Capítulo 7

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-No creo que sea buena idea- Le dijo Cristina a su hermana.

-Por supuesto que nos puedes acompañar -contradijo Deborah. Alejandro las acompaño, siguiéndolas de cerca. Hablaron poco ya que Cristina se sentía algo intimidada por la compañía, mientras que Deborah solo miraba a Alejandro embelesada sin decir nada.

-Hemos llegado- Cristina se apresuró a abrir la puerta de la casa pero la voz de Alejandro la detuvo.

-¿Quisieran salir a montar a caballo conmigo, hoy en la tarde?- Deborah se veía muy emocionada con la invitación de Alejandro y no tardo en aceptar.

Alejandro las dejo para que se pudieran cambiar. El las esperaría en las caballerizas de la hacienda.

Como siempre Cristina fue la primera en salir de su habitación ya cambiada con su ropa para montar. Deborah se preocupaba más por su aspecto así que cuando tardo algunos minutos en salir, Cristina no se extrañó.

-¿Deborah, esa no es la blusa de mamá?- Cristina miro fijamente a su hermana. Algunas veces Deborah tenía la mala costumbre de tomar cosas de su madre o de su hermana sin permiso.

-Sí, Cristina- Afirmo Deborah- Y no me voy a cambiar por más que me digas. Mamá casi no se pone esta blusa y con unos ganchito me quedo perfecta, no ves.

Salieron de la casa, cerrando bien su puerta para después dirigirse a las caballerizas de la caza grande. Ahí encontraron a Alejandro ensillando tres caballos con la ayuda de uno de los trabajadores. Eran tres caballos realmente hermosos dos de ellos algo briosos y uno un poco más tranquilo. El más brioso era Tempestad, un caballo de largo melena negra. El cuál era el caballo de Alejandro.

-¿Qué les parecen?- Pregunto Alejandro dirigiéndose a ambas.

-¡Hermosos!- Exclamo Cristina corriendo para acercarse a acariciar el hocico de uno de los animales. Su madre no las dejaba montar tanto como ella quisiera ya que los caballos eran de la casa grande.

-Muy bonitos- Dijo Deborah sintiéndose asqueada. Odiaba aquellos animales y siempre que podía intentaba mantenerse lo más alejada de ellos. Ambas hermanas eran como el agua y el aceite en ciertos aspectos.

Deborah miro el brillo maravillado de los ojos de Alejandro al ver la reacción de su hermana, y no queriendo quedarse atrás se acercó a uno de los caballos.

-Yo quiero este- Dijo sin saber que había elegido a Tempestad.

-¿Estas segura?- Le pregunto Alejandro- Ese es mi caballo y es algo bravo.

-Sí, estoy segura-

Alejandro no se extrañó por la elección de Deborah, ya que ellas eran chicas de campo y estarían acostumbradas a montar a diario. Además no era un gran paseo, solo montarían por los alrededores de la hacienda. Mostrando mucho carácter, Deborah subió a su caballo y salió a todo galope de la caballeriza.

-¡Deborah!- El grito de Cristina se cortó en el aire. Conocía muy bien a su hermana y sabía que estaba intentando llamar la atención de aquel muchacho, ella era así y no podía cambiarla.

-¿Quieres que te ayude?- Se ofreció bondadoso Alejandro. Cristina era algo bajita y no creía que podría montarse sola.

-Muchas gracias- Le contesto Cristina- Pero prefiero que no.

Cristina se dijo que debía mantenerse alejada lo más posible de aquel chico, que sin duda estaba obteniendo la atención de su hermana. Desde muy pequeña Cristina había aprendido que a Deborah no le gustaba perder ante nadie.

Dolor,traición y venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora