(31)Conoce a tu enemigo

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-¡Despierta! -dí un salto por el susto antes de que mis párpados pesados volvieran a intentar cerrarse,perdiendose entre los cabellos dorados de Meari,que me recordaban a los de alguien más -¿ Acaso no dormiste bien ayer?- cerré los ojos con molestia al recordar la noche anterior.

Había llegado a casa faltando sólo dos horas para que amaneciera. Obviamente no había podido dormir bien.

- Sólo fue un parpadeo...- murmuré abriendo mis ojos nuevamente,con esfuerzo

- ¿Qué?

-Estoy bien- hablé con fuerza y claridad para sonar más animada y espantar el sueño

- Pues no lo creo ¿A qué hora llegaste ayer?

- A las cuatro...

-¿Por qué tan tarde?-preguntó elevando la voz sorprendida

-Tuve que ayudar al de la 2304

-!Esto se está convirtiendo en un abuso! ¡No eres su sirvienta!- bramó dando un golpe seco a la mesa sobre la que trabajamos

-Es una larga historia...- mascullé terminando de doblar la docena de toallas sobre la que me había quedado dormida- Iré llevar estos al almacén, ya vuelvo.

-Siempre Se sale por la tangente...- escuché lo que dijo pero fingí lo contrario y continué mi camino. No quería que Meari supiera la lamentable posición a la que había bajado por una cena elegante destinada a la habitación 2304.

Entrando al almacén mis ojos se clavaron en un sillón mullido que me invitaba a tomar asiento pero aparté la mirada enseguida y acomodé la pila de toallas en el estante correspondiente.

"Jamás vuelvas a tocar esta chica. Ella es mía"

La voz de ese hombre resonó en mi cabeza de pronto, deteniendo mis manos entre las toallas que sostenían, mi cuerpo se erizó por completo.

¿Cómo había podido decir algo así?

¿Realmente... había bebido tanto?

Recordar aquello me incomodaba en gran manera así que sacudí mi cabeza y continué con las labores asignadas.

- Buen día asistente- volteé inmediatamente y quedé sin habla al ver al huésped sonriéndome desde el marco de la puerta, sin ningún rastro de malestar o resaca, sin embargo me apresuré a ocultar mi sorpresa carraspeando y neutralizando mi rostro.

- Buen día se...- la expresión del rubio cambió drásticamente así que no tardé en corregir- Tao...-y decir su nombre en voz alta me resultó extraño. No era un nombre muy común.

-¿Estás ocupada?

- Si,estoy guardan...

-Bien, vé por tus cosas, necesito que me acompañes- quedé en blanco y sin palabras, preguntandome si él era la clase de persona acostumbrada a tenerlo todo.

Me incliné y salí en silencio del almacén.

Aunque de por sí me resultaba una persona extraña, decidí observarlo un rato más.

La triste melodía de violines resonaba en toda la galería,en compañía de los tacones y zapatos elegantes de los refinados observadores desplazándose por la estancia. Tao caminaba con lentitud paseando la mirada por los cuadros abstractos mientras que yo, siguiendolo justo detrás, miraba con suma atención y curiosidad aquellas pinturas a las que no les hallaba sentido alguno pero si un peculiar y agradable encanto. Tal vez se debía a que en comparación con las paredes blancas y los suelos brillantes, las pinturas eran lo único colorido del lugar.
Mis ojos repararon en ese hombre rubio ceñido a un traje gris, aparentemente costoso. Sus pasos lentos se detuvieron, su mirada se enfocó en un punto y su rostro perdió toda expresión.

Please be nice with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora