Beckett estuvo bañándose un buen rato, vigilando siempre por el rabillo del ojo al escritor. Lo hacía de forma inconsciente, pero sabiendo, a la vez, lo que hacía. Echó la cabeza para atrás nada más salir a la superficie, aspirando una buena bocanada de aire, y notando el agua caerle a chorros desde el pelo por la espalda.
Sacudiendo la cabeza para colocarse bien el pelo, se pasó una mano por la cara, retirando cualquier rastro de agua salada que le pudiera haber quedado. Su mirada recorrió la orilla, evitando unos cuantos moscones, buscando al escritor con cierta urgencia. ¿Por qué se sentía así? Beckett reflexionó. Mientras había estado tumbada en la toalla, vigilando por el borde de las gafas al escritor, pero sobre todo a la morena que se le había acercado; una sensación hasta ahora muy poco conocida la embargó haciendo que se levantara y le arruinara el ligue a Castle. Le encantó verle tan fastidiado...
Sin embargo, ahora que le había vuelto a encontrar en la orilla, la que se sintió molesta fue ella. ¿Por qué? Se supone que tenía que ser él el enfadado, no ella. Un gruñido de frustración se le escapó de los labios y pensó que, puestos a dar celos, ella también sabía hacerlo. Se dirigió hacia su toalla, dedicándole una de sus mejores sonrisas y una mirada seductora al surfero cachas que llevaba todo el rato mirándola. En seguida cogió su tabla y se acercó a ella, sonriente.
"La verdad es que es muy mono" pensó la detective, mirándole desde abajo pues ya estaba tumbada en la toalla.
- Debes saber que desde que entraste en la playa no pude apartar la mirada de ti, tienes un cuerpazo – dijo el surfero, mirándola con algo de descaro mientras clavaba la tabla junto a su toalla y se sentaba en la arena. Ella le dedicó una mirada de aprobación desde detrás de sus Ray-Ban rojas.
- Me ha pasado igual. Aunque esa tabla –dijo Beckett, señalándola – ha tenido mucho que ver.
El surfero sonrió, inseguro.
- ¿Bonita, verdad? Es mi pequeño tesoro.
- Es preciosa – dijo la detective, adulándole – Ojalá supiera surfear yo...
- ¿Quieres...? ¿Quieres que te enseñe? – propuso, rascándose la nuca, haciendo que su rubio pelo, que lo llevaba por los hombros, le tapara un poco la cara.
- ¿Lo harías? – preguntó Beckett, entre ilusionada de verdad y fingiendo sorpresa. "Picó el anzuelo".
- ¡Claro! – hizo un gesto con la mano indicando a la detective que se levantara. – Por cierto, soy Sorenson, Will Sorenson.
Kate sonrió, le caía bien aquel tipo.
- Eso te ha quedado muy 007 – dijo, riéndose. Will soltó una carcajada y Beckett se dio cuenta de que Castle se había girado para mirarles, curioso.
- Lo hice aposta – le guiñó un ojo, bromeando.
- Me ha gustado – la detective le sonrió ampliamente y a continuación le tendió la mano – Yo soy Kate Beckett.
- Encantado, Kate.
Beckett hizo una reverencia burlona que hizo reír nuevamente a Sorenson y provocó que a Castle se le borrara la sonrisa de la cara. La detective se sintió satisfecha y feliz. Ahora el celoso era el escritor y ella había ligado y además iba a aprender a hacer surf, cosa que siempre había querido.
Mientras Will le explicaba como colocar las piernas y los brazos en la arena, ella gastaba bromas y se reía de su propia torpeza – fingida en parte.
- ¡Ya lo tienes! ¡Perfecto!
- ¡Bien! – Exclamó la detective, dando un saltito de alegría. Volviendo a subirse a la tabla, que estaba tumbada sobre la arena, colocó la posición de las piernas.
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In Dubio Pro Reo
Mystery / ThrillerAU. Richard Castle lleva una doble vida secreta desencadenada por un suceso del pasado. Kate Beckett es una detective de robos que está segura de conocer esta doble vida pero no consigue pruebas suficientes. ¿Qué pasará si se ven obligados a trabaja...