- S H A Y -
08 DE JULIO DEL 2010
Me siento como la maldita ama del universo cuando logro llevar cuatro copas de helado de yogur exitosamente hasta las manos de sus dueños sin derramar ni una gota.
La mamá que los ordenó reparte los helados a sus dos hijos y esposo, y luego saca su billetera para pagarme. Registro la compra y le entrego el cambio más el ticket con una gran sonrisa, deseándole un buen día de la forma en que marca la política de la empresa.
Respiro, aliviada, al notar que no hay nadie más en la fila. Dios, por fin un descanso.
Axl y yo nos propusimos encontrar trabajos de verano, nuestro objetivo fue un centro comercial desde el principio, principalmente porque creímos que sería divertido.
Llevo cerca de una semana en la tienda de helados de yogur, la verdad es que es muy cansado y en las horas pico es todavía peor. Hay momentos en los que Drew y yo no nos damos abasto atendiendo a tantos clientes. Él es el encargado, aunque no el dueño, y es quien me ha estado capacitando sobre todo lo que debo saber del negocio. Es un chico agradable, debe tener más de veinte años ya.
—¿Cansada? —me pregunta con una sonrisita.
—Acabo de servir en menos de media hora unos trece pedidos donde la compra mínima fue de dos helados. Sí, estoy algo cansada.
Él ríe.
—Eso no es nada, habrá momentos peores en los que querrás arrancar tus cabellos o golpear al cliente que cambia de parecer unas mil veces antes de decidir al último minuto que lo primero que había pedido es lo que en realidad quiere ordenar.
—Gracias por los ánimos, amigo.
Ríe de nuevo.
—Pero, oye, felicidades. Vi que ya no te salen deformes, ese es un avance —levanta su pulgar hacia mí y yo le sonrío, satisfecha.
Los primeros dos días fui un inminente desastre.
—Cuando termine el verano voy a ser una experta sirviendo helados. ¿Puedo conseguir una certificación de mejor «servidora» de helados o algo? Para ponerlo en mi currículo...
—Sí, claro, esas certificaciones las sacan todo el tiempo. Porque a la gente le interesa saber que eres competente sirviendo helados, Shay. Seguramente nadie te contratará si tú no tienes esa certificación.
—Oye, podría servirme para algo —me rio.
—Solo si planeas trabajar toda tu vida sirviendo helados —me da una sonrisa—. Mira eso, tu sexy amiga de labios besables es puntual. Llegó justo a tiempo para tu descanso.
Me giro rápidamente para encontrar a Reese, quien se acerca al mostrador y está enviándole una mirada coqueta a Drew. Sí, yo seriamente comienzo a creer que ella lo viene a ver a él y no a mí.
—Regreso en una hora, Drew —digo, quitándome el delantal y la gorra.
—Disfruta tu descanso —me sonríe.
—Yo quiero disfrutarte a ti —oigo murmurar a Reese, lo que me hace rodar los ojos—. Oye Drew, cuando regrese quiero que me lo des.
Drew ríe.
—¿Un helado? —dice, dándole una mirada divertida. Claro que él sabe que Reese no habla de un helado.
—Un helado, tu número, un beso... Creo que hay muchas opciones.
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Los planes de Axl Jones
Teen FictionTres años después de que la vida le arrebatara a su hermano mayor en un desafortunado accidente, Axl conoce a Shay. Con ocho años de edad, ella es pura chispa. Y es esa luz que ella irradia, más unas tiernas mejillas regordetas, lo que cautiv...