Cristianno se sentía desesperado, habían pasado tres días sin saber de Elena, sin poder volver a la isla. Después de todo su madre si tenía la razón, según el dictamen del médico Francesca estaba en la última etapa de su enfermedad y fallecería en cualquier momento. Esa mujer lo había hecho sufrir pero no se sentía capaz de abandonarla en aquel estado, solo esperaba que Elena lo esperara lo suficiente.
-Señor Cristianno- Lo llamo una de las empleadas de la casa de su madre- La señora Francesca lo quiere ver un momento.
-Gracias- Cristianno se dirigió al cuarto donde estaba Francesca, aun le parecía imposible pensar en lo que se había convertido. Él la recordaba como una vivaz y atractiva rubia, de ojos color miel que lo había engatusado. De aquella Francesca solo quedaba el recuerdo, su piel era pálida y fría, su cabello lucia opaco y sus ojos habían perdido el brillo gracias al engaño de Stefano. El que un día él había considerado su mejor amigo, había abandonado a Francesca cuando se enteraron de su cáncer en fase terminal dejándola sin un centavo.
-Cris...tianno- Dijo Francesca con dificultad. Muchas veces en los últimos meses Francesca había pensado que se iba a morir sin pedirle perdón a la persona a la que más daño causo en el mundo, pero ahí estaba el. Ante sus ojos vio a aquel hombre con el que pensó formar una familia y al que había abandonado sin sentir ningún remordimiento. Necesitaba su perdón.
-Aquí me tienes Francesca- No sabía que más le podía decir.
-Acércate- Francesca hablaba lentamente- Por favor.
Cristianno se sentó en la cama donde se en la cama donde se encontraba Francesca y la miro directamente a los ojos.
-Cristianno- Pronuncio Francesca entre un llanto desgarrador- Lo siento tanto. No sé cómo pude haberte hecho tanto daño, tú me querías y yo destruir ese cariño. No te llegas a imaginar cómo me arrepiento. Perdóname, te lo pido. Déjame morir en paz, dame tu perdón.
Mirándola y escuchando sus palabras, Cristianno se dio cuenta que hacía ya mucho tiempo que no pensaba en la traición de Francesca.
-Francesca, es cierto que tu abandono nunca lo espere y mucho menos que me engañaras con Stefano- Cristianno vio la mirada de tristeza y vergüenza reflejada en los ojos de Francesca- Pero te perdono, te lo digo de todo corazón.
Francesca se lanzó a los brazos de Cristianno, llorando desconsoladamente como si fuera una niña pequeña que necesitara consuelo.
-Sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero quisiera que me dejaras morir entre tus brazos- Le pidió Francesca- Tú fuiste el único hombre que me amo de verdad y quiero morir con un último recuerdo bonito.
Se encontraba en una encrucijada. Quería volver a la isla y tener a su lado a Elena para siempre. En ese momento entendió todo perfectamente. Él podía hacerlo, regalarle unas horas o días a Francesca porque sabía que al final tendría una vida entera para compartirla con Elena.
-Me quedare contigo- Dijo Cristianno abrazándola.
(...)
Carla no había tardado demasiado en encontrar la casa del tal Cristianno. Era una casa pequeña pero se venía que era costosa. Carla no quería ver sufrir más a su amiga así que si su relación con ese hombre no funcionaba la convencería de irse lejos con Deborah. Al llegar a la casa se encontró con una mujer mayor que salía de ella.
-Señora, disculpe- Le dijo Carla- ¿Usted trabaja aquí?
-Sí, señorita-le respondió la mujer amablemente.
-¿Me podría decir si en esta casa, vive algún hombre llamado Cristianno?
-Por supuesto, mi niño Cristianno es el dueño. Pero si lo necesita, debo decirle que no está. Su pobre esposa se encuentra muy enferma y mi niño viajo a Roma a verla.
¿Esposa?, aquel hombre bueno que le había descrito Elena estaba casado. Su amiga había sido vilmente engañada por un rico. Carla no sabía cómo le iba a dar la noticia a Elena.
-Gracias- Carla lo dijo con rapidez mientras corría lejos de aquella casa.
En unos minutos Carla llego al hospital y entro directamente a la habitación de Elena, que la esperaba con ansias.
-¿Lo encontraste?- Pregunto Elena- ¿Estaba muy preocupado, no es así?
Carla miro a Elena, se veía tan ilusionada. Como podía hacer para decirle lo que ahora sabia de Cristianno.
-Elena- Dijo acercándosele poco a poco- Ese hombre te mintió.
-Eso no es cierto- Elena se negaba a creer que Cristianno pudiera haberle mentido alguna vez- ¡Dime que paso!
-Ese hombre esta...- Carla respiro profundamente para darse valor- Casado. En estos momentos esta con ella. Lo siento tanto.
Carla comenzó a contarle a Elena lo que sabía. Elena estaba destrozada, no encontraba razones para seguir viviendo. El hombre al que le había entregado sus sueños e ilusiones, solo la había visto como un juego, un pasatiempo. Elena solo quería tener a Deborah en sus brazos y olvidarlo todo, Carla se había ido para poder traérsela. Había llorado tanto que se encontraba en una especie de trance cuando entra su doctora.
-Elena- Le dijo- ¿Cómo te sientes?
-Bien- dijo Elena mirando hacia el vacío.
-Sé que es normal tener miedo después de vivir un maltrato como el que tuviste, pero debes ser fuerte- Las palabras de la doctora le parecieron tan trilladas a Elena, ¿Ser fuerte? ¿Cómo podía ser fuerte cuando todo se había destruido, cuando no podía ni respirar del dolor que sentía?- Quise venir personalmente a darle esta noticia antes de que le den el alta esta tarde. Sé que puede ser difícil de asimilar después de la conmoción por los hechos que la trajeron aquí, pero debo informarle que usted está embarazada.
¿Un bebé?, lo único bueno que le había dejado Cristianno. Un bebé.
La doctora se quedó hablándole sobre el maltrato intrafamiliar y la decisión de tener a aquel bebé. Aquella mujer creía que ese bebé era hijo de Gastón, pero Elena sabía que su hijo era de Cristianno. En la tarde, cuando Carla le llevo a Deborah, se encontraba mucho mejor.
-Mi hija hermosa- Dijo Elena mientras se levantaba ya vestida de la cama y tomaba en sus brazos a Deborah- Mi niña.
Elena se dedicó unos segundos a besar y abrazar a su hijita, pero también a prometerle que ni ella ni él bebé que venía en camino pasarían por todo lo que ella había pasado.
-Carla, te tomo la palabra. Me quiero ir de aquí- Le dijo Elena a su amiga- Hoy si es posible.
Unas dos horas después Elena ya se encontraba sentada en un avión con su pequeña dormida en su regazo. Carla había tenido todo preparado para ayudar a su amiga, gracias a Dios Elena había sido precavida y había sacado su pasaporte y el de Deborah desde hacía unas semanas. Elena miro desde la ventanilla de su asiento hacia la ciudad que dejaba. Aquel lugar donde había sido inmensamente desdichada pero que al final le había dejado vislumbrar lo que podía ser la felicidad de verdad. Su dolor lo llevaría en el alma y aprendería a vivir con él.
CONTINUARÁ...
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Gracias infinitas por leer la primera parte de esta historia, no me maten por favor. Como les digo esta es solo la primera parte, aun quedan muchas cosas que van a saber en "Traición"
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Dolor,traición y venganza
Cerita Pendek"No te importo causarme la tristeza más grande que algún día pude sentir" -Dolor "La única persona en la que creí que podía confiar ciegamente, fue la que me apuñalo por la espalda" ...