(58) No fué tu culpa

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Desperté con la sensación de que me mecía por el lejano sonido de las olas del mar.

Él abrió sus ojos un momento después.

Ambos nos miramos en silencio y así mismo nos levantamos, comimos y nos tomamos de las manos al salir de la casa. No intercambiamos más que un par de miradas mientras íbamos hacia la playa. El viento soplaba con fuerza y el sol estaba ocultándose con lentitud. Ambos nos descalzamos y caminamos por la orilla, mirando el firmamento. Decidí dejar mis recuerdos ahogarse en ese atardecer.

Dejaría todo atrás, un paso a la vez. Iniciaría de nuevo.



A la mañana siguiente volvimos a Seúl. Kai y Meari nos recibieron en el aeropuerto y no pude evitar sorprenderme al ver que Kai sostenía la mano de Meari; ella lo había soltado rápidamente al verme pero él había vuelto a tomarla con la misma rapidez, instalando una expresión nerviosa en su rostro y una sonrisa ladina en los labios de él.

Meari no habló en todo el camino de vuelta. Nadie lo hizo.

Ya en casa, me ayudó a desempacar pero aún seguía actuando extraño y esquivaba mi mirada. Sin decir nada salió a la cocina por un vaso de agua. La seguí en silencio.

- ¿Estás con Kai no?- se ahogó con el agua y puse los ojos en blanco al ver como se había puesto en evidencia tan fácilmente.

- Yo... iba a decírtelo

- No estás cometiendo un delito, ¿Por qué actúas así?

- Es que fué repentino y no sabía cómo decirlo, además... con lo que pasó en Jeju... quería encontrar un buen momento para contártelo

- Está bien, me alegro por ustedes. Lo digo en serio- me miró y torció la boca, probablemente por el tema de Jeju, que evitaba a toda costa y que sabía, tarde o temprano, tendría que enfrentar- Lo siento...- suspiré y me senté en uno de los taburetes frente al mesón, clavando la mirada en él- Tao era el hermano de Ericka, era un yakuza. Ese idiota...- un doloroso nudo se instaló en mi garganta y las lágrimas nublaron mis ojos al recordar su sonrisa forzada mientras se desangraba en el suelo de esa mansión. Su dolorosa sonrisa mientras Hyun me alejaba de él. Mi pecho dolió y fué inevitable comenzar a llorar. Meari rodeó el mesón y en silencio me abrazó, acariciando mi espalda, confortándome mientras mi corazón se partía en pedazos de nuevo.

Para la cena, Meari decidió salir a comprar pollo frito mientras yo me duchaba. Al salir de la habitación con una toalla sobre mis hombros, ella aún no había llegado así que mientras secaba mi cabello me senté en el sofá y encendí la TV. Pasando los canales para encontrar algo entretenido, mi mano simplemente se congeló entorno al control al ver un noticiero.

-"Aparentemente los hechos ocurrieron en la propiedad del empresario japonés Hwan Zi Tao. Aunque las autoridades aún no emiten un comunicado oficial, se presume que los hechos relacionados con la mafia, iniciaron en el hotel NYLON por un ajuste de cuentas, en el cual resultaron heridos varios civiles, entre ellos, el joven actor, Kim Hae Won y varias personas pertenecientes al equipo de producción de la película de romance escolar Spring Day School girl, que se estrenaría en la isla Jeju. El enfrentamiento continuó en la mansión del empresario y a pesar de que la policía continúa con las investigaciones, no han dado con el resto de los implicados ni con los responsables de la muerte de los 12 individuos encontrados en la propiedad. Los sucesos han traído gran conmoción a todo el país y todos se preguntan cual es la razón detrás de esta ola de violencia y si continuará. SBS informa para ustedes..."

Mi garganta se secó.

"12 muertes"

No pude evitar imaginar el cuerpo de Tao entre esos doce. Me levanté y me cambié para salir. Caminé tan rápido como pude, sin rumbo, para terminar corriendo por las calles mientras lloraba. Terminé a orillas del río Han justo bajo los cimientos del puente Manpo. Miré las aguas negras y al horizonte. Los edificios y las luces de la ciudad.

Mi pecho subía y bajaba agitado hasta que ya no pude soportarlo.

Grité.

Grité con todas mis fuerzas hasta que mi garganta dolió, seguí gritando y llorando cuando me dejé caer al suelo. De pronto, un click resonó en mi mente, un interruptor que apagó algo.

Las lágrimas se detuvieron. Mi cuerpo se levantó y se dirigió hacia el borde. Dí un paso al viento para caer al agua pero un par de brazos rodearon mi cintura y me hicieron retroceder con brusquedad. Mi cuerpo giró en un movimiento rápido y Hyun se hallaba de repente frente a mí.

- ¡Te has vuelto loca!- sus ojos estaban desorbitados, y respiraba agitado, como yo

- ¡Si! ¡Estoy demente! ¡Es tu culpa! ¡Todo esto es tu culpa!- mis manos se volvieron puños que comenzaron a estrellarse furiosos contra su pecho- ¡Es tu culpa! ¡Desaparece y déjame morir ya!- sus manos atraparon mis muñecas, refrenando mis golpes.

- ¡Cálmate!

- ¡Eres un bastardo! ¡Te odio! ¡Qué derecho tienes! ¡Me quiero morir! ¡Déjame morir! - mis fuerzas se evaporaron cuando me envolvió con su brazos. Con tanta fuerza, que me confortaba en cierto modo. Mis piernas cedieron como un par de ramas y podría haber caído si él no me hubiese sostenido con tanta firmeza.

Lloré en su pecho mientras el mío parecía aplastarme el corazón y dejarme sin aire. Mis dedos se clavaron en sus hombros como garras, porque tenía la fuerte y enfermiza sensación de que un oscuro abismo se abriría justo bajo mis pies en cualquier segundo y me tragaría.

Al menos una hora debió haber pasado antes de que una bruma densa me envolviera y me arrancara la conciencia por el cansancio.





Cuando abrí los ojos, mi mano se sintió algo pesada. Los músculos del cuerpo me dolían y mi vista tardó un poco en aclararse. Contuve la respiración al ver la mano de Hyun sobre la mía y la mitad de su cuerpo desparramado sobre la orilla de la cama. Se formó un nudo en mi garganta al verlo de esa manera.

Estaba siendo dura con él pero no podía evitarlo. El dolor que sentía por él quemaba mi pecho ante el recuerdo de Tao. Las lágrimas corrieron en silencio por mi rostro.

Con cuidado me levanté de la cama y bajé los escalones de madera hasta la cocina para preparar el desayuno. El sol brillaba intensamente desde la alberca, iluminando el interior de toda la casa.

Tomé huevos, tocino y pan, junto a un sartén. El chisporroteo del aceite en el sartén me ensimismé por un momento en que no noté la presencia de Hyun detrás de mí hasta que me tomó de la cintura y me levantó, dejándome sentada sobre el mesón y girándose hacia el sartén.

- Tú actúas como si fuera tu casa- masculló de espaldas, aunque yo sabía que solo lo decía para aligerar el ambiente

- Solo quería hacer algo para comer antes de irme, como disculpa por lo de ayer- me deslicé del mesón pero apenas mis pies tocaron el suelo, Hyun se giró hacia mí, tomó mis caderas y volvió a dejarme sobre el mesón. Lo miré atónita cuando se abrió espacio entre mis piernas y se precipitó hacia mi rostro.

- No voy a comer solo así que quédate allí y no te muevas. No quiero que incendies la cocina- a punto de girarse una vez más, me incliné hacia adelante y atrapé el borde de su camiseta negra. Sus ojos se clavaron en los míos. Mi mano tembló.

-No fué tu culpa. Todo lo que dije... Solo quería sentirme menos culpable pero... no fué tu culpa- no fuí capaz de mirarle al sentir las lágrimas escociendo en mis ojos. Fueron sus brazos los que sentí rodeándome de pronto, en silencio. Sus brazos fuertes y cálidos, me sostuvieron y me confortaron por un buen rato, en silencio.

Please be nice with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora