Capitulo 28

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Hasta que no ví a los demás pasajeros levantándose , algunos para ir al baño u otros simplemente por molestar o echar un vistazo y a las azafatas con los carritos ofreciendo bebidas, me cersioré de que ya habíamos pasado todo el trayecto del despegue y que ahora nos encontrábamos volando sin ningún problema o bueno... solo uno, al menos para mi. Pensar que estaba a tropecientos miles de metros, kilómetros del suelo me hacía sentir un nudo en la boca del estómago. Aquello podía caer en cualquier momento, por un fallo, en picado y lo más seguro es que todos nos mataríamos y acabaríamos hechos cenizas o a lo mejor con un poco de suerte iríamos directos al mar y lo que quedara de todos serían un tetempié para los tiburones u otras especies marinas raras. Preferí respirar y sacar de mi mente todos esos repentinos pensamientos, incluso en el que yo terminaría pilotando el avión guiada por la torre de control, a lo película. El pavor a los aviones me estaba superando.

La mano de Chris sobre la mia fue lo único que me devolvió a la tierra o bueno, más bien a la realidad. Todo a mi alrededor me hacía delirar pero él era demasiado. Sentía que todo iba perfecto, que todo ya estaba hablado y lo mejor es que yo me sentía bien con la explicación, con él y conmigo misma. Él me quería, eso decía él que me quería de verdad . Esas palabras revoloteaban a mi alrededor sin todavía asumirlas. Lo miraba y me parecía irreal, un sueño estar con él por fin, juntos y yendo a algun destino el cual me importaba muy poco si estaba él.

-¿No dirás nada más?

Lo observé y me obligué a bajar de mi nube cuando oí su pregunta. Sonreí y me mordí el labio cuando reconocí nerviosismo en su voz. No había hablado desde su última confesión. Ahora le tocaba sufrir a él un poquito.

-Sigo pensando que haberte ido sin Max es una completa irresponsabilidad.

-Bueno... Dulce ya lo sé pero no sigas eso, ya no me regañes yo sé que no lo debería haber hecho – suspiró – Tan solo unas horas y ya echo de menos a ese chucho.

-No es sólo un "chucho" -le recordé y afrimé – Todavía me pregunto como hiciste para llegar hasta aquí tu solo.

-Preguntando se llega a Roma, incluso para un ciego.

Abundó el silencio y yo me sentí mal pensando que ese comentario le podía haber ofendido. Me retorcí en el asiento y quedé virada hacia él.

-Chris... ¿qué va a pasar ahora?

-Pues... que quedarán unas horas de avión y luego llegaremos a Canadá... -ese arrebatadora sonrisa me volvía a matar.

-Sabes a lo que me refiero – me centré en el tema – Tu ya has dicho todo lo que tenías que decir y yo te he escuchado pero...

-Pero faltas tu, no sé lo que piensas, no sé que sentiste, me lo puedo imaginar pero quiero saberlo, Dulce.

-¿Qué quieres saber? -pregunté mientras sentía el corazón acelerarse.

-Ahora mismo si lo que dijiste antes es cierto.

-¿El qué? -fruncí el ceño confusa.

-Lo de que me... que tu... que dijiste que...

-¿Te quiero? -sabía a lo que se refería, a ese arrebato mio en el cual no pensé lo que decía al dejarme llevar por el momento de tenerlo ahí.

-S... Si -arrastró las letras y eso me hizo sonreir.

-En realidad no – su rostro palideció – Me quedé corta, es que creo que un "te quiero" es muy simple para todo lo que un sentimiento abarcar. Todo lo que se siente no se puede transmitir con un simple te quiero. - alegué indignada mientras Chris volvía a sonreir y negaba con la cabeza.

Amor CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora