Miré fijamente a Beckett, un poco temeroso. Esperaba que se enfadara pero le dio por reírse.
- Ay, me río por no llorar... - se quejó, con una mano en la cadera.
Resoplé, mirando a mí alrededor en busca de signos de vida.
- ¿Y ahora qué hacemos? – pregunté cuando me di cuenta de que a las 6 de la mañana no habría nadie despierto.
- No sé pero me niego a dormir aquí.
- En la playa hay hamacas – propuse.
- Bueno, lo utilizaremos como último recurso – dijo tras meditarlo.
- Creo que ya es nuestro último recurso, Beckett.
- No. A ver, pensemos...
Puse mi mente de ladrón en modo ON y analicé todas las posibilidades.
- ¿Dejaste alguna ventana abierta? – pregunté, esperanzado.
- Mmmm... No. Como íbamos a salir las cerré todas – Beckett se apoyó en la pared, a mi lado, derrotada. La luz del porche hizo relucir algo en su pelo y una bombilla se encendió en mi cabeza. La cogí de la muñeca, tirando de su cuerpo hacia mí.
- ¿Qué demonios haces? – preguntó tragando saliva, nerviosa.
- Quieta – pedí, mientras llevaba las manos a su pelo. Le cogí unas horquillas que llevaba para sujetar algunos mechones, que cayeron sueltos por su espalda. Me agaché frente a la puerta y coloqué ambas horquillas de forma que me sirvieran de ganzúa. Beckett se inclinó sobre mi espalda para mirar qué hacía.
- Kate, me tapas la luz.
- Ooops, perdona – se disculpó, echándose hacia un lado.
Me arrodillé frente a la cerradura, con las horquillas era más difícil y yo estaba borracho, así que tardaría más de lo normal.
- Eres un ladrón de pacotilla... - se quejó la detective 3 minutos después.
- ¡Ssshh!
- A mí no me mandas callar, ¿eh? Cuidadito... - me amenazó con su dedo índice y yo la miré alzando una ceja. Si no estuviera borracha la habría tomado en serio, pero ahora no. - ¿En serio tardas tanto cuando robas? – se movió, paseando impaciente por la entrada.
- Normalmente no tengo una mosca cojonera comiéndome la oreja.
- ¡Ey! – protestó Beckett, golpeándome en la espalda. Sonreí y la miré a modo de disculpa.
- Además, yo no robo. Soy escritor...
- ¡Ja! ¿Entonces dónde aprendiste? – dijo la detective, señalando con la cabeza las ganzúas improvisadas.
- Para un libro de Nikki Heat estuve haciendo investigaciones, quería que la escena del robo fuera real.
- Seguro...
Sabía que Beckett no me creía y que tenía sospechas muy acertadas sobre mi segunda vida. La gran pregunta era cómo había llegado hasta mí, era bastante cuidadoso con lo que hacía, desde la cárcel no podría hacer nada útil.
- En serio, cubrí toda una pared de mi casa con candados y me pasaba el día entero enfrente de ellos con las ganzúas en la mano.
- ¿Como Sherlock Holmes en Elementary? – preguntó Beckett, divertida.
- Exactamente – contesté sonriendo. Me había gustado esa comparación. – Cuando fui a la ferretería a comprar 100 candados la dependiente me miró como si estuviera loco.
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In Dubio Pro Reo
Misteri / ThrillerAU. Richard Castle lleva una doble vida secreta desencadenada por un suceso del pasado. Kate Beckett es una detective de robos que está segura de conocer esta doble vida pero no consigue pruebas suficientes. ¿Qué pasará si se ven obligados a trabaja...