Elena salió a eso de las seis de la mañana de su casa con Deborah. Gastón estaba aún dormido porque había llegado después de la media noche, muy tomado y con varias marcas de labial en su rostro. El asco que había sentido Elena había sido tal, que prefirió dormir doblada en una silla a compartir cama con Gastón.
El camino a la casa de Cristianno se le hizo muy corto, Deborah había estado muy risueña desde que salieron. Aquel lugar no solo influenciaba fuertemente el carácter de Elena sino también el de la niña. Cuando toco la puerta de Cristianno este les abrió de inmediato, como si las estuviera esperando. La cara de Cristianno estaba fijada en la hermosa carita de la bebe.
-Pero que niña tan guapa- Dijo Cristianno mientras se la quitaba a su madre para el poder cargarla contra su pecho.
-Espera- Le dijo Elena muy tarde- A Deborah no le gustan los extraños...
Elena se contuvo esperando el incesante llanto de Deborah pidiendo volver con ella. Pero aquel llanto nunca llego. La bebe se acurruco en los brazos de Cristianno mientras este le hablaba con un brillo especial en los ojos.
Pasaron gran parte del día en el patio trasero jugando con Deborah en una manta. Cristianno nunca se había sentido tan a gusto con alguien y Elena simplemente no encontraba las palabras para describir lo que aquellas horas habían significado para su vida. Así fue como a pesar de los impedimentos, del matrimonio destruido de Elena, de la diferencia de clases ambos se enamoraron locamente. Solo un mes basto para que Elena y Cristianno fueran uno solo. No solo en cuerpo, como lo habían demostrado aquellas noches que habían pasado juntos sino también en alma, por lo fuerte que eran los sentimientos del uno por el otro.
Una tarde como aquella primera que habían pasado los dos junto a Deborah, se estaba repitiendo. Cristianno tomo su cámara instantánea y tomo una foto de los tres. Ese era uno de esos momentos que no solo debían guardarse en la memoria sino también en el corazón. Cristianno llevaba varios días sin saber cómo decir aquellas palabras, pero debía arriesgarse.
-Vámonos- Le dijo con una nota de desesperación en la voz, mientras abrazaba a Elena quien tenía a Deborah dormida entre sus brazos- Déjalo, por favor Elena, déjalo.
Elena ya lo había pensado. Aunque aquellas palabras nunca hubieran salido de la boca de Cristianno, ella estaba decidida a dejar para siempre a Gastón.
-Yo te amo- Le confeso Cristianno- A ti y a nuestra pequeña Deborah- dijo con un inmenso amor- Ella es un regalo, ambas lo son. Él no supo valorarlas, déjame a mi hacerlo. Déjame intentarlo.
Las lágrimas de Elena se fueron con cada uno de los besos de aquel ángel que la amaba con todo su corazón y que la quería para siempre a su lado. En esos momentos por primera vez Elena se podía imaginar viviendo una vida normal, al lado de Cristianno con su pequeña Deborah y quien sabe, tal vez con algún pequeño bebe más. Cuando el cielo empezó a oscurecerse, Elena y Cristianno se estaban disponiendo para despedirse, cuando el teléfono de la casa empezó a sonar incesantemente.
-Alo- Cristianno escucho un leve sollozo al otro lado del teléfono, antes de oír la voz de su madre- Hijo mío, Francesca está muy mal- Su madre volvió a llorar a la espera de la contestación de Cristianno
-Lo siento mucho, madre- No sabía que más podía decir.
-¿Solo eso dirás?-Le recrimino con violencia su madre- ¡Es tu esposa la que esta postrada en una cama muriéndose, debes estar a su lado!
Cristianno miro a Elena dándole el biberón a Deborah. No, aquella mujer que lo había dejado su noche de bodas para huir con su mejor amigo, no era su mujer. Francesca, había sido el amor de juventud de Cristianno, se creía locamente enamorado de esa mujer hasta el momento que supo que nunca lo había querido. Ella siempre había amado a Stefano, el mejor amigo de Cristianno y en medio de un ataque de celos por no obtener la proposición de matrimonio por parte de su amante, la acepto de Cristianno. Ahora, tres años después de haberlo abandonado, regresaba cuando había sido diagnosticada en etapa terminal de Leucemia. Cristianno no sentía ninguna dicha por el estado de Francesca, pero para el su aparición había llegado en el peor momento. Él debía estar ahí, en Ponza, arreglando todo para irse con su verdadera mujer y su hija, porque eso eran para él Elena y Deborah.
-Hijo- Le suplico su madre- No creo que Francesca supere esto, por favor ven a verla, dale tu perdón y que pueda morir en paz.
Solo sería un día, se dijo Cristianno. Iría a verla y arreglaría todo para volver a los brazos de Elena.
-Está bien, madre- Cristianno se despidió de su madre, después dirigió su mirada a Elena que lo observaba con un gesto extrañado.
-Elena- se acercó a ella y la abrazo- Mi madre tiene algunos problemas así que me iré a verla mañana- Él pudo sentir la inquietud de Elena. Ella no quería apartarse de él- Volveré en dos días para recogerte y marcharnos de aquí para siempre.
Cristianno le dio a Elena aquella foto que había tomado con su cámara en el jardín, prometiéndole que regresaría muy pronto para irse juntos. Elena tenía una fe ciega en Cristianno, ambos se amaban. Cristianno se prometió que aquella era la última mentira que le decía a Elena. Solo era cuestión de horas para que ambos iniciaran su nueva vida, pero nada es tan fácil como ambos imaginan.
ESTÁS LEYENDO
Dolor,traición y venganza
Short Story"No te importo causarme la tristeza más grande que algún día pude sentir" -Dolor "La única persona en la que creí que podía confiar ciegamente, fue la que me apuñalo por la espalda" ...