Capitulo 6

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Con ojeras, con la primera ropa que encontré en el armario y el pelo agarrado en una traba más algun que otro mechón saliendo por los lados. Ese era mi aspecto el día de la gran comida familiar.

Ojeras... no había dormido en toda la noche... apenas un par de horas, tras limpiar aquel desastre en el baño y optar por una ducha rápida para no malgastar más agua, ver una maldita película de amor y comer la comida precocinada que había encontrado al fondo de la despensa... tras todo eso lo normal es caer rendida en la cama pero no... yo al parecer no soy así, se me dio por llorar con la bendita película y llorar más por extrañar mi chocolate, cuanto lo necesitaba en aquellos momentos... y bueno, aparte de todo, pensar... estube toda la noche dándole vueltas a la cabeza, pensando en mi vida en general, planteándome mi futuro, planteando si seguiría así hasta ser viejita, viviendo sola y de lo mismo, buscando el optimismo pero sin encontrarlo.

La primera ropa que encontré... yo es que soy de esas personas que se visten según el humor con el que amanecen o según el tiempo que haya... soy bastante especial. No sé si negro y marrón es una buena combinación pero bueno... en aquellos momentos poco me importaba. La verdad que el día no estaba tan malo pero aquel 27 de Diciembre yo decidí optar por vestirme según mi estado de ánimos... muy bajo y oscuro.

Despeinada... aquella mañana creo que lo último que tenía ganas de hacer era pasarme la plancha o quizás optar por unos graciosos tirabuzones con el rizador. Así que qué mejor que la trabita con el pelo recogido en una sencilla coleta.

Mi coche aún de vacasiones en el taller y la casa de mis padres bastante lejos. Llamé un taxi que se retraso media hora ya que supuestamente no encontraba la calle donde vivía. En otras circunstancias lo más probable es que tuviera una discusión con el conductor del taxi pero debido a mi humor y estado de ánimos aquella mañana preferí dejarlo y aceptar sus disculpas.

Una hora y doce minutos contados por mi reloj fue lo que tarde a una velocidad de unos 40 a 60 km/h. Con mi coche hubiera estado antes pero al parecer aquel conductor no solo se perdía por las calles a pesar de su abanzada edad (algo irónico en un taxista) sino que también llevaba a raja tabla las normas de circulación. Si de por si mi humor era de perros con todo aquello aumentó y sobretodo cuando lo primero que oyes nada más llegar son las risas y la felicidad de mis parientes... que envidía, ¡¿por qué yo no me podía divertir también así?!.

La casa de mis padres está más a la afueras de Nueva York, no en la ciudad, por tanto es una linda casita terrera, con jardín y toda la cosa... desde el gran portón de fuera se oían las risas y conversaciones de mis familiares. Eché un suspiro antes de tocar el timbre y esperar.

El primer recibimiento fue el de mi hermana, que antes de abrazarme, darme un beso o simplemente preguntar como estaba prefirió dar un grito espantoso y echarme la bronca por parecerme a la abuelita con aquellos atuendos. Le contesté con un "yo también te quiero", le besé la mejilla y me adentré en la casa poniendo una sonrisa bastante forzada y fingida mientras saludaba a todos los familiares, mis padres tan alegres de verme como siempre... mi madre también me dijo algo de mi ropa y vaciló diciéndome si se había muerto mi gato y por eso iba de luto pero preferí no hacer caso, ya que en cambio para mi padre siempre estaba linda.

Y así pasé un maravilloso día en familia (creo que sobra decir que esto lo digo con un gran sarcasmo). Mi abuela preguntándome una vez más por un novio y mi hermano menor también apoyando la broma mientras se daba tremendos besos con su nueva novia. Mi tía, el motivo de aquella reunión, a todas horas contándome su vida y siempre pendiente de sacarme información de la mia. Mis padres, mi cuñado, hermanos, primos... todos pintados con una gran sonrisa en la cara y yo mientras sentada en una esquina con un buen tequila en mis manos, lo que eché de menos el día anterior junto con mi chocolate, que por cierto... devoré todos los que había en los platos ya que mi adorada madre había comprado del de la marca que a mi tanto me gustaba. Creo que eso fue lo mejor junto con mi sobrinita Julieta de tan solo cuatro años, la única que me sacó una sonrisa no fingida..

Me emborraché... cogí una de las buenas mandándome aquella botella de tequila yo sola, mi sobrina se reía de las tonterías que hacía y los demás familiares me gritaban algo que yo sinceramente ni recuerdo. Fui la payasita de la fiesta, la verdad no me dio pena, era lo que necesitaba, algo así de fuerte para olvidarme de lo desgraciada que veía mi vida. Me gustaría describir todo lo que hice en aquella tarde con mi borrachera pero sinceramente ya ni me acuerdo, lo último que tengo claro de ese día es que al siguiente amanecí en mi cama -ya que por lo que sé mi hermano menor fue el que me llevó de nuevo a casa- con un dolor de cabeza horrible y para colmo aquel día era jueves, por tanto, día laboral, llamé al bufete y finguí que estaba enferma aunque bueno... realmente si que lo estaba, el dolor de cabeza no me dejaba mantenerme en pie por muchos segundos asi que opté por pasarme aquel día durmiendo en mi cómoda cama, sola... o bueno acompañada por mi querida mascota.

Amor CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora