- S H A Y -
06 DE FEBRERO DEL 2010
Me encuentro sentada a la mesa, resolviendo la guía de estudio práctica que descargué de la página oficial de la Universidad Westwood de Carolina del Sur. Universidad a la que aspiro asistir el próximo otoño, si todo sale bien.
Tuve mi primera entrevista en Enero, podría haber una segunda si obtengo buenos resultados en el examen que presentaré en Marzo. Por ahora la situación luce alentadora, he mantenido un buen promedio y obtuve una puntación de 2340 en el SAT que presenté en Octubre.
Mamá y yo estamos muy optimistas en cuanto a que comenzaré a estudiar este año en Westwood. Aunque es cierto que he aplicado en otras dos universidades, una que incluso está ubicada aquí, en Nueva York, lo que realmente quiero es poder mudarme a Charleston, como he planeado.
Reese, que decidió hace un par de meses que ya era momento para estresarse con todo lo relacionado a la universidad, fue convencida de aplicar en Westwood también. Ha estado histérica últimamente, estudiando todo lo que no estudió cuando tuvo más tiempo. Presentó dos veces el SAT, primero en septiembre y luego en Diciembre, consiguiendo al final 2160 puntos que resultan buenos en comparación con su GPA que es algo bajo. Creo que ella tiene una amplia oportunidad de entrar, aunque quizá no consiga una beca, pero no es que la necesite. Es hija única y sus padres son dos profesionistas que ganan bien.
Como ambas estamos yendo por Arquitectura, sería genial que quedáramos en la misma universidad.
Por otro lado, los que se encuentran muy tranquilos sobre este tema son Axl y Matt, ya que ambos han conseguido un pase directo a dos buenas universidades, Westwood incluida, por medio del deporte.
No voy a negar que me alegra saber que ambos vayan a aceptar la propuesta de Westwood, sobre todo porque Axl y yo siempre planeamos ir a la misma universidad, pero sé que él no lo hace solo por estar conmigo.
El entrenador de las Panteras de Westwood, un ex jugador profesional de las ligas mayores, vino personalmente a entrevistarlos hace unos días. Lo que sea que él les haya dicho terminó por convencer a ambos de ir a Charleston.
Mamá, liberando los primeros botones de su camisa, se acerca a mí y besa mi mejilla.
—Hola, chica estudiosa. ¿Cómo vas con eso?
—Bien —le sonrío, pongo un separador entre las hojas y dejo la guía un momento para prestarle atención—. Llegaste un poco más tarde del trabajo hoy.
—Sí, hubo un asunto con unos planos que debían entregarse y me retrasé por ello.
—Ah, ya.
—Sí. ¿Ya comiste?
—No en realidad.
—Oye, sé que ese examen es importante, pero debes alimentarte. Ven, deja el estudio un rato y salgamos a comer al restaurante italiano que está aquí cerca, ¿quieres? Puedes contarme sobre tu novio mientras comemos una deliciosa pasta. ¿Es él un buen chico?
—Él es muy agradable, mamá —aseguro mientras recojo mis cosas y voy a mi habitación por un abrigo, cuando regreso ella ya lleva su gabardina puesta de nuevo.
—¿Lista?
—Muy lista.
Salimos y mamá pasa su mano por mi cintura mientras caminamos hacia el restaurante. Recuerdo cuando era mucho más baja que ella; ahora soy, de hecho, unos centímetros más alta. Y parece que el tiempo solo ha hecho que nos parezcamos cada vez menos. Si bien tengo su misma complexión física, en fuera somos tan diferentes que a veces la gente duda de que yo sea su hija. Ella siempre ríe y dice que es porque fui lista acaparando los genes de papá —cabello castaño, piel morena clara y ojos color miel— y dejé los suyos de lado. Aunque eso es una tontería porque ella tiene buenos genes que nadie se quejaría de heredar, pero secretamente estoy feliz con mi parecido con mi padre. Me hace sentir más cerca de él de algún modo.
—Así que tu novio es muy agradable —dice, sacando nuevamente el tema a colación—. Vaya, cualquiera pensaría que una adolescente enamorada tendría una mejor palabra para describir al chico en cuestión.
—Oye, nunca dije que estuviera enamorada.
—¿No?
—No. Melvin me gusta mucho, han sido cinco buenos meses de conocerlo y compartir con él, pero no me siento particularmente enamorada. Es más como una fuerte atracción y algo de cariño.
—Debo admitir que me sorprendió cuando me enteré de que comenzaste a salir con él. No es que sea feo, aunque esas greñas largas no lo ayudan mucho, pero nunca te vi interesada en ningún chico antes. Para ti todo era amigos y estudios.
—Lo sé, también me sorprendí a mí misma cuando me descubrí dándole mi número y esperando que me llamara. Supongo que llegué a esa etapa de querer experimentar mi propio romance adolescente antes de ir a la universidad.
—¿Y qué tanto has experimentado?
—No me he acostado con él, si es lo que te preocupa.
Mamá ríe.
—Me preocupa más que pudieras tener relaciones con él estando desorientada. ¿Debemos tener una charla de esas?
—Oh no, mamá, por favor no. Tus charlas sobre sexualidad me dejan severos traumas, así que vamos a dejar esto en el consejo universal de "usa condón" y ya.
—Bueno, entonces usa condón y asegúrate de estar lista para hacerlo.
—Lo haré.
—¿De verdad vas a hacerlo?
Ella empuja la puerta, dejándome entrar al restaurante primero. Encontramos una mesa vacía y la ocupamos.
—¿Crees que estaría mal que lo hiciera?
No me siento cohibida tocando este tema con ella, mamá es muy abierta en ese sentido. Siempre ha dicho que prefiere que hable con ella a que me quede con las dudas.
—Si quieres hacerlo, supongo que... no.
—A veces creo que quiero hacerlo por curiosidad.
—Dios, Shay, no sé si esa sea una buena razón. Tal vez deberías esperar a un chico del que realmente te enamores, que sea algo especial para ti.
—Tal vez —murmuro.
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Los planes de Axl Jones
Teen FictionTres años después de que la vida le arrebatara a su hermano mayor en un desafortunado accidente, Axl conoce a Shay. Con ocho años de edad, ella es pura chispa. Y es esa luz que ella irradia, más unas tiernas mejillas regordetas, lo que cautiv...