Ahora resulta que la culpa es mía... -repuse yo inmediatamente.
-No... claro que no. Mitad y mitad o fifty fifty como se dice... Tu por ni siquiera gritarle y él por rendirse tan pronto. Llorar es demasiado fácil Dulce, poner el tiempo de escusa para asegurar que todo pasará es de débiles cuando si se quiere y se desea que no pase sino que se arregle.
-¿Y yo que certeza tengo de eso? -pregunté meditando una vez más sus palabras.
-Servidor -dijo sonriente- Tan solo quería verte para esto Dulce, ya tengo un hermano demasiado estúpido y llorón, tu no eres igual.
-Pero si tengo orgullo Axel. No soy capaz de ir yo a buscarle, simplemente no puedo...
-Pero sí hacer algo para al menos darte cuenta de que lo que digo es cierto. ¿Sabes por qué él se rindió no?
Esta vez no contesté, lo observé unos instantes y mi mirada de nuevo se perdió por algun lado mientras mi imaginación volaba.
-Dulce no venía a decir más, mi misión de amago de celestino ya pasó, de hecho prefiero calificarme como razonable o realista, concejero o quizás... -calló pensando algun elogio más para echarse.
No continuó y centró su vista en mi, medio sonrió y se llevó una mano a un bolsillo de su pantalón para sacar un papel doblado por la mitad. Me lo ofreció y tras unos instantes lo cogí.
-Por si alguna vez quieres hablar o necesitas algun consejo sobre alguna decisión o no sé, para lo que quieras... -me guiñó un ojo- Considérame tu amigo Dulce incluso al margen de esto, ¿de acuerdo?.
Yo asentí con la cabeza mientras esta no dejaba de dar vueltas por todo lo recién hablado. Axel besó mi mejilla y me sonrió de nuevo, dio media vuelta y comenzó a caminar a lo largo de la calle.
Me quedé como una estatua, inerte y con el papel que contenía el número de Axel garabateado con su apresurada caligrafía.
-¡Axel! -le llamé sin moverme un milímetro.
A lo lejos volteó poniéndose de puntillas en medio del gentío para mirarme.
-¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? -grité para que me oyera.
-Sabes perfectamente el qué pero sobretodo siempre lo que quieras... y sientas -su voz se fue alejando cada vez más, dio media vuelta, se despidió con la mano con una sonrisa y continuó caminando hacia delante.
Cuando estube de nuevo en mi casa mi mente se enredó aún más, en todo el trayecto, tanto el de vuelta al coche como el de camino a casa pensaba en cada palabra de la conversación que había tenido con Axel. Pretendió darme a entender muchas cosas de las cuales yo había retenido pero otras muchas que dejó en el aire.
No sabía que pensar ni a que conclusión llegar. No sabía que hacer y ni mucho menos si quería volver a ver a Chris o no. La idea de la pregunta retórica que planteó en una ocasión Axel me había dejado pensando demasiado, realmente eso era lo que ocupaba la mayor parte de mi mente. ¿Y si no hubiera sido un simple juego para él? -recordé en mi mente- ¿Entonces que había sido?
Los recuerdos con los cuales había luchado todo ese tiempo atrás ocuparon todo mi ser, ya era inútil seguir colocando aquella barrera, ahora la habían derrumbado y la visita de Axel contribuyó mucho en eso.
No sabía si quería saber que había sido para Chris, el miedo, el temor de volver a sentir ese dolor me impedía todo. Era como una especial de síndrome de estocolmo, solo que en vez de haber estado encerrada había sido sometida a demasiado dolor, uno que sólo alguien que realmente lo ha sentido (como si habláramos del dolor de un parto de una madre, solo las que han parido saben lo que es) lo entienden. Sí, tenía pánico, fobia a de nuevo salir destrozada de cualquier maldita explicación.
Observé sentada desde el sofá la diminuta y rectangular tarjetita de móvil. Había cambiado mi anterior número con tal de no recibir ninguna llamada, cuando estaba encerrada sóla con mi dolor y decepción. Busqué mi móvil y quité la bateria, retiré la tarjetita antigua y coloqué la otra. Dí un gran suspiro antes de encender el teléfono.
Tras unos instantes de actualizarse la tarjeta sim y coger cobertura comenzó a sonar anunciando llamadas perdidas y mensajes de voz. No me atrevía a descubrirlos, para mi leve confianza y seguridad había hecho bastante con colocarla.
¿Sería esto a lo que Axel se refería?.
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Amor Ciego
RomanceAmor, ¿qué diablos es el amor? Más que cuatro letras juntas y que al pronunciarlas suenan bien seguro. Amor... la palabra más bonita que describe el sentimiento en el que más plena te sientes, en el que te sientes viva al notar que te quieren y quie...