Capítulo 18

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"Esto va a ser muy divertido" pensé, con una sonrisa extendiéndose rápidamente por mi rostro.

- ¡Ah! ¡Capitán Demming! Un placer conocerle finalmente – mentí, aguantando la risa cuando vi el cambio de la cara de Beckett. Pasó de incertidumbre a sorpresa y de ahí a miedo. Abrió los ojos de golpe y se quedó en shock por unos segundos. – He oído hablar mucho de usted por la detective Beckett.

- Trátame de tú, por favor – pidió el hombre, y pude notar como su ego aumentaba peligrosamente.

- Claro, claro... Y, dime, ¿cuál es el motivo de tu llamada? – pregunté, aunque ya la sospechaba. Beckett se llevó las manos a la boca y se colocó a mi lado, de puntillas, intentando escuchar a su jefe.

- Noté a mi detective un poco rara cuando hablé con ella hace unos minutos. Quería cerciorarme de que todo va bien.

Miré a la detective, pálida y aun en shock, y sonreí amablemente. No me gustaba su jefe, pero ella sí.

- Todo va perfectamente. Estamos poniendo todos nuestros esfuerzos en resolver este caso lo más rápido posible – por el rabillo del ojo pude ver el alivio de Beckett, quien había temido que la delatara. – Ahora, si me disculpas, tenemos que ir a casa del alcalde para una reunión. Buenos días o tardes, lo que sea allí.

Antes de que pudiera decir nada, le colgué el teléfono y lo puse en silencio. Solté un suspiro de cansancio, y me di media vuelta para ir a vestirme, pero algo me retuvo. Más bien, alguien. Beckett me agarró del brazo, parándome.

- Gracias por cubrirme – dijo, con los ojos brillantes.

- Siempre – contesté despreocupado. Le sonreí por última vez y salí de la cocina, subiendo rápido las escaleras para ocupar yo el baño y no tener que esperar luego.

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Tras haber contestado a la multitud de whatsapps de Lanie con preguntas del tipo "¿Qué pasó?" "¿Os liasteis?" "¿Hubo sexo?" "¿Cómo es en la cama?", con un escueto "Tengo resaca. Hablamos luego", su amiga forense no había dejado de mandarle mensajes hasta que Beckett puso el teléfono en silencio y se concentró en desayunar.

Ahora que ya estaba en su habitación, parada frente al armario, buscando su uniforme diario para jugar a polis y cacos; tuvo que enfrentarse al hecho de que Lanie le había petado el whatsapp con su enfado, aunque hacía ya 20 min que no estaba conectada. La detective respiró hondo, aliviada, y puso el móvil en sonido otra vez. Como si tuviera un radar o algo así, solo pasaron 10 segundos antes de sonara como señal de que llamaban a la detective Beckett. Esta suspiró, sabiendo quién era, y descolgó sin saludar ni nada. Eran muchos años de amistad con Lanie...

- ¡Tú no contestes a mis mensajes eh, no vaya a ser que te hernies un dedo o algo así! – increpó la forense, gritándole al móvil.

- Ssshh, Lanie, baja el volumen que todavía me duele la cabeza – pidió Beckett, separándose el iPhone del oído mientras su amiga le gritaba.

- Te aguantas, ahora tengo que descargar mi frustración.

- Tienes un montón de cadáveres por ahí, grítales a ellos – la detective sujetó el móvil entre el hombro y el oído, torciendo la cabeza, para poder usar ambas manos en su búsqueda de un sujetador que no se trasparentase con la camisa blanca. Mientras oía a la forense despotricar, su mente estaba muy lejos de allí, pensando en todo lo que había pasado.

- ¿Me estás escuchando? Vale, Katherine Houghton Beckett, siéntate que tú y yo vamos a tener una conversación seria – ordenó Lanie, para colgar segundos después.

In Dubio Pro ReoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora