Capítulo 25

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-Aun no entendiendo que quieres de mí, ¿porque me volviste a buscar?- Bruno no sabía que sentir. Por una parte había soñado con ansias el regreso de Deborah a su vida, pero por otra sabía que todo cambiaria de ahora en adelante.

-Lo siento, fui una mala mujer-Deborah hablaba con melancolía- Los abandone a ti y a los niños, no te alcanzas a imaginar cuanto lamento todo lo que hice. El caso es que, tú siempre has sido mi único apoyo. Ni mi madre, ni mi hermana se preocupan por mí. Hay cosas que tengo que solucionar, pero primero te tengo que decir la verdad.

-¿De qué verdad hablas?-

-Ivonne no es tu hija-Deborah observo el bello rostro de Bruno contraerse de dolor- No sabes cómo me duele tener que decírtelo, pero no podías vivir en una mentira. Su padre era Alejandro, el marido de mi hermana.

-¡Eres una zorra!- Grito Bruno- Todo este tiempo que cuidado de una niña que no era mía, le he dado el amor que sus padres biológicos no le dieron, la he mantenido a salvo de tu maldad y así me pagas, ¿Cómo pudiste hacernos tanto daño?

-No me hables así, yo te he querido siempre o al menos desde que llegaste a mi vida pero nunca supiste de mí antes. Mi hermana fue siempre la consentida, siempre envidio lo que yo tenía. Alejandro fue mi primer amor, mi primera ilusión. Estábamos tan enamorados hasta que Cristina decidió que lo quería para ella-Deborah creaba con cada palabra el mundo de fantasías que había creído que en realidad sucedía- Cuando supe que mi hermanita estaba enamorada de Alejandro me aleje de ellos para que fueran felices, y ahí te conocí. Unos años después Alejandro me busco, me dijo que quería despedirse de mí. Una cosa llevo a la otra, nos habíamos querido tanto que quisimos guardar un último recuerdo de nuestro amor. Yo nunca imagine que iba a quedar embarazada.

-¿Y si tanto se amaban, porque no le buscaste?- Cada palabra de Bruno era dicha con ira contenida.

-Por supuesto que lo busque, pero ya era tarde. En un arranque de despecho y soledad, Alejandro se acostó con Cristina y la dejo embarazada. El hizo lo correcto, se casó con ella, eso no se lo reprocho.

-Porque me tenías que contar todo esto. Los niños y yo éramos felices sin ti, ahora no sé qué esperas de mí-

-Escúchame, Ivonne es tuya. Tú tienes más derechos sobre ella, que yo que la traje al mundo. Tú la has querido y le has ofrecido un hogar seguro, aunque no se por cuánto tiempo. Conozco tu situación, sé que tienes que trabajar largas jornadas hasta caer exhausto a un cama para en pocas horas volver a iniciar. Sé que Diego está criando prácticamente solo a Ivonne, el solo es un niño de diez años, debería estar jugando y no con esta responsabilidad.

-¿Qué quieres decir?-

-Digo que Ivonne merece lo que por ley le pertenece. Alejandro sabia de ella, y estoy casi segura que la incluyo en su testamento, pero ahora Cristina afirma que la única heredera el su hija-

-Sigo sin entender en donde entro yo-

-Mi hermana es el albacea de los bienes que están estipulados en el testamento- Deborah suspiro mientras intentaba tomar valor- Quiero que te cases con ella y la convenzas de volverte a ti también albacea del testamento. Después obtendremos lo que queremos y nos iremos juntos. Los niños, tú y yo.

-No estoy convencido de esto. Algo puede salir mal-

-Nada saldrá mal, entonces ¿Lo harás o no?

-Si lo haré-

(...)

En los días que siguieron, Bruno se convirtió en alguien indispensable para Cristina. Era su amigo, su compañero, con él a su lado no sentía tanto el vacío de no tener a Alejandro. Con cada palabra que cruzaban, Cristina se convencía más de la razón que tenía Deborah. Ella necesitaba a alguien especial en su vida, tal vez alguien como Bruno.

Pronto se acercó la primera fecha importante. El cumpleaños de Ivonne. Como un gesto de gratitud por todo el apoyo de Bruno, Cristina decidió hacerse cargo de la fiesta y realizarla en la hacienda. Sería una buena ocasión para que los niños se conocieran por fin, y para que Elena y Deborah conocieran a Bruno.

-Hija, creo que es un poco pronto que salgas con alguien- Le dijo Elena a su hija- Aun no se ha cumplido ni un año de la muerte de Alejandro.

-Mamá, no me reproches más esto- Cristina había tenido esa platica varias veces con su madre- No lo hago por mí, lo hago por el bien de la hacienda, por el bien de mi niña. Solo hubo y habrá un hombre en mi corazón. El amor que siento por Alejandro nunca morirá, porque tengo que rehacer mi vida. Bruno tampoco puede olvidar a la madre de sus hijos, el me entiende y espero que juntos podamos ayudarnos a curar nuestras heridas.

-Algo me dice que no estás haciendo bien con meter a este hombre en nuestras vidas. No te has puesto a pensar cómo puede reaccionar Lucía con la noticia que estas saliendo con otro hombre-

El sonido de unas rápidas pisadas, las alerto de que no estaban solas. Cristina salió de la habitación para ver correr a su hija despavorida.

-Lucía, ven hija- La llamo, pero la niña no le respondió. La niña bajaba las escaleras con velocidad y Cristina sabía dónde iba a refugiarse. A las caballerizas.

Cristina encontró a su hija sentada en una pila de heno en la caballeriza de Tempestad, el caballo de su padre.

-Vete, no te quiero ver- La niña no miraba a su madre cuando hablaba.

-Cariño, te tengo que explicar lo que sucede-

-No, no te quiero escuchar. Tú quieres reemplazar a mi papito, pero yo no lo voy a permitir. Me voy a ir de la casa, me voy a escapar- Lucía siempre había creído que sus papás se habían amado y no comprendía como su madre podía siquiera pensar en volver a estar con alguien más.

-No hables así, mi amor. Me destrozas el corazón cuando dices esas cosas. Mira Lucía, yo amo a tu padre, pero el ya no está aquí y debemos entenderlo. Yo no quiero reemplazarlo, ni en tu vida ni en la mía. Hace algunos días conocí a alguien que quiero que conozcas, es un hombre muy bueno que tiene dos hijos como de tu edad. La fiesta de hoy será para su hija, cumple siete años igual que tú en unas semanas. Tal vez, más adelante pensaremos en ser una pareja pero aun nos estamos conociendo y eso es lo que yo quiero que hagas, que lo conozcas. Nunca te voy a imponer a una persona que no quieres, ¿Esta bien?

-Si mamá, está bien- La niña atravesó la caballeriza y se aferró a la cintura de su madre- Yo sabía que tú nunca reemplazarías a papá en nuestras vidas- O al menos eso era lo que Lucía quería.

Dolor,traición y venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora