Capítulo 17

149 11 0
                                    

Me coloqué el iPhone en la oreja, contando mentalmente los bips de la línea mientras caminaba dando vueltas por la cocina. Me alboroté el pelo, nervioso. ¿10 llamadas perdidas? Algo había tenido que pasar...

- ¿Contesta? – preguntó Beckett, mirándome preocupada.

Negué con la cabeza, notando la ansiedad apoderarse de mi pecho. La vi morderse el labio inferior en ese gesto tan sexy que ella hacía de forma inconsciente cuando estaba preocupada, concentrada o quería provocar.

Estaba tan perdido en mis pensamientos, que no me di cuenta de que los bips habían cesado y me estaban llamando desde el otro lado de la línea.

- ¿Castle? ¿Estás ahí? – la voz del alcalde se coló entre mi empanada mental, haciéndome reaccionar.

- ¡Gracias a dios! ¡Ya era hora! – exclamé, sobresaltando a Beckett, que también debía de estar sumida en sus pensamientos.

- Fue a hablar... ¿Dónde demonios teníais los teléfonos?

- Es una larga historia, dejémoslo en que cuando nos llamaste estábamos ambos dormidos. – dejé de pasear por la cocina y me senté al lado de la detective en una de las sillas.

- Vaaaaale – dijo Rob, cautelosamente.

- Pregúntale si ha pasado algo – me susurró Beckett, con los ojos muy abiertos y gesticulando en silencio. Se lo agradecí con un gesto de la mano, ya se me habían olvidado las llamadas.

- ¿Os pasó algo? Quiero decir, nos entró el pánico al ver tantas llamadas perdidas.

- No, no. Siento haberos asustado, es solo que... - se hizo un silencio prolongado al otro lado de la línea, casi podía notar como Rob luchaba consigo mismo, considerando si contarme algo o no.

- ¿Rob? ¿Qué ocurre? – inquirí finalmente, después de oír múltiples suspiros.

- Nada. Venid a mi casa en cuanto terminéis de arreglaros y esas cosas, ¿vale?

Fruncí el ceño, extrañado. ¿Qué demonios le pasaba?

- Está bien – respondí, dejando que notara mi inseguridad.

La mirada de Beckett estaba fija en mi cara, analizándome de una forma que parecía que me estaba traspasando con rayos X y podía leer todo lo que pensaba. Contuve una sonrisa ante la idea de que si lo hubiera hecho la noche anterior o esa mañana al despertarnos, lo que habría encontrado no le habría gustado. O sí... Sinceramente, ahora no sabía que pensar de ella. En el pub nos habíamos medio-liado, celado y calentado mutuamente; ¿eso dónde nos dejaba ahora? ¿Como amigos? ¿Sex-amigos? ¿Compañeros? Sacudí la cabeza, no quería pensar en eso. Le expliqué a la detective lo que me había dicho el alcalde, y ella se quedó con la misma cara de incomprensión que yo.

- ¿Seguro que te dijo que todo estaba bien? – me preguntó por tercera vez. Asentí cansinamente. – Pues entonces no sé qué ha podido pasar.

- A lo mejor no tiene nada que ver con nosotros – propuse, sin terminar de creérmelo. Beckett negó con la cabeza, confirmando que no tenía sentido.

- Entonces no habría actuado tan sospechosamente ni te habría dicho que te lo va a contar en privado. Lo cual, por cierto – dijo, inclinándose hacia mí – me parece muy mal.

- ¿Por? – pregunté, confuso.

- ¿Y yo qué? Se supone que somos compañeros, ¿no?

"Mira, duda resuelta. Eso somos: compañeros." Pensé, con cierta amargura. ¿Por qué me molestaba tanto?

- O sea, que lo de anoche... - dije, bajando la voz.

- Estábamos borrachos, Castle. Yo no era consciente de lo que hacía – se excusó Beckett. Lo dijo demasiado rápido, con una despreocupación que resultaba fingida. Era como si llevara todo el rato preparando aquello en su mente. Recompuse una sonrisa y me las apañé para hacerla creíble.

In Dubio Pro ReoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora