17. Primer clase.

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El día siguiente llegó más rápido que un rayo de luz, aunque no precisamente despertaron gracias a ellos, pues Dunya y Simone habían llegado a sus habitaciones mucho antes que el sol comenzará a hacer su aparición.

Lo habían obligado a ponerse de pie, a ducharse y bajar a desayunar. Los cuatro se encontraban aun somnolientos y se sorprendieron de no encontrar a los guardianes ni a Eidur en el comedor, sin embargo el desayuno ya estaba servido, por educación esperaron algunos minutos pero al ver que no llegaban comenzaron a comer.

Los cuatro estaban en absoluto silencio, el único sonido que había en la sala era proveniente de los cubiertos y de sus bocas al masticar.

Atenea y Navah intercambiaban miradas para que alguna comenzara a hablar, ambas querían saber exactamente qué era lo que les habían dicho los guardianes exactamente.

−¿Son muy enojones? Los guardianes, quiero decir−preguntó Navah, Luca y Ander subieron la mirada lentamente y la clavaron en su rubia compañera, esta desvió la mirada a su plato rápidamente, era obvio que no querían hablar de ello.

El silencio volvió a gobernar el lugar, ninguno volvió a abrir la boca para decir algo de nuevo, se limitaban a masticar, morder y sorber. Cuando estuvieron saciados bajaron sus cubiertos a la mesa y esperaron a que alguien fuera por ellos.

A los pocos minutos entró Eidur, quien parecía haber amanecido de muy buen humor.

−Buenos días, ¿amanecieron bien? ¿Listos para su primer entrenamiento?−preguntó con una sonrisa en el rostro, los elegidos se limitaron a mirarlo en silencio.−Vaya, que apáticos. Nunca había visto a unos elegidos tan sosos.

−¿Has visto a muchos?−preguntó Luca, la sonrisa de Eidur disminuyo un poco y se encogió de hombros para rápidamente corregirse y decir:

−Historias− dirigió una mirada rápida a Atenea, quien al sentir su mirada la mantuvo fija unos minutos para después desviarla en dirección de Navah.

−¿Y los guardianes?−preguntó Luca con cautela.

−Los están esperando−una sensación de nerviosismo recorrió sus cuerpos mientras sentían como su piel se erizaba−Navah, te esperan en el jardín trasero. Luca, a ti te esperan a la orilla del mar. Atenea, debes ir a la primera torre. Y Ander, te esperan en la biblioteca.



Navah salió del castillo y comenzó a andar para llegar al patio trasero, en ese momento se arrepintió de haber escogido un vestido de seda blanco para ese día, no había comenzado su entrenamiento y el vestido ya se encontraba salpicado de lodo. Con sus manos alzó la parte delantera de la falda y comenzó a caminar más rápido.

Cuando por fin llego al jardín trasero encontró a su nuevo mentor al centro de un enorme círculo de tierra que estaba rodeado por rocas de distintos tamaños y colores. Navah se quedó de pie al borde de estas, el guardián de tierra se encontraba de pie con los ojos cerrados y los brazos cruzados.

¿Cómo se suponía que debía llamarlo? ¿Señor, guardián, mentor...? Estaba a punto de ingresar al círculo de tierra cuando la potente voz del guardián la detuvo.

−Alto, elegida. Antes de entrar y poder comenzar a dominar tu elemento debes hacer las paces contigo misma y entrar en cuerpo y alma.−la chica se quedó petrificada ante el mandato del guardián, el hombre abrió los ojos y la miro fijamente. Un escalofrío recorrió el cuerpo de la rubia.

Los Elegidos (Legado Elemental #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora