Su cabeza volvió a asomarse minutos después por la abertura del suelo. Mi fijé en que se había sujetado el pelo en un moño tirante y llevaba puesto un top rosa fosforito y negro de deporte y las mallas negras que usaba para correr. Recorrí con la mirada lentamente su definido cuerpo bajo aquellas ajustadas prendas de deporte. La detective me pilló mirándola pero no hizo ningún comentario, sino que se mordió el labio inferior sensualmente.
- ¿Vas a hacer un maratón, detective? – bromeé, enarcando una ceja de modo sugerente.
- Quién sabe, Castle... Se pueden hacer maratones de tantos tipos... - jadeó ella, provocando.
Solté un gemido, y pensé en decir mi famoso "Touché" pero opté por apretar los labios, bajar la cabeza, y seguir pasando la escoba. La detective sonrió, victoriosa, y cogió los trapos para limpiar el polvo. Me di cuenta de que había una vieja radio en una estantería y me acerqué para ver si funcionaba. Tras pasar por varias cadenas en las que se oían más los crujidos estáticos que las voces de los comentaristas, encontré una emisora de música más o menos moderna. Justo cuando dejé la ruedecita quieta y aumenté el volumen estaban poniendo a Queen con su famosa "Radio Gaga".
- ¿Me vas a hacer escuchar esto? – preguntó Beckett, mirándome a través de los huecos de una de las estanterías.
- Detective, "esto" son una de las mejores bandas que jamás habrá. Además, que suene esta canción precisamente es como una señal del destino.
- ¿Y?
- Que yo respeto al destino – sonreí de lado, y volví a mi trabajo. La detective se quedó mirándome un rato más y luego siguió pasando el paño.
En una hora ya estaba el polvo limpio y el suelo también. Paramos un rato para admirar nuestro trabajo y despejarnos los pulmones de ácaros. Me acerqué a la cama, que en esos momentos se reducía a un colchón desnudo aguantado por cuatro patas de hierro. La colcha y mantas las habíamos tirado porque eran inservibles.
Me coloqué justo al lado de la cama y me tiré hacia atrás, dejándome caer de golpe sobre el colchón, muerto de cansancio.
- Castle, yo no... - empezó a decir Beckett, pero un estruendo la cortó de golpe – Haría eso – añadió, luchando por no reírse.
Me levanté de golpe de la cama, que ahora estaba sin una pata y, como resultado, habían fallado las otras y... ¡Cataplum! Al suelo. Le di una patada suave al colchón, receloso.
- Te juro que yo no he sido. – me disculpé apresuradamente.
- Lo sé, me fijé antes en que tenía una pata medio rota.
- ¿¡Y no podías avisarme?! – me quejé, dejando que el susto de notar que la cama cedía bajo mi cuerpo se pasara.
- Lo hice. – Beckett no pudo más y soltó una carcajada – Pero llegué tarde.
La miré reírse, fastidiado. Yo había pasado auténtico miedo pensando que del golpe podía romperse el suelo y ya no sería caer a él, sino caer al piso de abajo. Mi corazón fue ralentizando sus latidos, yo me fui calmando y comencé a pensar más racionalmente.
- Yo no pienso dormir ahí, ¿eh? Aviso. – señalé el colchón con un dedo.
- ¿Volverás al sillón?
- Veremos... - dejé que mi voz se apagara, en un tono entre peligroso y fingido. Cogí la fregona con ambas manos y me fui a la esquina más alejada para empezar a frotar el suelo meticulosamente. – Fus, fus, detective. – dije, moviendo una mano para indicarle que se fuera.
Ella giró sobre sus talones en un movimiento de bailarina, y abandonó la buhardilla, dejándome solo con la radio y la fregona.
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In Dubio Pro Reo
Mystery / ThrillerAU. Richard Castle lleva una doble vida secreta desencadenada por un suceso del pasado. Kate Beckett es una detective de robos que está segura de conocer esta doble vida pero no consigue pruebas suficientes. ¿Qué pasará si se ven obligados a trabaja...