Capítulo 5 - Grietas que no cierran

36.8K 4.2K 1K
                                    

- A X L -

17 DE ABRIL DEL 2002

Estoy sentado frente a la doctora Robin, ella solo me observa. Yo quiero que deje de observarme. Hace mucho tiempo que la conozco, todavía no me agrada del todo. Creo que está loca. Al principio solía mostrarme hojas con manchas para que yo le dijera qué veía en esas manchas, también me hacía dibujar, en verdad eso todavía lo hace, pero las citas con ella últimamente han pasado a ser algo más como este momento incómodo en el que nos observamos fijamente el uno al otro antes de las preguntas.

—¿Cómo te has sentido, Axl?

Su sonrisa me parece falsa.

—Bien.

—¿Y cómo va el asunto que hablamos la otra vez sobre hacer nuevos amigos?

—Shay es mi mejor amiga.

—Sí, lo sé, pero te dije que debes tener más amigos, dulzura. ¿Has tratado de hablar con tus compañeros de clase, al menos?

Niego con la cabeza.

—Debes intentarlo. ¿Ya pensaste en practicar algún deporte? Tienes muchas opciones, está el fútbol americano, el soccer o el baloncesto...

Bajo la mirada, jugando con mis dedos.

—Béisbol.

—¿Béisbol? Ese también es un buen deporte, lo importante es que elijas uno que se juegue en equipo, uno donde puedas integrarte. ¿Ya comenzaste a entrenar?

—Mamá dijo que la próxima semana.

—Esa es una buena noticia. Bien hecho, amiguito. Ahora cuéntame todo lo que te ha pasado desde la última vez que nos vimos, ¿te parece?

La doctora Robin es una mujer chismosa.

04 DE SEPTIEMBRE DEL 2003

Tengo once años y ha pasado más de uno desde que entré al equipo de béisbol de mi escuela. Tengo entrenamientos tres veces a la semana y partidos las mañanas de los sábados, razón por la que mamá sugirió que Shay se inscribiera en alguna materia extraescolar y ella ahora toma clases de dibujo los mismos días que yo entreno.

El día de hoy, finalmente, he conseguido golpear la bola siguiendo todas las instrucciones del entrenador. Y dicha bola ha salido disparada fuera del campo.

He bateado mi primer homerun.

Escucho los vítores y gritos del entrenador diciendo que debo correr todas las bases. Mamá y Shay están entre el público, miro hacia ellas un segundo antes de soltar el bate y trotar, pisando todas las sucias almohadillas, hasta llegar al home.

Los chicos de mi equipo se levantan de la banca y vienen a chocar las palmas conmigo y felicitarme.

Y eso se siente bien.

Este ha sido mi primer homerun y yo quiero dedicárselo a mi hermano Marc. «Para ti», susurro al cielo, esperando que él me esté escuchando y se sienta orgulloso de mí.

Marc estuvo a mi lado un poco menos de la mitad total de los años que llevo vivo, pero siempre voy a recordarlo y extrañarlo. Mi papá dice que no importa el tiempo que pasas con una persona, que lo verdaderamente importante son los recuerdos que crean juntos.

09 DE FEBRERO DEL 2004

Papá y mamá discutieron otra vez. Piensan que no me he dado cuenta durante todos estos años, pero los he oído muchas veces. Nunca tan fuerte como lo hacían cuando Marc y yo éramos pequeños y nos escondíamos juntos en nuestra habitación, con la televisión a todo volumen para mitigar sus gritos. Pero, esta vez, cuando mamá le dice a papá que está harta de él, yo no lo puedo manejar.

Los planes de Axl JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora