-Mi amor, no quiero tener una despedida de soltero, eso no va conmigo- Alejandro llevaba ya un largo rato explicándole a su prometida que no quería una despedida de soltero. El solo quería que los dos días que hacían falta para la boda llegaran lo más rápido posible para que por fin fueran marido y mujer.
-Pero Ale, tus amigos han hecho un gran esfuerzo por dejar sus empleos y familias para organizarte tu despedida. Solo van a tomar un vuelo a las Vegas, además así podrás disfrutar de tu última noche de chicos en varios años- Cristina rodeo con su brazos el cuello de su prometido mientras le daba un beso- Espero que después de estos todas tus noches sean para mí.
-Todas y cada una de ella – Le confirmo Alejandro- Pero no quiero dejarte sola.
-Mañana estarás aquí, tranquilo- Cristina le hablo amorosamente- Además yo no soy una novia fugitiva a la cual debas vigilar. En solo dos días, me tendrás para ti solito.
-Te amo, mi amor- Alejandro abrazo a Cristina repitiéndole una y otra vez lo mucho que la amaba.
Solo dos horas después él y sus amigos partieron a las Vegas a celebrar su despedida de soltero.
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Deborah había recibido una carta de Cristina pero no había querido leerla. Para que, a ella no le importaba en lo más mínimo lo que ocurriera en su vida.
-Deborah, ven aquí- Parecía que ese día la supervisora de Deborah la tenía en la mira más que siempre- Esta noche uno de los salones privados va a necesitar una camarera, esta vez te toca a ti.
-¿Puedo preguntar que evento debo atender?- Deborah sabía que según la celebración llevada a cabo así mismo seria su propina extra.
-Una despedida de soltero.
Deborah estuvo toda la tarde y parte de la noche pensando en el pobre incauto que se casaría y en la clase de vida que llevaría la flamante futura esposa del tipo. Seguramente eran ricos y podrían tener todos los caprichos que desearan. Viajes, coches, mansiones, eso y mucho más. Esa era la vida que soñaba tener Deborah. Pero ninguno de los hombres con los que había estado, estaban a la altura de darle ese estilo de vida. Y Bruno, bueno Bruno solo era una distracción en sus momentos más críticos y deprimentes.
Unas cuantas horas después el salón estaba listo para recibir a los hombres que irían a celebrar. Deborah se dedicó a servir a los trece hombres que le pedían bebidas y le dejaban propina en su descarado escote. Pasada la media noche, después de la celebración uno de los invitados se acercó a Deborah.
-Creo que mi amigo está un poco triste- Le dijo uno de los hombres al oído- Porque no le alegras la madruga, cariño- Le dejo un fajo de billetes en su escote y se fue. Los demás hombres lo siguieron dejando a uno de ellos sentado.
-Oye, creo que tus amigos te han dejado solo apropósito- Deborah se acercó para poder verlo mejor.
-¿Deborah?- Alejandro la miro confundido, había estado muy cansado y mientras sus amigos bebían y se divertían él se había quedado dormido en uno de los sillones del salón que habían apartado.
-¿Alejandro?- Deborah lo miro con éxtasis. Por fin la vida los cruzaba- ¿Cariño, como has estado?
-Bien, Deborah- Le dijo Alejandro incomodo por el apelativo cariñoso- Creo que debo irme, hoy tengo mi vuelo.
-Así que viniste a acompañar a alguno amigo a celebrar que se casa. Pero si no has tomado nada- Le dijo notando la soda que estaba en la pequeña mesa frente a el- Deja que te prepare un coctel de muerte que aprendí a preparar aquí.
Tan impetuosa como siempre Deborah salió a la mesa de bebidas lista para preparar una bebida que dejara a Alejandro a su completa disposición, después de prepararle la bebida, también llevo una botella de tequila a la mesa.
-No puedo creer que estés aquí, me da tanta alegría poder verte, hablarte- Le dijo Deborah- Te he extrañado demasiado.
-¿y a tu hermana y a tu madre, no?- Alejandro le dio un sorbo al coctel dándose cuenta que estaba muy bueno.
-Sí, claro- Deborah no quería hablar de ellas, solo quería concentrarse en el momento. En ella y Alejandro- Que te parece si tomamos unas copitas, necesito alguien con quien desahogarme.
-Ya te dije que me voy hoy- Alejandro tomo impulso para levantarse al sentirse algo mareado.
-Por eso mismo- Le dijo Deborah- No sé si te volveré a ver alguna vez mas- De un momento a otro Deborah comenzó a llorar como una verdadera actriz consagrada. Y Alejandro decidió acompañarla solo un rato más.
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Dolor,traición y venganza
Short Story"No te importo causarme la tristeza más grande que algún día pude sentir" -Dolor "La única persona en la que creí que podía confiar ciegamente, fue la que me apuñalo por la espalda" ...