Capitulo 21

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A los minutos como horas, a las horas como días y a estos como semanas era algo a lo que ya me había acostumbrado. La idea de volver al trabajo y cumplir de nuevo con la rutina volvíendo al día a día me tuvo en ascuas durante algunos de estos, la baja por "depresión" tenía que superarla, de hecho ya tenía que superar todo. El tiempo tardaba en pasar, pero la cuestión es que pasaba y con eso la vida tenía que continuar.

Muchas noches pataleando, muchas llorando y lamentándome. Tenía que superarlo. Siempre había estado sola, había pasado muchos desengaños y traiciones y aún así seguía sobreviviendo, esta no tenía que ser la excepción aunque tuviera de por medio algo más fuerte; un enamoramiento.

El dolor... ese de momento no cesaba del todo, el vacío seguía ahí, la punzada del pecho no se había levantando de donde estaba acomodado desde aquella tarde, respecto a eso todo seguía igual. Pero por el contrario entre toda esa guerra de sentimientos se abrió paso otro ejército, la furia, el recentimiento y el deseo de venganza. Una venganza más bien basada en gritos para expresar así eso que tenía atascado por toda la tráquea, que se negaba a pasar por la laringe para ser expulsado por la boca; simples palabras atascadas...

Todo tenía un proceso para terminar, todo que sube tiene que bajar, ¿no?. Era cuestión de tiempo.

Esperando que las semanas (días) pasaran recordé un tema que dí en su momento en la asignatura de "ética" en la secundaria. El amor, ¿por qué se produce?, ¿por qué nos enamoramos?. Nunca le encontré una lógica cuando mi profesora explicaba que era todo psicológico, que era por puro instinto del ser humano para no encontrarse sólo, tener una pareja, un ser con quien estar, todo puro instinto. Esos síntomas que nuestra compleja especie animal necesita (una compañía, una repoducción y un deseo y dominio de bienestar para esta) prefirió llamarlo amor y el proceso de esos síntomas, enamoramiento.

Era una adolescente y aquello a todos nos sonaba muy técnico. Para todo quinceañero el amor era algo sublime, mágico e indispensable, algo que se anhelaba sentir a pesar de poder ser no correspondido y por ello posteriormente sufrir. ¿Qué más daba en aquellos momentos? Lo que importaba era vivir a tope cada segundo, llegar tarde a casa y tener algun plan para el fin de semana. Que maravillosa vida adolescente, sin preocupaciones, disfrutando algun resto de inocencia y ageno en esa etapa a todo lo que pasaba alrededor. En un adolescente esto no es inmadurez, esto es la fase que se debe vivir y así es como se tiene que hacer, donde se es libre ya que jamás, cuando crecemos volvemos a esa vida.Es cierto que cuando crecemos es cuando verdaderamente la valoramos, como todo ser humano, cuando ya pasó por la narices es cuando lo queremos tener de verdad.

En aquel tiempo, cuando el amor (síntoma de nuestra propia naturaleza) había roto cada parte de mi, ahora cuando una intentaba recomponerse y sujetarse a cualquier cosa para salir a flote es cuando recordaba esas cosas e intentaba darle una explicación o lógica para aplicarla a mi situación, llegando a una conclusión que mucho antes había meditado.

¿Qué más daba que eran esos sentimientos? Todo psicológico, instinto o naturaleza... La cuestión es que si se llamaba eso Amor o Pepito dolía de verdad cuando se sentía, porque sentirse si que se siente. Es propio del ser humano querer estar con alguien y algo con lo que ahora estoy de acuerdo es que eso, llamase como se llamase era una reacción involuntaria imposible de evitar.

Era una pregunta de examen: Amor es algo sublime o simple instinto de la especie.

Yo... había suspendido esa asignatura. Ese "llamase como se llamase" era mi asignatura pendiente de por vida.

Me parecía irreal o más bien volver al pasado el sonido de mi despertador a las siete de la mañana, la rutina de levantarse, arreglarse, alimentar a mi única compañera fiel, coger el coche, conducir hasta el bufete, saludar a todos con una sonrisa y mantener una conversación que no llegaba al minuto en el trayecto del ascensor con cualquier compañero o en el caso de ser el jefe minuto y medio al alargar la conversación hasta acompañarlo a la puerta de su despacho, dar media vuelta para dirgirme a mi mesa que ahora estaba más lejos por la excursión hasta el área del jefe mientras era observada por los compañeros que con cara de "necesitas un plus extra a fin de mes eh..." me cuestionaban la razón del peloteo con el jefe; algunos bromeando con el chiste, otros con envidia por no haber sido ellos los que estuvieron en el ascensor para pelotear al jefe con mayor intesidad. Ahora tocaba sentarse, acomodar el maletín en algun espacio libre de la mesa, abarrotada de papeles debido a mi dejadez en el trabajo y concentrarse en hacer justicia analizando casos y hablando con clientes, esperar a que sonara en teléfono profesional o a veces personal según mi implicación en dicho caso. Creo que he comentado ya que me tomo muy en serio mi trabajo y cuando no logro mi objetivo la verdad que me afecta demasiado y el resultado es el mismo estado de... aquel día.

Amor CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora