Capitulo 15

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Cuando él separó sus labios de los mios yo me quedé tal cual, quieta, dejé mis brazos caer de su rostro y no abrí los ojos, tan sólo respiré hondo. No quise ver su expresión, de repente un miedo me inundó, pero un miedo leve que no podía superar la satisfacción que todavía rondaba mi cuerpo. Las piernas me temblaban mientras el corazón me palpitaba como si de latigazos se tratace contra mi pecho.

¿Seguiría o por el contrario se las intentaria arreglar para olvidar lo recientemente ocurrido? Si hiciera eso último creo que estaba dispuesta a morir ahí mismo, que no me enseñe el caramelo si luego no me lo iba a dar.

-Dulce...

Oí como me llamó y aún así no me atreví a abrir los ojos para mirarlo.

-Dulce lo siento, yo...

Mis ojos se abrieron sin nisiquiera pensarlo. ¿Me estaba pidiendo perdón? Fruncí el ceño y vi su expresión inquieta, con la cabeza gacha y apretando sus labios.

-¿Te estás disculpando por besarme? - pregunté yo incrédula, creí que había oido mal, no me lo podía explicar.

-Sí... esto no debería haber pasado - De nuevo se me aceleró el cuerpo. Que me dijera lo que fuera pero que por favor no intentara borrarme ese momento - Somos amigos y esto no debió ocurrir, los amigos no hacen estas cosas y... quizás nos dejamos llevar por el momento en el que estamos pero... - calló buscando de nuevo las palabras nerviosamente.

Mi alma cayó, el impacto fue tan fuerte que hizo a mis ojos aguarse. Demasiado bonito para ser verdad, aluciné demasiado en ese instante, en tan solo un beso me imaginé unida a él en mil más. Alargué la distancia entre ambos dando dos pasos atrás. ¡Maldita sea! Para mi no fue por el momento en el que estábamos, yo quería besarlo, hace mucho quería. Yo quería pero y él...

-No... déjalo, tienes razón -luché contra mi misma para pronunciar esas palabras - No debió pasar.

Se me quebró la voz al hacerlo, quería salir de allí. Chris me importaba, lo quería pero el problema era que en ese momento me di cuenta de que era más de lo que imaginaba.

La rafaga de viento enfrió lás pequeñas lágrimas posadas en mis mejillas, lo miraba y él seguía igual, con la cabeza gacha, moviéndola muy lentamente en forma de negación. Como se puede estar en el paraiso en un instante y al otro estar de esa manera en el infierno.

-Dul de verdad que lo siento...

-Tranquilo - insistí yo a duras penas, no podía seguir escuchando que sentía tanto haberme besado, que fue un calvario tan grande para él - Yo también siento que te arrepientas, tienes razón fue tan solo por el momento.

Suspiró profundo y se apoyó en la barandilla tomando una gran bocanada de aire, yo me alejé aún más abrazándome a mi misma, el frio que sentía en el cuerpo más el de la calle me incomodaba demasiado. El silencio reinó, algunos sordos fuegos artifiales se oyeron muy a lo lejos, apreté mis labios y sequé mis mejillas, toda la magia de la noche acababa de romperse.

-Dime...¿de verdad crees que me arrepiento? - su pregunta me hizo verlo directamente, fruncí de nuevo el ceño.

-Si, es lo que quieres dar a entender.

-Estás tan equivocada... - un deje de nostalgia sonó en su voz. Yo me desesperé, ¿ahora qué me quería decir con eso?

-Chris me resulta muy difícil entenderte, me dices que no debió pasar pero confiesas que no te arrepientes. Trato, juro que trato de comprenderte pero ya no entiendo esto - Una pequeña esperanza me inundó, mínima pero que tenía que terminar de saber porqué decía eso.

-¿Tu lo haces?

-¿El qué? - Pregunté exaltada.

-Arrepentirte.

Entonces yo me desesperé mucho más.

-Chris deja de andar con rodeos y vé al grano - solté yo rápidamente - ¿quieres que me vaya, no quieres que esté aquí? Dímelo, dímelo y me iré pero deja de dar rodeos, sé claro por favor, mi cabeza no da para más.

Lo miré cuestionándolo, deseosa de una respuesta. Ahora ya no me iba a callar, ya no iba a ceder en aceptar lo que dijo, de que ese momento fue una equivocación. ¡No!

Pero él se mantuvo callado, volvió su cabeza a un punto fijo, yo agitada lo seguía contemplando, ya no aguantaba más, él no contestaba porque no quería y yo no iba a obligarlo. Crucé la puerta peor de lo que hace unos instantes ya estaba, volví al pequeño pasillo, me dirigí a buscar mi bolso por algun lado que ni recordaba pero entonces un repentino grito me frenó.

-¡Dulce espérate!

Un grito y luego un golpe, giré y vi a Chris tallándose el hombro recién golpeado con la puerta corrediza media abierta y gruñiendo para si mismo.

-¿Estás bien? -corrí junto a él y posé mi mano sobre la suya.

-No te vayas...

-No pero dime... ¿te encuentras bien? - preocupada seguía a su lado, su rostro estaba aún contraido, el golpe había sonado fuerte.

-Ni siquiera puedo seguirte sin acabar matándome, una vez te dejé ir mientras llorabas, esta vez no lo haré, antes prefiero matarme en el intento que hacerlo.

Lo miré confusa pero de nuevo con punzadas en mi estómago por sus palabras

-Chris por favor dime que es lo que sientes o al menos que piensas

-Pienso en por qué estas aquí.

-¿Tu quieres que esté?

-Si -dijo y calló unos segundos - pero porqué conmigo, todavia no lo entiendo como una mujer como tu gasta su tiempo en estar con alguien como yo.

-Como tu... quizás por eso mismo, porque no hay nadie como tu Chris.

-Esto no puede ser cierto.

Ahora lo observé de distinta manera, Chris podía decir que tenía asumida su ceguera pero no me podía negar que eso no lo acomplejaba en significativas ocasiones.

-Piensas que como eres ciego te resulta extraño que esté aquí pero eso a mi me da igual, ¿desde cuando hay que tener en cuenta la vista para sentir?

Un espeso silencio se formó, yo callé. Fui directa, lo que hacia falta en aquella conversación.

-¿Qué sientes tu Chris? -pregunté yo con temor, sin creerme que yo tuviera esa iniciativa. Esa fresca y nueva Dulce cada vez se hacía más notoria.

-Ahora mismo miedo a que te vayas.

-No lo haré.

-Miedo al no sentirte una amiga.

-Tu nunca fuistes eso para mi -dije sin vasilar un instante.

-¿Entonces que fui?

-Tonto, sabes que lo sabes - reí ligeramente al juntar las palabras y por primera vez despues de el polémico roce volví a ver sus labios curvarse.

Él, yo, mínima distancia. Chris muy lentamente llevó su mano hacia mi rostro, lo palpó con suma delicadeza, con su dedo pulgar recorrió mi fria y algo húmeda mejilla. Humedeció sus labios con su lengua y yo suspiré profundamente.

-Llegaste de repente para hacerme sentir lo que siempre he anhelado -susurró contra mis labios haciéndome sentir su cálido aliento.

-Al menos, no lo siento yo sola. Es mutuo.

De nuevo divisé una leve sonrisa, la vi apenas ya que de nuevo me vi reflejada en sus oscuras gafas, estaba a unos pocos, mínimos centímetros de mi. Ahora el que dio el paso fue él, el que me buscó y el que finalmente volvió a encontrar los labios del otro fue él.

Una nueva satisfacción recorrió mi cuerpo pero ahora sin miedos ni inseguridades, abracé su cuello y él mi espalda, su cálido cuerpo y sabor calmaron mi frio y yo de nuevo ascendí hacia ese maravilloso paraiso.

La vida cambia en un instante, repentino. Las cosas cambian y yo, estaba equivocaba, la magia de la noche no se había roto, apenas iba a comenzar.


Amor CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora