Epílogo

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- A X L -

03 DE ENERO DEL 2011

He estado con Shay todo el día. Estoy tan emocionado acerca de que finalmente podremos decirle a todos que estamos en una relación, pero eso no me impide notar que ella está distante.

Hay algo que le preocupa y no me lo está diciendo. Está callada, muy callada.

—¿Qué tal si hacemos unas palomitas? —le pregunto, ella me mira confundida un segundo, como si no me hubiese prestado atención, y luego asiente.

Se levanta del sofá y va a la cocina con el aspecto de un zombi. Uno demasiado lindo, hay que admitir. El pensamiento logra hacerme sonreír, pero borro la sonrisa y frunzo el ceño casi al instante.

Necesito averiguar qué es lo que le pasa.

La sigo hasta la cocina y la abrazo por detrás, besando su mejilla. Shay responde alejándose de mí, algo asustada y llevándose las manos a la altura del pecho.

Mi ceño se frunce más.

—¿Qué ocurre? —digo, acercándome a ella lentamente para evitar que salga corriendo.

—Nada —miente.

Hago una mueca y, poniendo mis manos en su cintura, la alzo para sentarla en la encimera.

Ella pone sus manos en mis mejillas y me analiza por lo que parecen largos minutos, como si deseara guardar en su memoria cada detalle. Me empujo hacia delante y atrapo sus labios mientras mis manos se deslizan con suavidad por sus piernas, que están a cada lado de mi cintura.

Shay detiene el beso y niega con la cabeza.

—¿Qué está ocurriendo?

—Necesitamos hablar —murmura, y eso simplemente se siente como lo que ocurre antes de que todo vaya mal.

—Dime —me hago el fuerte y aprieto una de sus manos entre la mía—. Te escucho.

—Yo... —abre la boca y la deja así por un segundo, sin que otra palabra salga—. Quiero pedirte algo.

—Lo que quieras, Conejita.

Beso su frente, tratando de eliminar su ceño. Estoy muy nervioso por el rumbo que está tomando esta conversación, por la forma en la que ella parece agobiada, como si algo grave estuviese pasando. Tal vez lo está.

—Creo que no será fácil de entender ni de explicar — murmura, apretando suavemente con sus manos en mis hombros—. Pero realmente lo necesito, Axl.

—Voy a darte cualquier cosa que me pidas —aseguro, con mi corazón latiendo a toda prisa por alguna razón.

—Nosotros... lo que hay entre nosotros... —la voz le tiembla—. Yo realmente lo siento, Axl, pero nosotros solo podemos ser amigos —dice finalmente, y yo me muevo hacia atrás instintivamente, tratando de esquivar el golpe de sus palabras—. Axl...

—¿Por qué? —pregunto, sonando tan dolido como me siento con su repentina petición.

—Solo... por favor —insiste, apretando los labios mientras algunas lágrimas hacen su camino en sus mejillas—. No quiero perderte, Axl. Necesitamos parar esta... locura. Por favor. Debemos volver todo a como era antes de ese estúpido plan B. Nos... nos equivocamos. Estar juntos no... no está bien, yo... Es mejor que hagamos como si nunca nada pasó y...

No puedo creer que ella esté diciendo esto.

Realmente no.

—¿Que nada pasó? —bufo—. ¿Quieres que finja que no te quiero como lo hago?

Ella niega con la cabeza.

—Quiero que... Dios, Axl. No lo hagas difícil, por favor —solloza—. ¿Puedes solo hacer esto por mí? Te necesito, realmente lo hago, pero esto debe parar.

—¡Pero dime la razón, maldita sea! ¿Cómo puedes solo pedirme que terminemos lo nuestro sin explicarme ni una mierda al respecto? Pensé que estábamos bien.

Mi respiración está agitada y yo estoy temblando, atrapado en una pesadilla donde puedo oír finalmente a mi corazón romperse.

Mierda. Esto es lo que temía. Esto es lo que me impidió por tanto tiempo decirle de mis sentimientos.

Y ahora está pasando.

Shay se baja de la encimera con un pequeño brinco y se acerca a mí, envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y pega su mejilla en pecho.

—Por favor —susurra—. No quiero perderte.

—No tienes que perderme —le aseguro con desespero, abrazándola fuertemente, como si de esa forma fuera a convencerla de olvidar las tonterías que acaba de decir.

—Promételo —gime contra mi camisa—. Promete que todo será como antes entre nosotros... Por favor Axl, por favor. Necesito que lo prometas.

Y se lo prometo, porque me lo ha pedido tan desesperadamente, pero honestamente no me veo siendo capaz de cumplir esa promesa.

Beso su frente y la aparto de mi lado, tragándome las ganas de llorar que me asaltan.

—Debo irme —digo, y ella baja la mirada, asintiendo.

Doy la vuelta y avanzo un par de pasos, entonces no puedo controlarme a mí mismo y regreso hasta ella, la tomo entre mis brazos y la beso en los labios.

La beso con todo lo que tengo, y ella me corresponde. El beso sabe salado por culpa de sus lágrimas y amargo, porque se siente como si fuera una despedida.

—Lo siento —murmuro, yéndome realmente esta vez.

Lidio con el hecho de que me veo obligado a recurrir a un nuevo plan C, ahora con la C de cómo sobrevivir a un corazón roto sin morir en el intento.

Estoy confundido y me duele no entenderla, no saber por qué ella está terminando lo nuestro de esta manera, pero me aferro a la idea de que, sea lo que sea, Shay me ama en el fondo. Puede negarlo con palabras, puede decir que lo nuestro es un error, pero la forma en la que me mira y reacciona a mis besos no puede ocultarla.

Ella no me quiere solo como un amigo.

Y eso está bien, porque nosotros no podemos ser solamente amigos. Ya jamás podremos.

Los planes de Axl JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora