(38)El mundo es implacable

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El brillante azul del cielo no me parecía tan agradable como de costumbre.

Me regañé a mí misma al notar como me dejaba arrastrar por la depresión y mis ánimos,cayendo en picada. Suspiré.

El grito potente de los chicos y el sonido sordo de los choques de las armas y los golpes, eran contenidos por las paredes de cristal a la que Hae Won y yo le dabamos la espalda.

-¿Dónde estuviste estos días?

- Trabajando - Murmuré concentrandome en sonar convincente y suprimir los recuerdos que esa respuesta traía consigo.

-Estos días quise decirte algo...- curiosa me volví hacia él pero su mirada estaba fija en el cielo, de forma ausente.

-¿De qué se trata?- sus ojos se posaron en los míos por un momento. De forma tan intensa que parecía una eternidad.

-Creo que debo esperar un poco más - lo miré confundida, a la espera, pero me tensé al sentir su mano tomar un mechón de mi cabello y colocarlo con delicadeza detrás de mi oreja- No quiero darte otra cosa más en la que pensar.Sólo concéntrate en volver a ser tú. Estaré esperando- mi mirada tembló ante su sonrisa y calidez ,y ante esa opresión en mi pecho.

Yo no volvería a ser la misma aunque quisiera. Aunque lo deseara con todas mis fuerzas.




























Los peces se movían de forma monótona, encerrados en un cristal frío que los aislaba del resto del mundo. Para ellos ese podría ser el lugar más grande pero sólo estaban retenidos en una linda mentira.

A veces deseaba estar encerrada como aquellos peces, e ignorar todos los problemas y desgracias a mi alrededor,pero eso era imposible.

Subí las piernas al asiento y abracé mis rodillas contra mi pecho. Miré sobre mi hombro al sentir una presencia.

En la parte más alta de la sala se hallaba inmóvil una figura que parecía mirarme aunque no pudiese distinguir sus ojos o algún rasgo. Suspiré agotada y me resigné a la ilusión de Hyun.

Me abracé con fuerza y fijé la vista en el acuario.

Poco a poco y sin que lo notaran, yo terminaría alejandome de todos por su propio bien y por el mío. Ya estaba decidido.
















La luna parecía el agujero de una gran caja fría y oscura que nos retenía todos. El frío erizó mi piel pero aquello no causó mayor efecto en mí.

A lo largo del día mi mente nublada revolvía mis pensamientos, sin dejarme pensar en nada concreto realmente.

Los últimos tres días eran los mismos. Las noches eran iguales y sentía como mi existencia se volvía mas frágil. Como si me desvaneciera lentamente. Lo más deprimente de todo era que en realidad no me preocupaba. Al igual que si era de día o de noche,si estaba ó no despierta,ya no importaba.

Miré el resto de las casas entre las intrincadas y angostas calles del barrio.

Mi estado de depresión estaba llevándose las pocas ganas de vivir que me quedaban.

































Pov's Meari:

Era la tercera noche consecutiva en la que Ieri subía a la azotea a sentarse en el borde del edificio. Ese sentimiento de impotencia que hacía tiempo no sentía,estaba volviendo rápidamente. Alarmandome.

La última vez que había subido tantas veces había sido hace cinco años.

Luego de encontrarla en esa estación de policía con moretones y rasguños en su rostro y con la mirada perdida y vacía; justo después de mudarnos, ella subía cada noche sin excepción a mirar el cielo.

Todos esos meses sin oirla hablar fueron una tortura, pero siguió siendo una tortura cuando logró volver a ser ella y me contó todo lo que había sucedido.

Cómo Kris había desaparecido, cómo había sido vendida y cómo el hombre al que creía su perdición, había terminado siendo a quien había entregado su corazón. En ese momento me dí cuenta del profundo dolor que había experimentado completamente sola luego de que aquella explosión hubiera borrado a las personas con las que se había encariñado y me prometí en ese entonces, protegerla incluso con mi vida si era necesario. Me prometí ser su sombra sin que lo notara. Había sido suficiente dolor para ella.

Sin embargo, Ieri aprendió a ocultar sus sentimientos y sufrir en silencio, y en el instante en que volvió a subir a la azotea supe que tal como hace cinco años, ella estaba encerrándose en sí misma. Enfriando sus emociones para reducirlas a nada.

Aparté mi mirada de ella y mis ojos se empañaron al ver la luna.

Me pregunté cómo era posible que una chica tan buena como ella hubiera terminado de esa forma tan lamentable. Mi mejor amiga,la chica que sonreía alegremente y se saltaba las últimas horas de clase sólo para llevarme a comer calamar, estaba extinguiéndose ante mis ojos.

Mi cuerpo entero fué recorrido por un escalofrío cargado de rabia e impotencia.

El pasado no sólo la había marcado sino que ahora estaba volviendo por ella,tratando de arrancarle la vida.

Cerré la puerta con cuidado para no hacer ningún ruido y me dejé caer sobre uno de los escalones, agotada y decidida a pasar una tercera noche en vela por ella.

Mi promesa se estaba agrietando rápidamente.

¿Cómo alguien tan débil como yo podría protegerla de una mafia de japoneses ó pelear contra una enfermiza ilusión que se arraigaba como espinas a su corazón?

Este mundo es tan grande que siendo tan pequeña no puedo protegerla, sólo puedo ser paciente y orar por ella y perdonar...que estas cosas no vuelvan a pasarle jamás, que olvide los malos recuerdos y que sólo tenga buenos de ahora en adelante ó...que alguien pueda protegerla como yo no he podido.

Para personas como nosotras, el mundo es más implacable de lo que alguna vez imaginé...























Pov's Ieri:

Una semana. Sólo una semana bastó para mantener mis emociones al margen y agudizar mis sentidos.

La mañana estaba nublada, señal de que seguramente llovería. En cierta forma me reconfortaba y hacía sentir mejor.

Los horribles nervios que debía estar sintiendo por ser el primer día de grabación sólo eran una sensación incómoda que hacía pesar mi estómago. Recogí mi cabello en una coleta alta y me dí un último vistazo antes de salir de la habitación.

Un pinchazo dió justo en mi pecho al ver a Meari durmiendo en el sofá, pero dejé pasar ese molesto piquete y la cubrí hasta el cuello antes de irme.

Tal vez se debía mi percepción, pero desde la ventana del autobús los arboles a lo largo de la calle se veían tan opacos como la chaqueta que me cubría.

Suspiré y cerré los ojos, concentrandome irónicamente en no pensar, aunque una débil y rebelde vocecita me susurró al oído....

Tao...

De inmediato sacudí la cabeza molesta conmigo misma.

Please be nice with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora