Capitulo 2

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Cruzamos la calle en silencio e incluso caminamos unos cuantos metros sin pronunciar palabra, yo me fijaba en él, iba sonriendo, como siempre hacía, era algo común en él, algunos arrugan la nariz, otros hablan solos y él... él siempre sonreía. Aunque me encantaba también me extrañaba por el hecho de su situación, sí, era ciego, pero aún asi no parecía afectarle lo más mínimo, vale lo acababa de conocer y no conocía su situación, pero esa fue mi primera impresión. En momentos lo admiraba, por su caminar por ejemplo, caminaba con la cabeza alta y por supuesto con la sonrisa pintada en los labios, por una mano Max lo jalaba a paso ligero, esquivando y caminando incluso mejor que yo, haciendo que a veces tuviera que aligerar el paso ya que creía que me dejarían atrás. A medida que íbamos avanzando la gente miraba para nosotros o bueno, miraban para Chris. Se apartaban de su paso como si fuera un leproso o algo, incluso preferían pararse en una calle estrecha que a pasar al lado de nosotros y aquello me daba rábia, era ciego, invidente o como le quisieran decir, pero era una persona normal y corriente que tenía los mismos derechos que ellos a caminar tranquilamente por las calles de Nueva York.

Permanecía en silencio y aquello me incomodaba, aunque sinceramente no sabía que decir ni que tema de conversación sacar pero al menos, debería de hacer algo, quería que supiera que seguía allí y no que me había mezclado entre la gente y dado media vuelta...

-Me imagino en que piensas... -dijo de repente mientras el perro seguía tirando de él.

-¿Qué? -fruncí el ceño y me aproximé para estar a su misma altura ya que me volví a quedar atrás.

-Que me imagino en que piensas.

-¿A sí, y en que pienso? -sonreí y lo miré, él me miró, sus gafas me miraron y sentí nervios, como si mi espalda se arqueara por algún motivo que en aquellos momentos desconocía.

-No sé... seguramente estás pensando en que qué haces siguiendo a un ciego con su perro.

Solté una carcajada y al notar su expresión seria borré mi sonrisa.

-Te equivocas... No estoy pensando eso.

-Me da gusto oirlo... lo dije porque me incomoda mucho el silencio.

En ese momento nos paramos, el perro se detuvo y giró a la izquierda entrando en un local, miré hacia arriba y me cercioré de que era una cafeteria, la había visto alguna que otra vez pero nunca se me había dado por entrar.

-¡Christopher! Creí que ya no venías -gritó el camarero desde la barra mientras dejaba a un lado el vaso que estaba secando.

-Sabes que siempre vengo, solo que hoy me surgió algo... -dijo mientras me buscaba con la mirada, yo sonreí y me aclaré la garganta.

-¡Vaya! Ya veo... Hoy te sentarás en una mesa ¿no?.

-Por favor -le hizo un gesto raro al camarero, el cual no entendí.

Yo solo me limitaba a seguir a Chris y por supuesto a Max, llegamos a una mesa cerca de la barra, el camarero ayudó a Chris para que encontrara la silla, el perro se acostó a su lado y yo seguía allí parada, nunca me había sentido tan inútil, o sea era su acompañante y ni lo ayudaba, ¡tenía que hacerlo el camarero! ¿Por qué la tierra no me tragaba de una vez por todas y me ahorraba tener que ruborizarme de aquella manera?

-Gracias Axel -musitó Chris. El camarero me sonrió y también me apartó la silla para que tomara asiento, le agradecí y me senté frente a mi acompañante antes de que él volviera a la barra.

-Axel es mi hermano, siempre está pendiente de mí, parece que no sabe que me puedo valer por mi mismo -expresó algo molesto y tocándose los nudillos.

Amor CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora