Alejandro cumplió con su responsabilidad mes por mes, año por año. Se sentía culpable por negarle a aquella niña la oportunidad de vivir junto a él, como su hija. Pero tampoco quería perder a la hija que tenía y a la esposa que amaba. En los años que siguieron Alejandro intento hacer feliz a su familia y ser feliz el mismo. Vio cómo su pequeña Lucía gateaba para después dar sus primeros pasos, sus primeras palabras. Cada momento compartido con ellas lo llenaba. A la edad de cuatro años se podía ver que Lucía sería una gran jinete igual que su madre, por eso le regalo su primer poni.
-¡Mira papi, mira!- Lucia cabalga sola el pequeño caballo que su padre le había regalado por su cumpleaños-
-Cariño, es hora que dejes descansar al poni. Tus amiguitos pronto van a llegar y debes cambiar, vamos- Cristina desmonto a la niña y la llevo en brazos a la casa.
-¿Habrá pastel?- Pregunto Lucía inocentemente.
-Por supuesto que habrá pastel, es tu cumpleaños no es así pequeña- Cristina le hizo cosquillas a su hija- Ahora se una niña buena y ve a bañarte mientras saco tu vestido.
-Yo siempre soy una niña buena- Lucía corrió al cuarto de baño mientras reía.
-Es una princesa- Alejandro entro a la habitación de su hija, en pocos años muchas cosas habían cambiado. La cuna había sido reemplazada por una cama, los peluches por muñecas y la tierna ropita de bebé por vestidos- Y tú, una hermosa reina.
-Sabes que te amo, mi vida- Le dijo Cristina con cariño- Pero no crees que exageraste con su regalo de cumpleaños, no quiero que Lucía crea que siempre lo tendrá todo. Yo crecí con carencias pero aun así fui una niña feliz. No quiero que crea que el dinero hace la felicidad, porque no es así.
-Cristina, por favor no te enfades conmigo por una tontería. Yo solo quiero que Lucía y tú, siempre tengan lo mejor- Alejandro le robo un beso a su esposa mientras la abrazaba.
-¡Abrazo familiar!- Lucía se tiró como un terremoto entre sus padres, que la recibieron gustosos.
-Sera mejor que tu mamá te vista para que puedas probar el delicioso pastel que hicieron las abuelas.
Alejandro dejo a madre e hija solas. Bajo las escaleras, dirigiéndose a la cocina. Ahí encontró a su madre intentando consolar a Elena.
-Hijo, no sé qué le pasa. Intenta hablar tú con ella. Yo voy a recibir a los amiguitos de Lucía-
-Elena, ¿Se encuentra bien?- Alejandro vio que Elena lo miraba con odio y se congelo. Ella lo sabía.
-No hay manera en la que este bien, sabe. Nunca sabré que error cometí con Deborah, pero yo siempre creí que usted era un buen joven, un muchacho decente que haría feliz a mi Cristina, pero no a costa de una mentira. Deborah es mi hija y a pesar de todos sus errores, la amo pero eso no quita que sepa que es una mala persona. Sabe que le envió a su sobrina de cumpleaños, una tarjeta con una foto de Ivonne. Cumplió cuatro años hace tres semanas, mírela- Elena le tendió la tarjeta a Alejandro- Es una niña infeliz, se ve en sus ojitos. Se parece tanto a Deborah, que no quiero que la historia se repita- Le dijo Elena entre lágrimas- Creo que mi Cristina se merece la saber la verdad, y que mi nietecita merece conocer a su padre. Por favor, pida su custodia, aquí la podemos criar, se lo pido.
-Lo siento, Elena- Alejandro tenía miedo. Por un lado tenía que proteger a su familia y por el otro a una hija que solo conocía a través de fotografías- Hare lo que pueda, pero tenga en cuenta que yo no quiero perder a Cristina ni a Lucía, ellas son mi vida.
-Lo sé, y lo entiendo. Pero Ivonne no tiene la culpa de nada.
Alejandro intento olvidar la discusión que tuvo con Elena. Ese era el día de su pequeña y nada más importaba. Como los años pasados siempre se sacaban una foto los tres juntos. Ambos padres adoraban a su hija y querían lo mejor para ella.
Después de la fiesta Lucía estaba muy cansada, pero como cada noche desde que tenía consciencia apenas su madre le supo el pijama, corrió al estudio de su padre. Cada noche su padre le contaba una historia, a veces algo inventado, a veces algo real. Lucía adoraba a su padre.
-¿Papá?- Lucía llamo a su padre antes de entrar, pero él no la escucho. Estaba muy pensativo.
-¿Papi, estas bien?- Cuando Alejandro fue consciente de la presencia de su hija, ya la tenía a su lado. Lucía, era una niña muy curiosa así que no dudo por tomar el papel que había sobre el escritorio antes que su padre lograra detenerla.
-Pa...ra- Hizo una pausa intentando leer- Lu...cía- Completo con dificultad- De...De...bo...bo...rah-
Alejandro observo con horror como su hija abría la tarjeta y miraba fijamente la fotografía en ella.
-¡La tía Deborah me envió una tarjeta, papá!- Lucía no conocía a su tia pero aun así su madre siempre le hablaba bien de ella. Y por eso la quería mucho- Que linda niña la de la foto, quizá la tía Deborah cree que soy yo, como no me conoce...
-Tal vez- La alma pura e inocente de un niño era inigualable- Que te parece si guardo tu tarjeta para que no la pierdas y así queda como nuestro secreto.
-¡Si, si, si!- Dijo entusiasmada Lucía- Un secreto entre los dos.
-Sí, cariño. No le debes decir a nadie- Alejandro llevo en brazos a su hija al sillón y la abrazo- Ahora te voy a contar una historia. Érase una vez...
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Bueno, he cumplido con la primera parte del maratón. Ha sido bastante largo. Ahora les daré algunas noticias.
La segunda parte del maratón llegara el miércoles 18 de mayo y ese será por fin el final de "Traición".
De ahora en adelante actualizare los días miércoles, viernes y los fines de semana que tenga tiempo, como entenderán estoy en la universidad y a veces tengo muchos trabajos, por eso no puedo actualizar con tanta rapidez como me gustaría.
Gracias por comentar, votar y leer lo que escribo.
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Dolor,traición y venganza
Short Story"No te importo causarme la tristeza más grande que algún día pude sentir" -Dolor "La única persona en la que creí que podía confiar ciegamente, fue la que me apuñalo por la espalda" ...