(1)Viernes a media noche

619 60 15
                                    

Habían pasado varias horas desde que había salido de clases y el frío había entumecido mis piernas, entonces me maldije internamente por haber olvidado esa mañana que tenía deporte, la falda que me cubría ahora sólo parecía un trapo de seda que ondeaba descontrolado por las ráfagas de viento de la ciudad.

Ya debería haber vuelto a casa pero Kris no volvería hasta las 2 de la mañana así que no tenía caso, prefería pasar el tiempo en algún otro lugar, aunque deambular por la calle a media noche no fuera lo más inteligente. Llené de aire mis pulmones y la rabia que había olvidado hace un momento, volvió.

Mi madre había muerto hace un año, lo que me había dejado a la protección de mi primo Kris, 10 años mayor que yo. Aún así, él sólo contaba con trabajos de medio tiempo, logrando apenas sobrevivir con lo que quedaba de su sueldo luego de pagar el departamento, mi colegiatura y las necesidades básicas.

Con frecuencia mis recuerdos me llevaban a mi antigua casa, con grandes ventanas que dejaban entrar a la luz del sol, encontrándose así con el lugar impregnado con el olor del café.
Mamá amaba el café y las galletas, así que esa linda casa de paredes amarillas y delicadas cortinas blancas, siempre tenía un aroma cálido y dulce. Eramos ella y yo contra el mundo.

Ahora ese hogar, esas mañanas de café y esas tardes de películas en el sofá, se habían ido y solo quedaba el pequeño y viejo departamento de Kris, con sus paredes grises y deprimentes.

Los momentos felices ya no volverían.

No me dí cuenta de mis lágrimas hasta que dejé de ver con claridad. Las aparté de golpe con mi antebrazo y encendí la pantalla de mi celular.

Ahí estaba ella, abrazándome con fuerza mientras sonreía.

Mi madre.

Alcé la mirada, pestañeando rápidamente para dejar de llorar al tiempo que resoplaba con fuerza. La tiendas de conveniencia y restaurantes iluminaban a lo largo de la calle, el tráfico era fluido y la luces brillantes.

El viento helado me despeinó el cabello.

Le he dicho a Kris que quiero trabajar a medio tiempo con él ya que pronto cumpliré la mayoría de edad, pero siempre se niega rotundamente, como si fuera un tema prohibido.

Pateé con tanta fuerza una piedrecita, que saltó por los aires y se perdió entre las plantas que bordeaban la acera. Era exasperante el sólo pensar que mi vida sería siempre monótona y gris. Yo, una chica de 17 años aspirando a grandes experiencias y que probablemente termine viviendo la vida de su primo, viviendo en un espacio reducido a duras penas, rompiéndose el lomo para mantenerse a flote aún cuando hubiera perdido años estudiando una carrera, para sólo terminar como una persona mediocre e incompleta. Era lamentable.

-¡Oye! -levanté la mirada de mis zapatos hasta una chica temblorosa y con los ojos sobre abiertos a más no poder, como si estuviera en shock. Estaba pálida a pesar de que iba muy maquillada, una sombra negra entornaba su mirada nerviosa y sus labios temblorosos estaban bañados de un color carmesí. Curiosamente vestía un uniforme similar al mío aunque claramente tendría más de 20 años

-¿Podrías tenerme esto? -su voz entrecortada lo hizo sonar como una súplica.

Era un brazalete naranja fluorescente, cómo los de las discotecas.

Antes de poder decir algo ya lo había depositado mi muñeca

- No lo pierdas, ¿bien? vuelvo enseguida- advirtió y sin mas atravesó la calle como un fantasma. Di un saltito y mi corazón golpeó en mi pecho al ver que casi era arrollada por un auto plateado pero eso no la detuvo, terminó de cruzar la calle y se perdió entre una de las avenidas. Solté el aire lentamente tratando de disipar el susto que me había dado esa chica.

Please be nice with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora