29. La razón.

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Navah y Ander se encontraban escondidos entre la maleza, observaban como los habitantes de aquel campamento iban y venían con armas, comida, ropa limpia... Era como si vivieran una completa normalidad, ajena a lo que realmente sucedía en Miranoi.

Ander le hizo una señal a su compañera y ambos avanzaron para intentar descubrir que hacer. Llegaron a donde había un tronco caído y se recargaron sobre el.

─¿Y? ¿qué haremos? ─preguntó la chica.

─Creo que lo mejor será volver con Nea y Luca, juntos decidiremos que hacer y a donde ir─ opinó el chico, Navah asintió con la cabeza.

Ambos se pusieron de pie para regresar con sus compañeros cuando el chico sintió el ruido de una espada desenvainándose, ambos voltearon sus cabezas y encontraron a un grupo de aproximadamente 10 personas detrás de ellos, apuntándoles con sus espadas.

Automáticamente alzaron sus manos, mostrándoles que no llevaban armas y que eran inofensivos.

Todos tenían expresiones feroces, la mayoría eran hombres, a excepción de tres mujeres, que se veían igual de letales. Ambos vestían camisas de lino y pantalones, todos tenía aspecto de haber estado en alguna batalla, pues los estragos de ellas se hacían presentes en sus cuerpos.

Un hombre, quién parecía liderar aquel grupo dio un paso al frente, aun con su espada en mano.

─¿Quiénes son ustedes? ─avanzó un poco más, mientras los estudiaba con la mirada.

Ander abrió la boca para responder, pero notó que su boca estaba extrañamente seca y no pudo pronunciar palabra alguna. Miró a Navah en busca de ayuda, pero la chica enmudeció al igual que él.

─¡Ander! ¡Navah! ─una voz familiar emergió detrás de aquellos hombres, quienes rápidamente se apartaron para darle paso.

Ambos se quedaron sorprendidos al encontrar a Azzhiel frente de ellos.

✴️

Su cabeza dolía, sentía el palpitar de su corazón acelerado y lo más importante, le pesaban los ojos terriblemente.

Luca abrió los ojos, se percató de un leve hormigueo que recorría las palmas de sus manos y pies, trato de sentarse e inmediatamente notó unos grilletes en sus manos, tenían una cadena que los unían a los grilletes de los pies.

El sitio donde se encontraba lo sacudió de un lado al otro, golpeándose con un palo de madera en la cabeza, soltó un gruñido y comenzó a mirar a su alrededor.

Se encontraba en la parte de atrás de una carreta, era una jaula hecha de madera, no logró ver a los que conducían, pero apostaba que era Ceto y Orión...

Pero no estaba solo, una Atenea inconsciente yacía aún lado de él. Se acercó lentamente a su compañera, ignorando el dolor de su cuerpo.

La chica estaba recostada de espaldas, el cabello le cubría su rostro y se encontraba pálida. Trató de moverla un poco para hacerla despertar, pero no dio resultado.

─Atenea, despierta─ susurró el chico sin obtener respuesta, la movió más fuerte y comenzó a notar como la chica trataba de moverse ¡estaba despertando!

─¿Atenea?

La chica comenzó a tratar de mover sus brazos, buscando un equilibrio para levantarse. Abrió los ojos lentamente y observó como ella, al igual que él, luchaba para abrir sus ojos.

─Luca... ¿qué... qué está pasando? ─comenzó a susurrar la chica.

─Tranquila, despierta despacio...─ con la poca movilidad de sus manos logró ayudar a Atenea a sentarse, la carroza volvió a moverse bruscamente y ambos salieron disparados a los costados de la carreta.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2020 ⏰

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Los Elegidos (Legado Elemental #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora