Capitulo 5

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El fantástico plan que horas antes tenía en mente volvió a rondarme por la cabeza. Darme un baño relajante, ponerme el pijama, acostarme en el sofá viéndo una película y comiendo chocolate. Eso era en lo único que quería enfocar mi mente. ¡Oh dios! Ahora si que necesitaba con ancias aquel bendido chocolate. Aligeré el paso, casi corrí cuando vi mi casita, tan linda, tan tranquila, allí... esperándome. Saqué todo del bolso hasta encontrar las llaves, siempre me pasaba igual y aquello lo odiaba. Las llaves siempre en el fondo, me arrodillé en el felpudo y vacié el bolso hasta que oí los cascabeles del llavero, suspiré aliviada, metí las cosas de nuevo, me levanté y abrí la puerta.

Respiré hondo al sentir el olor de mi acogedora morada, solté el bolso por algun lado, dejé las llaves sobre la mesita de la entrada, me descalcé los tacones y caminé con los hombros bajos y los ojos cerrados hasta el sofá. Oí el maullido de mi gato que salía de la cocina para venir a recibirme. Yo me dejé caer en el sofá y de inmediato mi adorada Misi Fusa se subió en mis muslos ronroneando. Pensaréis... ¿Misi Fusa? El nombre de mi gata... es una larga historia.

-¿Y tú?... ¿Que tal el día? -comencé una conversación con mi gata mientras le rascaba la cabeza y no dejaba de olfatearme... Seguramente sentiría el olor de un perro.

-¿El mio? Mejor ni preguntes... Vaya diita... No se si fue bueno o malo, yo al principio lo tenía como el peor pero luego... -solté un suspiro -Que suertes tienes tu ehhh... Sin tener que trabajar, sin la necesidad de encontrar novio, todo el día feliz... decidido, en mi próxima vida pediré ser un gato.

Y allí estaba yo, recostada en el sofá de la sala hablando con mi gata mientras se quedaba adormitada por mis caricias. Que pena me daba... tan joven y soltera, viviendo sola y hablando con mi gato, así sería toda mi vida. La verdad no es que tuviera la necesidad de tener un novio pero sinceramente a veces si lo extrañaba, sobretodo cuando la familia se juntaba y veía a mi hermana feliz con su hija y su esposo, a mi otro hermano con su nueva novia, mis padres radiantes de felicidad y mi abuela... que la pobre siempre me preguntaba que para cuando un novio y yo le repondía que pronto. Cinco años diciéndole lo mismo.

A los 18 tuve uno, creo que fue lo que se dice el primer amor ya que supuestamente yo crei estar enamorada, crei porque ahora lo único que puedo sentir por esa rata de alcantarilla es un odio y unas ganas de que un caminón le pasara por encima mil veces. Y no sueno bruta, el muy... me puso el cuerno con medio equipo de animadoras de donde jugaba. Y lo peor, que fue mi primer hombre, no puedo negar que mientras duró estuvo bien pero desde que me enteré lo que hizo lo odie y bueno... se puede decir que me vengué bastante bien dejándolo en ridículo delante de todo el equipo mostrando una cinta donde yo me sinceraba con una amiga diciendo que era pésimo en la cama y que... ¡la tenía pequeña! La verdad ahora que me acuerdo me rio. Él llegó a odiarme tanto como yo a él. Pero bueno... no tenía ganas de recordar al maldito de Iñaki asi que sacudí la cabeza y me levanté del sofá para dirigirme a preparar mi baño relajante. Mientras la tina se llenaba me dirigí a la cocina para asegurarme que tenía sufiente chocolate.

Di un grito espeluznante al ir a la despensa y darme cuenta de que no había. ¡Se había acabado el chocolate! Corriendo miré el reloj... mier... las tiendas ya habían cerrado, furiosa me deje caer al suelo mientras maldecia. Sin duda aquel día había sido de lo más extraño. Mi gata, Iñaki, el chocolate... nada hacía que Chris se me fuera de la cabeza, ¡si! Chris... no había dejado de pensar en él todo el camino, fue todo tan raro a la vez que especial para mi al oirlo hablar de aquella forma, oir como me confesaba todo, como se soltaba al hablar como si me conociera de toda la vida, su sonrisa... ¡aquella maldita sonrisa que me hacía alucinar! Que me hacía también sonreir, como acarició mi cara, como...

¡Estúpida, estúpida y estúpida! Era lo único que me decía. Si, si... mucho hablar, mucha confidencia, mucha risa pero bien que pasó de mi a la hora de despedirse, juro que me sentí utilizada, se desahogó quizás conmigo y luego... luego solo dice que espera que nos encontremos de nuevo. Yo crei que me invitaría a algun sitio o no sé que mostrara más interes pero no... como siempre la tontita de Dulce es la que se iluciona y sale perdiendo, la que se ena... ¡Un momento! ¿Qué estaba diciendo? ¿Acaso me estaba volviendo loca? Sí... definitivamente me estaba volviendo más loca de lo que ya estaba. Creo que en vez de chocolate me hacía falta un buen tequila, fuerte de esos que recorren todo el cuerpo y rebotan en la cabeza haciéndote olvidar de todo por un momento.

Suspiré aún sentada delante de la despensa, tenía que olvidarme de aquel día... olvidar absolutamente todo, pero todo y volver a mi estupenda vida. A levantarme todos los días a las siete de la mañana, arreglarme, ducharme, vestirme, ponerle de comer a mi gata y marchar hacía el bufete donde desayunaba con mis compañeros para luego estar unas ocho horas o más sentada en aquel despacho revisando papeles, casos y luchar por hacer justicia. Mi maravillosa vida.

Sentí las pisadas del gato detras mía, lo miré y tenía las patas mojadas... mier... otra vez. ¡La tina! Me levanté corriendo y fui al baño donde estaba todo perdido de agua, cerré el grifo corriendo mientras me intentaba apoyar al lavamanos para no resbalar... dios que desastre. Tenía que destaponar la tina para que el agua se fuera... así lo hice, en mi misón de India Jones conseguí quitar el tapón para que el agua bajara. Ahora la otra misión era volver a coger el equilibrio para no caer.

Un complot... ahora sonaba el teléfono, maldecí entre dientes y me agarré al pómulo de la puerta para dar un salto al gran charco de agua e ir hasta el teléfono. Les aconsejo que no lo hagan, por que las puertas... se mueven. Resbalé y me di tremendo culazo contra el suelo mojándome por completo. El teléfono seguía sonando y aquel "ring-ring" había penetrado en mis oidos de una forma muy molesta, casi a rastras llegué a cogerlo. Era mi madre, que tras preguntarme porque había tardado tanto en contestar me recordó el almuerzo con la familia feliz al día siguiente... Genial.


Amor CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora