23 DE SEPTIEMBRE DEL 2000
Me aferro con fuerza a la pierna de mamá, observando tímidamente desde ese refugio a las inesperadas visitas. Se trata de nuestras nuevas vecinas de pasillo. La señora rubia ha dicho que se acaban de mudar y que su nombre es Diane. Ella parece agradable. También dijo que la niña de las mejillas regordetas es su hija, la llamó Shay.
Mamá y la señora Diane están conversando sobre algún tema de adultos que no me preocupo por escuchar. La niña de mejillas regordetas, Shay, ella es quien tiene toda mi atención en este momento.
Siento que mi corazón saldrá de mi pecho cuando ella me busca con la mirada. Me escondo por completo detrás de mamá, asustado. Ojalá Marc estuviera aquí, seguramente él se haría amigo de ella primero y luego la convencería de ser mi amiga también. Ella luce como alguien amigable, cuando se dirige a mamá y le sonríe ampliamente, obtiene un par de hoyuelos en sus mejillas. Es... bonita. Me hace recordar al conejo que sale en la película de Bambi.
—¿Qué dices, Diane? ¿Te gustaría un café mientras conversamos y los niños juegan? Podemos esperar de esa manera a que llegue mi esposo, estoy segura de que él podrá ayudarte. —Mamá me da una mirada de reojo, creyendo que no lo noto—. Creo que Axl estará contento de tener una nueva amiguita con quien jugar.
La niña le da a mamá su sonrisa de hoyuelos de nuevo y yo me tenso ante la idea de quedarme a solas con ella.
Sujeto la blusa de mamá disimuladamente, rogándole que no me deje, pero ella se desprende mi mano y se vuelve hacia mí con una sonrisa.
Me gusta verla sonreír, antes no lo hacía mucho. Cuando bebía, siempre parecía estar de malas, lo que solía ser seguido antes de que tuviéramos el accidente.
—Juega con Shay mientras las mamis platicamos, ¿quieres, cielo? —Ella acaricia mi cabeza con ternura y besa mi frente—. Sé buen niño, anda.
—Es adorable —dice la señora Diane, caminando con mamá hacia la cocina—. Tiene unos ojos hermosos, Amanda. Los heredó completamente de ti.
Observo cómo ellas desaparecen en la cocina en medio de risitas y una conversación a la que soy ajeno, abandonándome de golpe en un inesperado plan que me pone los nervios de punta: el plan A de amistad.
Por un momento me permito sonreír ante el hecho de que mamá tiene una nueva amiga y probablemente yo tendré́ una. Pero es más sobre mamá. Ella parecía necesitar una, las antiguas no han vuelto a visitarnos.
Desde que Marc se fue, muchas cosas cambiaron.
Lo extraño todos los días, él era el mejor hermano del mundo. Papá dice que Dios lo llamó a su lado porque necesitaba un ángel, pero yo digo que Dios fue injusto. Él tiene muchos ángeles, pero yo solo tenia un hermano.
Me doy cuenta de que la niña me está mirando, así́ que doy un respingo y la miro con ojos muy abiertos y el corazón palpitando con fuerza en mi pecho de nuevo. Está ese pitido extraño en mis oídos, como el que aparece cuando la señorita Whitmore me hace pasar a resolver ejercicios de matemáticas al pizarrón, y las manos me sudan.
De la nada, un terremoto me sacude. Es porque ella está sonriéndome. Esa sonrisa que le he visto regalar a su madre y a la mía desde que llegó... ¡me la está dando a mí!
Respiro hondo y observo sus movimientos.
—Soy Shailene, pero puedes decirme Shay —me dice con su curiosa voz de niña mandona mientras me tiende una mano y no deja de sonreír.
Es como si ella supiera que puede conquistar el mundo solo con esa sonrisa. Y yo no soy el mundo, pero ella me hace sentir como si lo fuera. Parpadeo, frunciendo mi nariz, y ladeo mi cabeza un poco para observarla mejor.
Observo su mano y luego a ella.
Quiero tomar su mano, sellar un pacto de amistad, pero entonces hago lo que no estoy planeando hacer. Mis manos van directamente a sujetar su rostro, pellizcando con suavidad sus mejillas, que han llamado mi atención todo el rato.
—Te ves como un conejo —pienso en voz alta, dándome cuenta de que su rostro está adquiriendo un tono rojo muy rápidamente.
Ella empuja mis manos lejos. Parece muy, muy enojada. Y yo estoy asustado, mucho.
—¡Pues tú eres feo como una lagartija! —me dice, poniéndose a llorar.
De acuerdo, el plan A está fallando.
—Y-yo... yo... —parpadeo, tratando de dejar de tartamudear, pero no puedo porque estoy realmente apurado y nervioso—. No-no... llo-llo-res po-por fa-favor. Me-me gu-gusta-tan los co-conejos... No qui-quise ins-sulta-tarte... Lo-lo si-siento-to...
Ella me mira con enojo mientras frunce los labios en un puchero, haciendo que el inferior sobresalga. Parpadeo y, con algo de temor, me acerco y sujeto su mano. La Conejita llorona frunce el ceño y yo temo que me vaya a empujar de nuevo, pero me arriesgo a tirar de ella y llevarla a un lugar.
Sorprendentemente me sigue mientras gimotea por lo bajo y lágrimas siguen cayendo por sus redondeadas mejillas. Cuando llegamos a mi cuarto, parece muy sorprendida observando todas mis cosas.
Papá y mamá me han estado comprando muchos juguetes últimamente por alguna razón. Pero no es divertido tener tantas cosas y nadie para jugar conmigo.
Puedo ver la forma en la que los ojos de Shay, que siguen húmedos y liberando lágrimas, brillan al observar todo, así́ que le digo que puede jugar con ello si deja de llorar.
Ella asiente repetidamente, volviendo a sonreírme, y corre a escoger un juguete. Me preocupa que pueda romper algo, aunque me pone feliz que haya dejado de llorar.
—¿A qué esperas? —Me dice, volviéndose hacia mí con uno de mis carros de control remoto entre sus manos—. ¡No voy a jugar sola!
Me sonríe, con sus hoyuelos marcándose en sus mejillas, y yo le sonrío de vuelta.
El plan A ha funcionado.
Tengo una nueva amiga.
La Conejita y su sonrisa me han atrapado.
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Hola, primer capítulo. Es corto, pero ¿qué les parece? Espero sus comentarios ;w; saben que los amo jajaja en fin, mis saltamontes. Voy de salida, así que me despido.
¡Abrazos de oso para todas!
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Los planes de Axl Jones
Teen FictionTres años después de que la vida le arrebatara a su hermano mayor en un desafortunado accidente, Axl conoce a Shay. Con ocho años de edad, ella es pura chispa. Y es esa luz que ella irradia, más unas tiernas mejillas regordetas, lo que cautiv...