14. No todo era cierto.

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La piel de Navah se había vuelto aún más blanca de lo normal, el clima había cambiado de un momento a otro, y el aire frío le calaba hasta los huesos, se había detenido de golpe ocasionando que Atenea chocara con ella.

La castaña levanto la vista al instante, estaba a punto de reclamar, cuando se quedó sin aliento.

El castillo parecía aún más imponente de cerca, las grandes puertas de madera eran custodiadas por un par de guardias, que vestían una cota de malla junto con una armadura, sus manos reposaban en sus espadas mientras la mirada la tenían al frente.

Los cuatro se quedaron de pie junto a los escalones que conducían a la puerta, Azzhiel fue el primero que subió las escaleras y luego de susurrarles unas cuantas cosas a los guardias, estos abrieron las puertas.

Azzhiel les hizo un gesto con la cabeza, indicándoles que lo siguieran. Navah fue la primera en pasar, seguida de Atenea, Luca iba detrás de ella y Ander cerraba la marcha.

Subieron los escalones de piedra con trabajo, sus piernas realmente estaban cansadas y exigían un descanso. Al pasar frente a los guardias estos hicieron una leve reverencia, los elegidos se miraron entre ellos intercambiando miradas de extrañes.

Al entrar quedaron simplemente maravillados.

Las paredes del castillo parecían de mármol, grandes columnas sostenían el techo de piedra y unos inmensos vitrales adornaban gran parte de las paredes, estos tenían diversas formas y figuras. Por encima de sus cabezas colgaban grande candelabros que le daban luz al inmenso vestíbulo.

−Bienvenidos, elementales. Azzhiel, agradecemos que los hayas traído.−los elegidos se voltearon rápidamente.

Desde el otro extremo del salón venían caminando tres personas, sus pasos hacían eco y a la vez que se acercaban se podían apreciar mejor.

A los extremos venían un par de chicas, ambas vestidas casi exactamente igual, vestían un sencillo vestido color café y con mangas largas. Una de ellas era pelirroja, su piel era pálida y llena de pecas, era alta y caminaba con porte. La otra era una castaña rizada, su piel era trigueña, pero sin llegar a ser tan oscura, y sus ojos cafés resaltaban en su rostro. En medio de ellas, un hombre caminaba con seguridad, su cabello castaño destacaba en su pálida piel, vestía un pantalón negro con una túnica azul marino que le llegaba un poco más arriba de la rodilla.

−Eidur, creí que estarían aquí los guardianes.−respondió Azzhiel haciendo caso omiso a sus palabras.

Eidur lo miro y se cruzó de brazos.

−Ellos han tenido que emprender un viaje a las Islas del Norte, estarán aquí en cuestión de semanas.−Azzhiel no le respondió, Eidur dirigió su mirada a los elegidos y les sonrió.

−Supongo que estarán cansados y hambrientos, Simone y Dunya los conducirán al comedor. –señalo con un gesto a las chicas que iban detrás de él.

−Por aquí por favor.−hablo una de ellas, señalando el corredor. Ellos asintieron y antes de andar miraron al mentor.

−Hasta aquí llegó yo. He cumplido mi misión con ustedes.−respondió Azzhiel.

−Pero mentor...−el mentor interrumpió a Navah negando con la cabeza.

−Un largo camino los espera, Miranoi los necesita. Y yo sé que ustedes le darán la paz que tanto ha buscado.

Navah, Atenea, Ander y Luca se quedaron callados.

−Mandaré a alguien a acompañarte de vuelta a casa, Azzhiel. En nombre de los guardianes elementales te doy las gracias por haber cumplido tu misión.−declaro Eidur.

Los Elegidos (Legado Elemental #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora