- A X L -
17 DE NOVIEMBRE DEL 2000
Shay ha estado viniendo a mi casa todos los días. Su mamá comenzó a trabajar con mi papá, así que ella no tiene tiempo para cuidarla y mi mami lo hace en su lugar.
Ahora vamos al mismo colegio, somos compañeros de clase, ambos en tercer grado con la señorita Whitmore.
Pensé que cuando ella hiciera nuevos amigos dejaría de hablarme, pero me equivoqué. Las niñas —que por alguna razón parecen odiarnos a todos los niños— la invitan a jugar siempre en los recreos, pero ella prefiere quedarse conmigo.
Estamos en el patio, en una mesa cercana a los columpios. Shay saca un emparedado de su lonchera de Mulán y le da un gran mordisco mientras se ríe de algo que está contándome.
—¡Axl!
Reacciono al oírla gritar mi nombre y sacudir mi hombro. Parpadeo y miro a todos lados. ¿Hay un balón a punto de golpearme? ¿O es un meteorito? Ella se ríe, haciendo que sus mejillas regordetas sean más notorias y se le marquen los hoyuelos.
—No has escuchado nada de lo que dije, ¿no es así? — me pregunta, sonriendo y frunciendo su nariz de manera chistosa—. Solo me has estado dando esa mirada, sin oír la historia sobre la vez que papá me enseñaba a pescar y...
—¿Qué mirada? —frunzo el ceño también, mi voz suena baja y tímida, pero al menos parece que he controlado el asunto de tartamudear cuando hablo con ella. Cada vez me siento más cómodo a su lado.
—Esa... —me señala, poniendo muy cerca su dedo de mi cara—. Eres como un venado, ¿sabes?
Hace un mohín, sonando su nariz, que está roja por el frío, y le da otra mordida a su emparedado de mermelada y crema de maní.
Me encojo de hombros, no tengo idea de lo que habla.
—Entonces... ¿tu papá te enseñó a pescar?
—¡Casi! —ríe—. Estuvimos mucho tiempo en ese pequeño bote de su amigo, y cuando finalmente algo tiró de nuestra caña, debió ser un pez gigante, porque terminamos cayendo al agua sin querer.
Me uno a sus risas, desenvolviendo mi sándwich para poder comerlo. Rasco mi nariz, que pica, y pienso nuevamente en el hecho de que nunca he visto al papá de Shay.
—¿Dónde está él? —le pregunto, dando una mordida a mi sándwich.
Ella está sorbiendo de su jugo de manzana cuando me oye y parece como si le hubiese dicho otra vez que parece un conejo. Suelta la cajita del jugo y me mira con sus ojos luciendo tristes y con lágrimas en ellos. No puedo evitar asustarme y que mis manos comiencen a temblar un poco, incluso creo que he perdido el apetito.
—Él... —me mira y luego mira hacia el cielo— murió.
Se ha puesto muy triste, así que tomo su mano y la aprieto, tratando de reconfortarla.
—Tal vez tu papá puede jugar con mi hermano Marc. Él también está allí —murmuro, señalando al cielo y sintiendo algo extraño en mi garganta, mis ojos se humedecen.
Me duele. Creo que siempre dolerá, así que entiendo a Shay y el cómo se siente sin su papá. La doctora Robin, quien insiste en que le llame "amiga Robin", dice que es normal que duela cuando alguien a quien queremos mucho se va. Dice que me acostumbraré pronto. Yo creo que ella no sabe nada.
—Mi papá era muy bueno con los niños —murmura Shay, volteando a verme con una pequeña sonrisa—. Yo creo que él cuidará de tu hermano y jugará con él. Se lo pediré esta noche, de todos modos.
ESTÁS LEYENDO
Los planes de Axl Jones
Teen FictionTres años después de que la vida le arrebatara a su hermano mayor en un desafortunado accidente, Axl conoce a Shay. Con ocho años de edad, ella es pura chispa. Y es esa luz que ella irradia, más unas tiernas mejillas regordetas, lo que cautiv...